Literatura y blog: Corazón partí­o

Estos días publico con poca frecuencia no tanto por falta de tiempo o por exceso de carapantallismo sino porque el concurso de cuentos Javier de Mier es inminente (el día 20; todavía estás a tiempo; ¡anímate!) y algunas ideas que se me ocurren podrían desarrollarse en forma de post o en forma de cuento y en caso de duda las dejo reposar, porque el blog no precisa atenerse a una fecha, pero el concurso sí.

Muchas de esas ideas probablemente no se convertirán ni en cuento ni en blog, pero de momento me parece importante crear un espacio entre la inspiración y la expresión/creación para ver cómo respira esa inspiración y en qué quiere convertirse cuando sea mayor, si quiere más a mamá-literatura o a papá-blog o al tito proyecto X, si tiende a 0 o a infinito, si se esponja y sube como una novela o si se vuelve fibroso y compacto como un relato o un haiku. Y en fin, soy consciente de que en mi caso la vía del blog tiende a quitarle gas a la vía literaria, porque llevar una bitácora es como perseguir liebres con una Polaroid: con frecuencia regresas con una imagen curiosa, original y fresca, pero a menudo también te pierdes el contexto de la cosa, los matices, y su complejidad porque ya se sabe que una instantánea deja muchas cosas fuera.

Ahora que lo pienso, esta técnica de dejar un espacio entre estí­mulo y respuesta es la misma que se aplica en Técnica Alexander (mediante la inhibición, las órdenes, y el control primario), o en las teorías de Eckhart Tolle enunciadas en El poder del ahora (buscando el silencio, reparando en el espacio, centrándote en el presente y en la presencia; suena muy místico pero en realidad es bastante sensato e intuitivo) o incluso en Pilates, en plan mucho más fisiológico, permitiendo que haya espacio entre vértebra y vértebra y permitiéndote aislar el músculo o músculos implicados en un determinado movimiento. Y en los tres casos, en definitiva, ese evitar dejarse llevar por el impulso consigue afinar la percepción en sentido amplio y mejorar la comunicación con uno mismo, tras limpiar esa especie de gafas sucias por las que nos hemos acostumbrado a mirar y que nos llevan a no repartir el peso del cuerpo convenientemente o tensarnos, preocuparnos por cosas que realmente no importan o que todavía no han ocurrido y a desconectarnos de nuestros músculos y articulaciones y nuestra respiración.

Así que, aunque en la Biblia de todo bloguero la impulsividad es uno de los mandamientos básicos, a veces está bien salirse del guión y descubrir a dónde le podría llevar ese impulso si se lo deja en una especie de cuarentena, simplemente en observación y sin juzgarlo, como se hace en las tormentas de ideas. Seguir un buen rato a la liebre sin hacer ruido y sin hacer ninguna foto e ir dejándose empapar por lo que uno se encuentre antes de ponerle colores a la sensación o a la experiencia o antes de decidir quién es el protagonista de la historia.

4 respuestas a «Literatura y blog: Corazón partí­o»

  1. Va a ser verdad lo de las imágenes y las mil palabras… Lo de las liebres y la Polaroid me ha encantado…
    Y lo digo, por supuesto, por lo que sé de liebres. Que de Polaroids, ni idea…

  2. Me alegro 🙂 A mí también me gustó y de hecho creo que tendría que haber quitado la explicación que había escrito antes de que se me ocurriera la imagen.
    Las Polaroids tienen ese atractivo de la mirada inmediata pero también bastantes limitaciones técnicas respecto a óptica, velocidad de obturación (y por tanto condiciones de luz) formato, definición y color. En ese sentido, tienen un punto parecido a la Lomografía, ya que ambas buscan sobre todo la textura del testimonio inmediato y no la perfección técnica, aunque las cámaras lomo sí emplean negativo.
    Ya puestos, explicaré para quien no esté muy metido en esto y le interese saberlo que las Polaroid se cargan con un rollo de papel sensible y no con negativo quí­mico tradicional; lo que supone que la foto que consigues es una imagen única, contrariamente a las copias que se consiguen a partir de negativo tradicional. Las Polaroid tienen algo de dibujo, de apuntes del natural, de cosa efí­mera y directa.

  3. La inspiración, la búsqueda del duende, de la bombilla sobre la cabeza… qué tema más denso e interesante . Me gusta la última reflexión con la que acabas el post.
    PD: Suerte con el cuento y que quede corazón para los dos.

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