Viviendo peligrosamente

Mis últimas semanas han transcurrido viviendo peligrosamente (como dice una amiga mía), porque el pitoniso nutricionista al que he acudido me ha autorizado a comer por fin cosas tan arriesgadas como yogures o pan de centeno. Por raro que parezca, tras varios meses sin tomarlos por prescripción facultativa me he lanzado con precaución e intriga a probar estos alimentos de alto riesgo y en fin, debo decir que sigo siendo la misma y no me han salido cuernos ni un tercer brazo.

Estuve viendo con mucho interés y pizca de nostalgia la inauguración de los juegos olímpicos de Londres (#Londres2012, #olimpiadas #JJOO) el pasado viernes. El montaje me pareció muy interesante, pero en mi opinión el director y guionista quería contar demasiado y de forma demasiado narrativo-lineal. En otras palabras, más allá de algunos momentos o elementos especialmente eficaces o expresivos (el árbol en lo alto de la montaña, los niños saltando sobre las camas hospitalarias), la inauguración saturaba. Para fenómenos de masas dirigidos a un público internacional y heterogéneo creo que es preciso seleccionar más los elementos narrativos y dar más peso a lo emocional simbólico y compartido y menos a la propia gloria y a los hechos concretos. En este sentido, la inauguración de los juegos de Pekín me pareció claramente superior.
En el montaje de Boyle algunos de los fragmentos funcionaban realmente bien, como la parte de la música pop, rap y demás, pero el evento como bloque, pese a sus muchos buenos momentos saturaba.