Saludos desde la Luna

Aprovecho ahora que los de los monolitos negros se han despistado (se han ido a conquistar civilizaciones inferiores, creo, o a celebrar el triunfo del Atleti; ellos son así) para mandar un breve saludo desde la Luna, literalmente.

La vena lunática me viene de lejos, pero es que ahora estoy investigando sobre 2001: Una odisea en el espacio, la peli de Kubrick y su relación con el texto de Homero para un trabajo del master y me temo que por más que me he concentrado para seguir siendo yo misma, habitante del sureste de la capital de la Pérfida y de origen español and so on, los abismos de lo interestelar y lo inexplicable me han abducido y estoy un poco “amarcianada” (o alunizada/alucinada).
La peli de Kubrick nunca me habí­a apasionado. Aún a riesgo de que algunos me manden al infierno diré que de hecho era de las que se dormía viéndola hasta que me tocó analizarla para una clase del Máster. Ahora, sin haberme vuelto una fan acérrima, reconozco que tiene un montón de cosas interesantes y que es una mina sobre narración, montaje, referencias, uso de elipses y silencios, interacción de imagen y música. Pero, claro, tiene una gran tendencia a centrifugarte el cerebro y el resto del cuerpo buscando claves ocultas, coincidencias significativas y demás resonancias. En el casi silencio de esta peli (80 minutos de diálogo en una pelicula de 2 horas 20 minutos), cualquier gesto se vuelve hipersignificativo. El eco de una voz en un espacio vacío te sobrecoge.

Os dejo, que se ha empezado a oí­r un chirrido horrible que anuncia que han vuelto los ET estos de sus cañas interestelares, no sea que me manden a la habitación de suelo reflectante esa que tienen y me toque repetir el número de la vejez, y la copa que se rompe mientras que el vino permanece y demás; la escena tiene su gracia en plan metafórico pero en su versión eterno retorno la verdad es que cansa.

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