“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso -reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.
Fragmento titulado El mundo de “El libro de los abrazos” de Eduardo Galeano; pag 1. Siglo XXI Editores en coedición con Ediciones del Chanchito. 2009, Madrid/México D.F./Buenos Aires/Montevideo. Edición ilustrada por el propio autor.
Yo quisiera ser uno de esos fuegos que “arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear”.
Pero me temo que no llego ni a fuego sereno. Y eso por no clasificarme como fuego bobo, ni alumbrar ni quemar es taaaaaaaan triste…
Pues fíjate que a mí no me importaría ser un fuego sereno; además, con mi tendencia a la pirotecnia loca, es improbable que sea un fuego bobo :-), salvo que los tipos de fuegos se puedan combinar o alternar (Galeano no lo dice).
Pero en fin, a lo mejor es cosa de los astros, y los signos astrológicos y el que tiene el fuego en el suyo o en su ascendente… ¡apaga y vámonos! jajaja.
Hola Elsinora.
Este es uno de los textos que más me gustan de Galeano, cada vez que lo leo se me pone la piel de gallina.
Saludos,
Es de lo mejor de “El libro de los abrazos”, cierto, y eso que el libro está muy bien…