Ando enfrascada en mi Javier de Mier (JdM) , como alumna aplicada (aunque tardía) que soy, pero no quería dejar pasar la oportunidad de dejaros el link a la web en la que se votan palabras como favoritas o se proponen nuevos vocablos para la sección de Ficcionario. Es ésta.
(“Malevo” es una palabra chula, ciertamente, pero ¿qué tal “alevoso“? ¿Tienes alguna favorita de entre las existentes? ¿Y alguna palabra de nueva creación que proponer?)
La iniciativa esta de las palabras, gestionada por el Instituto Cervantes, se va a hacer coincidir con el Día del Español, que se celebrará este sábado día 20, simultáneamente en 73 centros de todo el mundo para conmemorar la mayoría de edad de los Cervantes como institución. Más datos aquí.
El día 20 también es la fecha de entrega del cuento del JdM de este año, así que de nuevo me quieren dejar con el corazón partío (por cierto, ayer en la recapitulación para el último episodio de “La chica de ayer” volvieron a poner esa escena en la que el marido le recita a su enfadada mujer parte de la canción de Sanz como si fuera un poema). Pero en fin, que todo sea que uno tiene dificultades para acudir a cosas apetecibles que coinciden en el tiempo…
Me quedo con “malabarista”…
Bonita palabra, cierto. ¿De dónde vendrá? A ver qué dice El libro gordo de Petete…
El término “malabarismo” se introdujo en el castellano en el siglo XIX, como un calco del portugués. Los lusos llamaron malabarismos a los complicados equilibrios, saltos o juegos de manos que hacían los habitantes de la costa de Malabar, en el suroeste de la India, zona muy frecuentada por marinos y comerciantes portugueses en su ruta hacia Oriente, según explican Buitrago y Torijano en la p. 142 de su Diccionario del origen de las palabras(Espasa).
Otra palabra de origen portugués que se difundió por efecto de la vertiente marina y comerciante de los lusos es “tempura”, ya sabes, el rebozo japonés que se hace con aceite muy caliente y una harina especial. Según leí en una guía de Japón, fueron los misioneros portugueses quienes llevaron la costumbre y el término a tierras niponas.
Yo me quedo con el tema del Ficcionario. Nunca había oído hablar de él.
Me parece relucinagnánimo!
PD: una pena que no se pueda navegar “fácilmente” entre las letras de comienzo de cada palabra.