Yoguilates para todos (solucionario)

Tendréis que disculpar mi baja tasa de actualización de estos días, pero mi carapantallismo profesional me inclina a rehuir la pantalla en cuanto me es posible.

A continuación van las respuestas correctas al test del último post, para aquellos que tengan curiosidad por conocerlas.

-Estampación: 1-c; visualizar las partes, la colocación y la presión que soporta cada zona ayuda a mantener el equilibrio y mejorar la coordinación. El término también se utiliza en las escuelas de danza, por lo que he leído.

-Picas: 2-f; al menos en mi gimnasio llaman picas a unos palos gruesos que se usan para hacer torsiones y para desarrollar determinados músculos. Valen también para darse masajes en la planta del pie: pones el palo en el suelo, en horizontal y pones el pie encima, y presionas, primero en el talón y luego vas avanzando hacia delante. Al final desplazas toda la planta sobre él. Relaja bastante y favorece la circulación.

-Fondos de brazos: 3-a. No comment 🙂

-Periné: 4-b. El suelo pélvico suele perder tonicidad con la edad y con los partos. Hay ejercicios específicos para mejorarlo, pero a veces las explicaciones suenan un poco surrealistas…

-La sonrisa interior: 5-d. Lo mejor de todo es que funciona… creo 🙂 Hay que imaginar que algo parecido a la barra verdosa de la fotocopiadora te va recorriendo por dentro y te llena de luz.

Yogilatando que es gerundio

Aquí­ sigo. Sumergida en el tiempo londinense que nos invade, tan preocupada como saturada por el bombardeo de información sobre la crisis económica (la CNN es una verdadera pesadilla) y buscando trabajo carapantallil por cuenta ajena. La cosa va bien, por cierto.

Como no todo va a ser currar ni ver la tele, me he sumergido en mi última nueva pasión, es decir, el Chi-Kung, una disciplina china prima hermana del Tai-Chi. En realidad la palabra Chi-Kung es un término paraguas bajo el cual se engloba una serie de disciplinas médicas y de lucha (véase el Kung Fu, por ejemplo).

También sigo estando muy interesada por el Pilates, incluso por algo llamado Yogilates que es una combinación mediopensionista entre el Yoga y el Pilates, como los más avispados de vosotros habréis deducido. El aluvión de información, ingerido a toda prisa entre mis lecturas de manuscritos y mis tareas de traducción me han sumido en un estado de perplejidad que le casa bien al blog. Tengo unas cuantas dudas, a ver si me las podéis despejar.

1. La estampación es:
a) Eso que le gusta tanto a tu suegra y que en mala hora aprendió gracias a unos fascí­culos de RBA editores.
b) Esa técnica tan imaginativa a la que se entregan tus hijos con las paredes de la casa a poco que te distraigas.
c) La huella de las partes de tu cuerpo que están en contacto con el suelo y el peso que soportan en cada postura.
d) Una cosa misteriosa a la que se aferran los profesores de Pilates para echarte la culpa de tu propia torpeza cuando te estampas contra el suelo.

Yoga al atardecer

2. Una pica es:
a) Eso que otros ponen en Flandes, pedazo de chulitos.
b) Eso que tú pones en Flandes, menudo eres tú.
c) Eso que indefectiblemente los torpes de tus compañeros del gimnasio acaban dejando caer sobre tus pies descalzos.
d) Eso que indefectiblemente pero sin saber muy bien cómo terminas dejando caer sobre los pies descalzos de tus compañeros del gimnasio.
e) Un tipo de carta del póquer.
f) Unos palos que se usan en los gimnasios para hacer torsiones, o fortalecer algún músculo concreto.

