Me encontraba como rara hoy, llena de luces y sombras como el día y un poco a lo Caída y auge de Reginald Perry (de hecho la sensación viene durando unos días). Pero pronto lo he entendido. Una amiga me ha recordado el día fatídico que es el 2 de febrero, fecha por un lado del día de la marmota y por otro comienzo del nuevo año chino.
Dejar atrás al tigre (no hagáis chistes) y abrir paso al conejo (no hagáis chistes) tiene lo suyo. Por un lado parece que Phil la marmota por su parte diagnostica primavera pronta, pero no está claro si el diagnóstico es válido en el Viejo Continente (de nuevo luces y sombras, ambivalencia).
En estas cosas andaba yo pensando esta tarde-noche en el dentista mientras esperaba leyendo el periódico a que me llamaran para tapar una muela que me habían destapado hace un par de semanas.
Llevo una temporada de idas y venidas al dentista para cosas que parecen un poco de chiste, tapar, destapar, matar el nervio, tapar provisionalmente, destapar, poner un tornillo, volver a tapar… lo peor es que esta tapa no es definitiva porque “como el boquete era muy grande es posible que se te rompa” (y digo yo, ¿quién ha hecho el boquete, majos con bata blanca?).
En fin, que para mí que el dentista quiere algo conmigo (o con mi tarjeta de crédito) con tanto trajín que se trae. Al menos, de una misteriosa manera, los dolores han desaparecido. Me ha quedado, eso sí, cierta molestia sorda, ¿será la marmota? ¿o cierta nostalgia ronroneante por la pérdida del tigre?
¿Y está bueno?
Me saca veinte años y está casado y con hijos… jajajaja.