Animales de piscina V

El tema de la rapidez relativa de los nadadores nos lleva a otra especie frecuente en las piscinas: la de los “yo primero“: quieren tirarse los primeros, salir los primeros, aunque sean más lentos que nadie y es que no hay nada más relativo que la idea del nadador de su propia velocidad.

Hay otra especie, llamada “me he dejado los ojos en casa”. Estos nunca te ven, aunque vayan nadando de frente y tú de espaldas y lleves un bañador fosforescente y siempre te toca detectarlos para evitar una colisión. No hace falta decir que los “yo primero” y los “sin ojos” de tu calle son la principal razón de que no consigas mejorar tu rendimiento, más allá de que anoche durmieras 4 horas, que tengas el dí­a vago o que lleves apenas una semana nadando.

Por mi parte, reconozco que pertenezco a la especie de los “casi no oigo”: con los tapones de goma inscrustados en los oí­dos no entra agua ni apenas sonido. Eso sí­, yo pongo voluntad: me quito las gafas para leer mejor los labios de la profe o de mis compañeros si me preguntan cuando estamos agarrados al bordillo.

Como os contaba ayer, en mi lista de parches de adaptación cultural adquiridos en La Pérfida faltaba el de “consejitis aguditis española” y el destinado a tratar con idiosincrasias como la de la Srta Apoca Por Cierto, inasequible al desaliento, porque ignoro cuánta gente coincidirá con ella en considerar estúpido beber agua después de hacer deporte pero seguro que la proporción de quienes lo verbalizan es muy baja.

De manera que Apoca no me deja hacer estiramientos después de nadar ni tampoco beber agua, pero a cambio sí­ me deja echarme crema hidratante en la cara. Bueno, más que dejarme casi me la echa ella de su bote de Vichy y también me permite ir vestida con mi viejo chandal de baloncesto de Adidas porque encuentra muy gracioso el muñeco dibujado a la altura del tobillo e incluso un día tuvo el gesto heroico de evitarme un coscorrón cuando calculé mal la distancia al bordillo nadando de espalda con aletas. Así­ que parece que su apocalipsis de momento no me está arrastrando.

Pero eso sí­, me ha hecho participar de sus peregrinas ideas sobre las dietas de adelgazamiento (su dieta le permite comer churros), sobre que la culpa del machismo es de las mujeres, de cómo se las apañaba para comer durante todo un verano de gorra cuando era joven y no tenía dinero, del dueño del bazar chino de su barrio que según ella primero le rompió los brazos a su mujer y luego la mató y ahora vive con otra china nueva enviada por la mafia pero que aún así­ sigue teniendo a un montón de mujeres como clientas -ella no, por supuesto- a pesar de saber lo ocurrido, de una escena de acoso laboral que tuvo oportunidad de ver el otro día cuando fue a comprarse “una tanga” por un euro a una corsetería y una sinfín de cosas más sobre si las amas de casa de antes eran reinas en su casa mientras que las mujeres de mi generación somos chachas y otras lindezas.

Escuchando cómo este ejemplar de Apocalí­pticus Piscinílibus (que desgraciadamente no está en peligro de extinción) se enrocaba en sus crí­ticas, me vino a la memoria esa canción de Dani Martín (de El canto del loco; aquí entrada de la Wikipedia sobre el grupo y aquí su página oficial ) que dice aquello de “sabes que eres un poquito insoportableee“. Porque, claro, un@ es o está insoportable, pero no un poquito, sino insoportable a secas, de ahí la gracia de la expresión. (En la letra de la canción “Insoportable”, del álbum “Estados de ánimo”, el “un poquito insoportable” de la primera voz se utiliza para establecer un contraste con el “tan insoportable” de la segunda voz; por cierto, me ha sido imposible encontrar una web con la letra de la canción correctamente reproducida: aparentemente ningún fan de este grupo ha visto escrita en toda su vida la expresión “en balde” y como no deben disponer de diccionarios, alguna secreta fuerza interior les mueve a escribirlo con v…; si alguien quiere la letra, me la puede pedir).

En fin, los apocalí­pticos parecen más proclives a sudar cuando comentan la jugada que durante el juego en sí. Recuerdan al chiste de la isla desierta y Claudia Schiffer. Qué gente. ¡Donde esté un@ “casi no oigo” con grandes dotes de observación y un cuaderno lleno de notas sobre estos especímenes de piscina…!

Apocalí­pticos, “yo primero”, “sin ojos”, “casi no oigo”… ¿Has reconocido a alguno de estos especí­menes en tu entorno deportivo o laboral? ¿Conoces algún otro ejemplar curioso que no haya mencionado? Más aún, ¿te reconoces en alguno de ellos? 🙂 Estoy deseando conocer tu punto de vista.

© 2015-2005; Elsinora Bonasera.
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Serie completa de “Animales de piscina”:
Animales I
Animales II
Animales III
Animales IV
Animales V