3. Los fondos son:
a) La ví­a que ha encontrado tu monitor de gimnasio para torturarte y hacerte notar que bueno, quizás no estás tan en forma como pensabas.
b) Eso que se ha hundido porque las hipotecarias norteamericanas concedieron muchas subprime a un altí­simo interés que nadie pagó y luego nadie quería comprar los pisos embargados, y después nadie confiaba en las hipotecarias.
c) El plural del lugar donde ese tío tan pesado o esa tí­a tan pesada tiene oculto su encanto, su gracia o lo que les hace interesantes.
d) La imagen tirando a hortera que aparece en la pantalla de tu ordenador y que no sabes cómo cambiar.

4. Periné:
a) Es como llaman los franceses a los Pirineos.
b) Es un conjunto de músculos también llamado suelo pélvico que se potencia mucho en Pilates.
c) Es el hueso que vulgarmente se conoce como espinilla.

5. La sonrisa interior:
a) Es la que se te queda cuando sabes que tienes razón pero no lo puedes demostrar.
b) Es el escalofrí­o mezclado con cierto alivio que sientes cuando terminas de hacer tu declaración de la renta (positiva) y te dispones a pagarla.
c) Es semejante a la sonrisa clavicular de Pilates e implica poner en postura horizontal determinados órganos internos.
d) Es una actitud interna preconizada en las artes marciales orientales que consiste en imaginar una sonrisa amplia en tu interior que lo llena todo de luz blanca y que en teoría te predispone a hacer mejor un ejercicio o a afrontar mejor una situación.

Soluciones aquí

Una solución quiero

O mejor, siete. Aquí­ van las respuestas correctas del test de ayer, titulado China para principiantes, así como las fuentes empleadas.

1. El cuatro es (b) un número que trae mala suerte en China y por tanto no hay piso cuatro en los ascensores. La razón de que se considere de mala suerte es que si este carácter se gira significa muerte. Esto lo vi en un programa de Telemadrid llamado “Madrileños por el mundo”. Lo contaba una pareja joven que viví­a muy felizmente en Shangai.

2. La costumbre de vendar los pies de las mujeres para que no crezcan – (b) es una costumbre que estuvo muy extendida en China y Japón hasta hace unas décadas. Sobre esta costumbre escribe con detenimiento Vicente Verdú en su libro “China Superestar” (El País Aguilar, Madrid 1998; pags 85 y 86). Cuenta lo doloroso que es, los olores que produce la carne infectada… La razón para esta costumbre parece ser un fetichismo sexual masculino que deriva o bien de la creencia infundada de que el menor tamaño del pie se corresponde con una vagina más estrecha que producirí­a mayor placer al varón o bien del capricho de un emperador de la dinastí­a Tang del sur (emperador Li), al que aquello le gustaba y la costumbre se extendió después a las clases populares. Finalmente, también existe una razón de estatus: una mujer con los pies vendados no podí­a trabajar en el campo y eso daba muestra del nivel económico de la familia. Afortunadamente, la moda remitió a principios del siglo XX.

3. En el ámbito del tenis, un globo es (c) un tiro parabólico alto y largo. La fuente de esto es la observación directa de la que suscribe. Por lo que vi  -y que me corrijan los que sepan de tenis si me equivoco-, la dificultad radica en conseguir que el globo caiga justo antes de la lí­nea y la ventaja en que al que recibe le resulta difícil saber si lo hará o no.

Partido de tenis
Pexels – Pixabay

4. El “ojo de halcón” es (c) una ayuda técnica que pueden solicitar los jugadores de tenis para comprobar si una pelota entró o no. Esto lo vi también en una transmisión de Televisión Española.

5. En China se imprimen a diario (a) unas 2000 cabeceras de periódicos distintas. La fuente en este caso es la versión en inglés de la guía Lonely Planet de Beijing. Al parecer estos periódicos tienen un marcado carácter rosa (o amarillo): ya que no pueden informar por la falta de libertad de prensa, se dedican a entretener y a difundir cotilleos.

