Secuestro

Me retiene contra mi voluntad una tribu de vagos-guarros, ayudados por una maldición llamada carapantallismo y plazos de entrega. ¿Cómo sabe un@ que está rodead@ por una tribu de vagos-guarros (a veces, según el cabreo, se les puede poner delante una palabra que empieza por p) y no por vulgares compañeros de piso? La apariencia es normal. Visten al estilo occidental. La ropa es moderna y está limpia, incluso planchada. Pero hay una serie de síntomas que delatan que habitas entre vagos-guarros. En primer lugar, el 90% de las veces eres tú el que coloca los cacharros del escurridor, el segundo es que la dueña de la casa y el otro compañero se turnan para atascar el fregadero, porque son incapaces de poner bien la bolsa de la basura en el cubo de pedal (eso sera dislexia, seguro), porque el estado natural de los muebles de la cocina es con las puertas abiertas, porque los quemadores desarrollan vida propia si tú no podas cada día. Porque a veces los restos de la cena del viernes siguen en la cocina el lunes. Porque con frecuencia hay restos de cigarros en la cocina, porque se dejan la puerta del patio abierta. Porque si se les olvida forrar el cubo de basura del baño, siguen tirando cosas como si tal cosa. ¿Cómo descubrir que están tomando vitaminas? porque de repente empiezas a encontrar las caceloras en posiciones imposibles, la más pequeña abajo y tapas al borde como en las máquinas tragaperras (pero estas si se caen!) y entonces tienes claro que la euforia de las vitaminas les ha dado el arrojo para tratar de colocar algo por sí mismos, pero que la falta de práctica o de nuevo la dislexia, les ha impedido poner abajo la sartén más ancha.
Por lo que me cuentan y lo que leo, la tribu vagos-guarros está muy extendida en La Pérfida, amigus, el homus britannicus es espeso por naturaleza, que diría Félix Rodríguez de la Fuente. De hecho para el contexto inglés mis compañeros son hacendosos y limpios (el baño lo mantienen limpio por alguna promesa tribal o algo, por ejemplo), así que tampoco me quejo mucho, pero cuando tienes que pasar mucho tiempo en casa desespera saber que sólo vas a encontrar las cosas según tu canon de limpieza si las limpias y ordenas tú. En fin, vuelvo al carapantallismo.
(Es posible que en siguientes días no pueda actualizar porque estoy en un pico de trabajo. También es posible que un día una torre de sartenes mal colocadas me escalabre, iré con casco a la cocina por si acaso).

4 respuestas a «Secuestro»

  1. Lo he intentado y a veces funciona, pero supone estar muy encima de ellos y es desagradable ir por la vida de Señorita Rotermeier.

  2. Hay cosas que, a determinada edad, o salen de motu propio o no hay nada que hacer. Si no ves lo evidente, no hay quien consiga ponértelo delante.
    Paciencia, amiga. O unos buenos gritos de vez en cuando. Dirán “hay que ver cómo se pone por una sartén de nada” (porque este tipo de ejemplares tiende a simplificar al máximo y convertir en máxima su simpleza), pero a veces funciona. Y descarga la adrenalina antes de que se pudra en el cuerpo.

  3. Han mejorado en algunos aspectos… no sé cuánto durará. Pero sí, no conviene guardarlo y dejar que crezca.
    Saludos.

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