Cosas que hago en Madrid y que no podría hacer en Londres

Celebrar mi aprobado del Master con una sidra El Gaitero, famosa en el mundo ente(i)ro, ni con mis amigos X Y y Z. Enfadarme cada vez que veo la información bursátil y compruebo que la libra sigue bajando respecto al euro (la fianza me la devolvieron en libras). Comer estupendamente a diario sin cocinar yo y cuando salgo tener acceso a comida variada y de calidad a un precio razonable (aunque tampoco barato, para qué nos vamos a engañar). Mencionar el tema del fracaso inglés en los europeos de fútbol sin que peligre mi integridad fí­sica. Salir de fiesta sin preocuparme por la vuelta, en una ciudad en la que los taxis son bastante asequibles, sobre todo si vives en el centro.

En la cara negativa, la posibilidad de hartarse de programas de televisión bastante espantosos (cotilleos, malos guiones, actores de calidad muy dudosa; las obsesiones de siempre, nacionalismos, las dos Españas y su enfrentamiento), esa sequedad ambiental castellana que queda como al final, sortear a la gente en el súper o en lugares de alta densidad de ocupación porque hay que ver qué poco se respeta el espacio físico ajeno en este paí­s y también aislarme de las voces y de los oí­dos de las personas con las que coincido en una cafeterí­a o en un restaurante porque hay que ver qué poco se respeta el espacio sonoro ajeno en este paí­s. Y claro, salvo honrosas excepciones, también brilla por su ausencia el respeto por las colas/filas.