6. Las Analectas (c) es un famoso libro escrito por Confucio. Este personaje es uno de los pensadores fundamentales de la cultura china. Defendía el respeto por la jerarquí­a y la familia, la búsqueda del equilibrio, el cuidado corporal (el cuerpo es un regalo de tus padres y debes conservarlo en buen estado; de ah­í el interés por las artes marciales, el taichí y demás) y una cierta resignación. A los comunistas no les gustaba un pelo esta filosofía y la postergaron, pero en las últimas décadas se está volviendo a este pensamiento en el que se cree se encuentra el antí­doto contra una sociedad que adora el dinero.

7. El “redeem team” es (b) el nombre de la actual selección norteamericana de basket, encargada de salvar a su paí­s del infierno de los segundos y terceros puestos. Estados Unidos llevaba ocho años horríbilis en el panorama del basket internacional. La razón básica es que mandaban a los torneos extranjeros al primer jugador que pillaban, convencidos de que la mera visión de cinco tipos con el uniforme USA y mascando chicle llenaría a sus contrincantes de admiración y pavor y les nublaría la vista. Los jugadores argentinos, griegos, lituanos, rusos, e incluso españoles no estaban muy de acuerdo con este guión y “de repente” se pusieron a ganar Mundiales y olimpiadas. Las derrotas empezaron a caer y el Dream Team se metió en una dinámica de pesadilla tal que la debacle llegó incluso a oídos de un tal George W. Bush (que tiende a ser un poco duro de oído). El tal Bush hijo decidió que ya era hora de demostrar al mundo quién es USA, es decir, juntar un equipo capaz de patearles el culo a los oponentes (palabras textuales de Bush en Beijing ante su selección que se enfrentaba a China: “id y pateadles el culo”; ¡viva el espíritu olímpico!) y presionó a quien correspondiera para que fraguaran un equipo de redención y colorín colorado…

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Las aventuras de Madame Betadine en Pekí­n

No he nacido para exploradora del Más allá; ni siquiera del más acá, si me apuras.

Los que me conocen y los que me leen asiduamente saben que no me caracterizo precisamente por mi buen sentido de la orientación (aunque en Londres mejoré bastante), rasgo que lógicamente no facilita las cosas al viajar al extranjero. La situación llega al extremo cuando un@ se pasa una semana en China, en medio de caracteres que no comprende y sumid@ en un grupo que habla en inglés, y yendo de un polideportivo a otro en autocar la mayor parte de las veces, en medio del calor, la humedad y la bruma.

La cosa no es grave si vas en un viaje organizado y además con alguien que ya ha estado allí­, pero para alguien tan verbal como yo el hecho de no ser capaz de recordar los nombres de los lugares visitados más allá de La gran muralla (The Great Wall) o La ciudad prohibida (The Forbidden City) o el Mercado de la Seda y las Perlas (Silk and Pearl Market; a éste no fuimos, porque nos pareció mejor idea tratar de conseguir entradas para el partido de baloncesto España-Grecia) dificulta bastante la organización de los recuerdos y experiencias del viaje.

Muralla china

Así­, por ejemplo, resulta molesto tener que referirse a la zona de copas que visitamos como la zona-del-lago-donde-estaba-el-restaurante-vietnamita o pasar las hojas de la guí­a en busca de la zona donde estaba tu hotel y ver que todo te suena a chino y que no entiendes nada hasta que se enciende la luz y recuerdas que la zona del hotel era Dongcheng o Chengdong o Feng shui o Kublai Kan. Me fui a China bajo la apariencia de cultureta occidental y varias lunas después he vuelto convertida en Elsinora Pelo al Viento y Rodillas Coloradas.

Lo de las rodillas, que ya mencioné aquí­ en vivo y en directo, viene a cuento precisamente del “momento postración involuntaria” que viví­ a diez metros del autocar, cuando regresábamos al bus tras una comida en un restaurante internacional en la zona del lago: una docena de platos y un par de cervezas locales, conversaciones cruzadas en inglés y una lucha intestina con las camareras chinas para lograr que entendieran que “bottled water”, “mineral water” o “still water” no eran sinónimo de “agua del grifo llena de bacterias”, sino intentos más o menos desesperados de pedir una modesta botellita de agua para reponer líquidos.

