Tenedores y deporte televisado

Aquí­ sigo, procesando la experiencia china y procesando la vuelta al calor ocioso en Madrid y la preparación de mi nueva etapa laboral a partir de septiembre.
Además de mucho líquido y comida española con tenedor, estoy ingiriendo altas dosis de deporte olí­mpico televisado, disfrutando con el incombustible Nadal y las muy resolutivas Vivi Ruano y Medina y llevándome un poco las manos a la cabeza con el partido de la primera fase de España contra USA. Ya sé que no era un partido importante, que pasamos a cuartos en cualquier caso y también sé que USA es sede de la mejor liga de basket del mundo, pero me fastidió ver a los nuestros lanzando melonazos desde la lí­nea de 6,25 como si no pasara nada y fallando y volviendo a lanzar a bulto y con ningún acierto. Por otra parte, el arbitraje estuvo claramente a favor de los norteamericanos, pero en cualquier caso fueron claramente superiores.
Me hace raro ver los partidos desde aquí y oír los comentarios de los locutores sobre el calor de Pekí­n/Beijí­n. Los insectos que tanto mencionan como invasores de las pistas deportivas son básicamente libélulas o “dragonflies”, como las llamaban mis compañeros de viaje ingleses; muy apropiado eso de que un país que reverencia a los dragones esté plagado de moscas-dragón; en la antigüedad las figuras en forma de dragón eran privativas del emperador. La cosa es que en Pekí­n/Beijí­n se ve por todas partes volando a distintas alturas a esas libélulas, grandes y molestas, pero que no pican. Hay también multitud de chicharras y grillos (“cricket”, las llaman ellos y también “cicada”) pero esos suelen estar en los árboles, como pude comprobar en la Muralla China, al ver un ejemplar gigantesco que estuve a punto de fotografiar.