Clases entrevista

Las clases con Yoko tienen siempre un punto de entrevista en la que yo soy el personaje, sensación que en general no me molesta (una cosa buena del temperamento artista versión extrovertida, supongo), pero que a veces te lleva a lugares resbaladizos, cosas de las que no te apetece hablar, o que no sabes cómo explicar o que realmente no vienen al caso, pero es que este personajillo tiene su peculiar forma de hacer las cosas y con su extraño estilo errático pero insistente te acaba llevando al huerto.
Burla burlando de repente se me presentó un dí­a con su portátil (la funda de neopreno naranja; yo tengo una parecida roja) y me obsequió con la exposición que va a hacer y por la que va a ser calificada o sea que estuvimos repasando el examen juntas, sort of. Parte de la “exhibition” consistía en una grabación en la que la madre de su novio mexicano contaba cómo cocina, que significa la cocina como actividad y como espacio para ella. La “suegra” debía tener sesenta y tantos, mujer gruesa y arrugada que debió de ser muy guapa de joven pero ahora básicamente parecí­a cansada aunque básicamente feliz.

¿Entiendes lo que dice? Me preguntaba Yoko con los ojos muy brillantes. Continuará.

Berenjenas políglotas

Al rato se me ocurrió que era una buena oportunidad para aprender vocabulario sobre comida en español. Dedicamos la clase a aprender cómo se dice cebolla, lentejas, pollo, ternera, pescado, repollo e incluso le conté cómo se cocinan algunos platos (en inglés, pero mencionando los nombres de los ingredientes en español), mientras el comedor se iba quedando vacío, las luces se iban apagando… La opción de usar las fotos nos vino muy bien, porque no era preciso que ella conociera el nombre en inglés para que lo entendiera, pero el problema llegó cuando quise apuntárselo: a veces yo no caía tan rápido en cómo se dice rábano en inglés o ella no entendía determinada palabra (su inglés es más bien americano y algunas palabras cambian aquí para referirse a la berenjena se utiliza casi siempre “aubergine”, por ejemplo, mientras que en USA es más frecuente ver “eggplant”; además de eso, conocer bien los nombres de frutas y vegetales exige saber mucho inglés y no es el caso de ninguna de las dos, me temo). Me dijo que en Japón se conoce mucho el gazpacho y que gusta mucho. Se interesó por el chorizo y luego por los platos que yo cocinaba.

Lenguaje en Pizza Pianeta: interacción y poder

Mi paso por Pizza Pianeta se puede leer como una experiencia lingüística, con su parte de diálogo, de monólogo, incluso de Torre de Babel.

-¿Estás casada?- preguntaban aquellos afganos e iraní­es cada dos minutos. Yo entendí­a ¿quién eres?, ¿a quién te pareces? ¿en qué categoría te puedo meter? O simplemente “¿Cómo te llamas y de dónde eres?”. Lo siguiente que se me ocurre es si estás casada. Y contestaba simplemente “no”, es decir, lo que a mí­ me parecía la verdad. Su insistencia en la pregunta y el hecho de que para hacerla tuvieran que pelearse con su escaso inglés me llevó a pensar en un doble sentido. Cierto: mucho Master de Literatura Comparada y mucha ponencia sobre multiculturalismo pero como no me pongan un cartel no lo capto: “Mujer casada” en el código de Shalim o Ahmed no significa lo mismo que en el mío “alguien que vive en pareja y ha decidido casarse”, sino una mujer controlada y protegida por un hombre y gracias a eso respetable.

Cada vez que yo decí­a “no estoy casada” ellos entendían “estoy sola, disponible y a merced de cualquier cosa”. Los que llevan años viviendo en Occidente como Ashkom contemplaban la conversación desde un punto equidistante: comprendí­an la dirección del discurso de unos y otra. A mí­ me costó captarlo y puede resultar extraño, porque no hace tantos años que en España la situación era parecida: pero en las últimas décadas las costumbres han cambiado mucho, sobre todo en las ciudades. La memoria social de la urbe es corta.

Si además de contestar que no estás casada cometes el tremendo error de ser cordial -en tus propios términos- con estos afganos o iraní­es, estarás cavando tu propia tumba: el trato entre chico y chica que en España se considera simplemente de amabilidad y buen compañerismo en este contexto se interpreta como luz verde. Te lloverán los “qué guapa estás hoy” como si te hubieran visto alguna otra vez o tu jefe te propondrá que vayas con él a Hyde Park en su mañana libre (tu jefe tiene bastante morro, porque tras diez en años viviendo en Inglaterra sabe que las occidentales tenemos un código distinto; pero dirá que más vale intentarlo por si acaso).

Declinas amable pero firmemente y te propones reencauzar el asunto en dí­as sucesivos. Cuando quieras recoger velas ni se te ocurra intentar que te dejen en paz diciendo que estás cansada: en seguida se presentará algún voluntario para hacerte un masaje.
(Continuará)

¿Cómo haces tú hacer? Bienvenido al laberinto de la traducción. Parte I

Hay un fenómeno curioso. Aquí­ todo extranjero que estudia o que trabaja en el medio académico se vuelve filólogo por arte de magia. Es inevitable no reparar en cosas curiosas como la falta de equivalente para algunas palabras en español. A L. le llamaba la atención “challenging” (“reto” o “desafío” no consiguen expresar todos los matices) mientras que a T. le interesaba que no hubiera un equivalente español para “approach” (“aproximación” no basta; también puede ser “acercamiento”, “consideración”, “entrada”).

Una griega desconocida nos espetó en el baño de un centro cultural, en español, que el “interesting” inglés podía significar también todo lo contrario, que algo era absolutamente “ininteresante”. Habí­a estado un año en Granada, con la Erasmus. Le encantaba España. Ahora querí­a seguir en Londres por un tiempo. ¡Qué interesante! -le dijimos. Se quedó algo confusa.