Su peluquería es para muchas mujeres como su peña futbolística para algunos hombres. En el año y medio que llevo en Londres no he pisado una peluquería.
He ido varias veces al dentista, al médico general del NHS y una vez a la “nurse”.
He nadado en piscinas decimonónicas (e incluso más antiguas) pertrechada con mi gorro, chanclas, gafas y tapones de oídos.
He viajado en autobuses de dos pisos con el suelo tapizado de huesos de pollo, “chips” nauseabundas y personas que eran botellas de cerveza o de vino ambulantes.
He visto a un tipo bajarse los pantalones en plena calle y ponerse a cagar en el suelo.
Y hasta he encontrado una araña debajo de la almohada y dentro de la bañera y amanecido con picaduras en el cuello.
Sin embargo, he evitado las peluquerías de la Pérfida. En general no me ha hecho falta: iba a Madrid cada dos o tres meses y eso era suficiente. Pero el carapantallismo último hizo que no pisara El Foro desde principios de enero, de manera que el asunto peluquería en Madrid se complicó.
Se ve que para compensar esa carencia he visitado tres veces la peluquería en estos días. Sobre las dos primeras veces no hay mucho que contar, pero en la tercera ocasión, coincidí con Esperanza Aguirre (sí, la de Espe jode lo que somos) y con Ana Botella, la mujer de Jose María Aznar.
Ambas llevaban pantalones negros de licra y el pelo básicamente rubio. Espe le dijo a Ana “¡qué rubia te veo, ji ji!! yo que te he conocido completamente morena” y añadió “mañana voy a tu pueblo a inaugurar un metro”. Ana asintió. Cuando Esperanza Aguirre se despedía de las peluqueras, una de las clientas le dijo: suerte el domingo, estamos contigo.
El barrio en el que está situada la peluquería en cuestión y el precio determinan un determinado perfil de clientas. Por mi parte, voy a esa peluquería porque son muy cuidadosos con el pelo, es como una especie de clínica del cabello. Probablemente os cuente más cosas en otro momento. Ahora os tengo que dejar, que tengo que preparar un rico Tikka Massala y unas ensaladitas para una fiesta.
¡Qué primer párrafo fantástico! Parecía el final de Blade Runner.
Del segundo… prefiero no hacer comentarios.
Cierto, algo de Blade Runner resonaba en la enumeración.
Respecto al párrafo desagradable, resulta que la cosa fue así, qué le vamos a hacer.