Ocurrencias

Tengo una amiga a la que le pasan cosas muy curiosas. La primera ha sido su particular reinterpretación de lo psicosomático: en uno de los puentes de diciembre, estaba a punto de terminar un encargo muy pesado de tipo carapantallil y decidió que era buen momento para cambiar la contraseña del administrador de Windows, añadiéndole un caracter más para que fuera más seguro, siguiendo los consejos de su antivirus metomentodo (así­ lo llamó ella).

Hizo el cambio de password pero no anotó la nueva contraseña porque era casi como la antigua, de manera que cuando quiso volver a abrir el ordenador no recordaba la nueva clave y no pudo entrar. La nueva contraseña era tan segura, pero tan segura, que no podí­a entrar ni ella.

Seguidora de CSI y demás programas en los que se investigan cosas o se deducen contraseñas, esta amiga estuvo haciendo sus pruebas para ver si daba con la contraseña, pero no lo conseguí­a. Lo que tan fácil resultó a Michael J. Fox allá por los ochenta (Juegos de guerra, cree mi amiga que se llamaba la peli), aún sin Parkinson eso sí­, a ella le resultaba imposible. Habí­a tenido desengaños parecidos con Photoshop y otros programas de edición de imágenes: por qué si en CSI la imagen de un cajero automático por la noche permití­a visualizar hasta los empastes y la etiqueta de la ropa del sospechoso o si me apuras el minitatuaje personalizado de la nalga derecha, por más que el sospechoso estuviera de frente a la cámara y completamente vestido, ella no era capaz de deducir un solo carácter que le faltaba.

Justo o injusto, la cuestión es que ella no era capaz de solucionarlo, así­ que además de desconfiar de todas las series de investigación del mundo mundial, de que el hombre haya llegado nunca a la Luna y de otras cosas que no citaré para no desilusionar a los niños que puedan leernos, empezó a ponerse de los nervios y a pensar que en realidad ella habí­a hecho algo tan tonto como cambiar la contraseña y no apuntar la nueva al principio del puente aposta : era la única excusa razonable para no seguir currando. La cosa es que con ayuda de un amigo esta amiga consiguió solventar el problema: abriendo el Windows XP en modo prueba (pulsando F8 antes de abrir) el sistema te permite cambiar la contraseña del administrador sin pedirte la antigua. Así­ que buenas noticias para mi amiga y malas para las personas a las que les roban los portátiles: es muy fácil cambiar la contraseña del administrador de Windows.

2 respuestas a «Ocurrencias»

  1. Esta amiga mía es casi tan gamberra como yo, pero no sé, había un cierto tono de urgencia cuando lo contaba…

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