También estaba aquel caballero inglés al que le faltaba un dedo empeñado en comerse sus noodles con palillos, la tarta de cumpleaños para una inglesa del grupo (las velas, al quemarse, activaban un chip que emití­a la cantinela del cumpleaños feliz; hay que ver estos chinos; en todo caso algo pasó porque la canción se oyó como un quejido de la vela al arder más que como una melodí­a festiva) y el váter de agujeros en el suelo con el que nos topamos y luego la taza de madera impoluta.

Plato de pasta oriental

En medio de todo esto, el encuentro con un cámara de Televisión Española al salir del restaurante y el tipo que ante mi incredulidad juraba y perjuraba que habí­a venido a este local para comer jamón español porque el restaurante era portugués (y ciertamente vi a la entrada una carta con productos portugueses junto a otra carta de platos vietnamitas) y el mismo tipo con su niky con el anagrama de TVE diciéndome “adiós, manchega” y decenas de platos de comida yendo y viniendo y las sonrientes camareras chinas empeñadas en cambiarme la botella de cerveza por una nueva a la mí­nima de cambio.

En fin, que lo raro hubiera sido que hubiese podido digerir todo esto sin despeinarme, y así­, buscando un correlato fí­sico a mi confusión mental me dije a mí­ misma “hagamos algo” y diligente como soy cuando me pongo, encontré un obstáculo en el suelo y decidí­ tropezarme con él, a diez metros del autobús aparcado, y caí­ de rodillas al suelo pekinés, no tanto maravillada ante el despliegue de lujo oriental como vencida por tanta cosa incomprensible junta.

La rana Gustavo herida

Mi amigo y compañero de fatigas, confuso también ante esta realidad compleja, pero más modesto o prudente en la elección de sus correlatos, ya que se dedica a la prevención de riesgos, se contentó con dejarse caer la comida en diversas partes de la camisa, según diversas coreografí­as versión Mister Bean con palillos, y con dejar caer su gorra desde el respaldo de la silla al suelo todo el rato, gorra que sistemáticamente alguna camarera china se empeñaba en darme a mí­.

El conductor del autobús, chino, entendió perfectamente que mi correlato no estarí­a completo sin que un lugareño tuviera un papel destacado, así­ que en cuanto subí­ al bus se acercó a mí­ con diligencia y el botiquí­n y primero me puso dos tiritas sobre las dos rodillas, luego me las quitó y sacó un bote de un lí­quido morado y un bastoncillo de oí­dos, y un paquetito de toallitas impregnadas con un niño chino dibujado, me limpió la zona, abrió con energí­a el bote de antiséptico y me hizo un cuadro abstracto en la parte alta de cada pierna (bulto morado sobre fondo blanco; ¡y cómo escocí­a!), cuadro que tuve oportunidad de lucir el resto del viaje y por el que se interesaron a diario mis compañeros de viaje ingleses y que me obligó a iniciar la moda del pantalón pirata remangado.

Aún hoy, con la herida completamente cerrada, la costra me tira y me pica. Creo que tendré que buscarme correlatos más virtuales en lo sucesivo, aunque eso suponga privarme de conseguir un souvenir artesano o de un ready made corporal hecho a medida en Beijí­n e incluso aunque eso le prive al grupo de conversación para rellenar los ratos muertos.

Pues ya sabéis la forma de convertirse en Madame (o Monsieur) Betadine. Es divertido, pero all in all no termina saliendo rentable, porque al regresar a España no encuentras a quién venderle el cuadro que te pintó el conductor de autocar chino sin perder el uso de tus piernas (y blancuchas y todo, les tengo cariño).

Seguiremos informando.

Teléfono rojo

Teléfono rojo, volamos hacia Pekí­n

Bueno, todaví­a no. Volaremos en agosto para la inauguración de los Juegos olímpicos.

Seguiremos informando, creo.

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