”Hoy toca estiramientos y relajación, dice el monitor mientras enciende una barra de incienso y pulsa el “play” en el aparato de música.
Nos tumbamos boca arriba sobre las colchonetas y seguimos las indicaciones del profe.
En un momento determinado, decide que se aburre y que no es importante mantener un cierto silencio para centrarnos en el estiramiento y la respiración y sobre todo que la cosa de la propiocepción que tanto le interesaba el otro día y a la que le dedicamos una clase entera (“A ver: moved la punta del pie muy despacio a un lado y a otro; ¿qué sentís?; y nosotros: pues sentimos que movemos la punta del pie hacia un lado y hacia otro muy despacio”) es una cuestión baladí y trasnochada y que lo que mola es introducir ruido y disfunción en el sistema hablando de lo primero que se le pase a uno por la cabeza, por ejemplo de ese tema tan relajante que es la política.
Sé poco o nada sobre las tendencias políticas de mis compañeros, salvo que dos de ellas trabajan en el Ayuntamiento.
”Ya os he dicho que, visto lo visto, os tenéis que volver todos zen, porque con la que están montando… Es que es increíble, lo están haciendo tan mal los políticos que al final va a terminar gobernando Rosa Díaz (sic).
A estas alturas hemos terminado con las torsiones de tronco y estamos estirando los brazos de forma bastante salvaje. Sentad@ en el suelo con las piernas flexionadas y el trasero hacia delante apoyas las palmas de las manos en el suelo detrás de ti y estiras todo lo que puedas los brazos, echando el peso del tronco sobre ellos. Salvo que seas muy flexible y no estés nada contracturado lo normal es que te duelan a morir o bien los brazos, las dorsales o la zona de las escápulas. A í me tiran mucho los bíceps, pero es una tensión soportable, por ahora, gracias a que suelo estirar.
¿Qué, os duele? Si estirarais todos los días como os he mandado no os dolería nada. Pues ánimo, porque vamos a estar así quince minutos.
La noticia provoca algunos resoplidos en algunos alumnos doloridos. A mí, sin embargo, me ha pillado la vena tranquila y estoy concentrada en el ahora, estirando bien los brazos y respirando hondo para relajarme y haciendo oídos sordos al sadismo de mi profesor, a su dislexia y a su falta de oportunidad sacando la política en una clase de estiramientos. De propiocepción no sé cómo iré, pero de autocontrol, soy un crack.
“Ya digo, lo de la política en este país es una vergüenza, así que como no nos espabilemos terminará ganando Rosa Díaz“ insiste el profesor con un tono apocalíptico, como si la tal “Rosa Díaz” fuera el mismísimo anticristo.
-¿Quién es Rosalía?
La pregunta me la ha hecho una compañera bastante despistada que lleva sin venir desde navidades y que debe de leer poco los periódicos. En ese momento mi tranquilidad zen se sobresalta con lo que podría ser un amago de carcajada, pero tiro de autocontrol y consigo que mi sonrisa interior no aflore al exterior.
”Rosa Díez, que antes estaba en el PSOE. Es que el profesor lo dice mal”. Aquí he bajado el tono, por miedo a que me oiga el susodicho, que una cosa es tener autocontrol y templanza y otra muy distinta tener ganas de morir en el intento.