Toda actividad “cara al público” supone que la opinión de ese público sobre un@ cobra relevancia. Actores, directores, guionistas, escritores se alimentan no sólo de contraprestaciones económicas, sino también de críticas, rankings de audiencia, comidillas en el sector y críticas publicadas en prensa. En otras palabras, en el mundo de la comunicación en sentido amplio el refrán castellano “dame pan y llámame tonto” carece de validez.
Como comentaba semanas atrás en “Cómo reconocer a un bloguero” (artículo que tuvo unas 1600 visitas o accesos, en parte gracias a que fue enlazado desde un lector de blogs), la vida del autor de una bitácora se parece mucho a la de un escritor o a la de un reportero o cronista, y como él está a expensas en gran medida de la respuesta de su público, de su aceptación o no. Las visitas, los comentarios y los enlaces entrantes (que se le cite desde otro sitio web) son elementos fundamentales y son legión los blog que se cierran por falta de feedback.
Por mi parte, como por cuestiones técnicas tengo difícil acceso a las estadísticas de visitas y dado que mis intentos de identificar el perfil de mis lectores no han tenido demasiado éxito, para hacerme una idea de quiénes y cuántos me leen me baso sobre todo en los comentarios del blog y en los que me hacen llegar por correo. Lo cierto es que a veces desanima bastante, porque algunos días uno siente que está hablando solo.Últimamente estas cosas me afectan menos, por dos razones. La primera es que he llegado a la conclusión de que lo mejor es escribir pensando en lo que le gustaría leer a uno mismo (o explorar) y no cargarle a un hipotético lector con la responsabilidad de motivarte y orientarte.
Los internautas no te han pedido que escribas (bueno, algunos sí ;-))) así que son libres de no comentar y por supuesto de no leer. Y la segunda tiene que ver con que bastante tengo con lidiar con la investigación para la tesis para preocuparme de si el blog tiene aceptación o no. En otras palabras, mis egorías ya las tengo comprometidas (es decir la autoestima está ahora puesta en otro lado; una explicación más detallada sobre este concepto, más abajo).
Por más que la teoría de muchos blogueros rece “yo escribo para mí“, toda persona que tiene una bitácora tiende a utilizar determinados recursos o trucos que cree que van a hacer más atractivos sus post y por ende su blog. Si el bloguero además tiene un background relacionado con la Comunicación o con el Marketing estos trucos tendrán una mayor probabilidad de éxito. No voy a detenerme en esto ahora, pero ciertos títulos, ciertos temas y ciertos enlaces tienen más probabilidad de atraer nuevos lectores a tus páginas y de conseguir que quienes ya te leen lo sigan haciendo. El efecto llamada no sirve de nada si el anzuelo empleado no se parece al resto del contenido del blog: el internauta se aburrirá pronto y dejará de leerte. Y por supuesto hay determinados enfoques que hacen más difícil fidelizar al lector: las bitácoras misceláneas como ésta suelen tener menos visitas que las especializadas, por ejemplo. Pero ahí entramos en colisión con los intereses del bloguero: si el abanico de cosas que a éste le interesan es amplio, no tiene sentido que limite su foco “sólo” para tener más lectores.
En fin, el tema de hasta qué punto las reacciones de la audiencia modelan el contenido y la forma de un blog o artículo es complejo y no se agota aquí. El siguiente link a Psicobyte desarrolla la teoría de las egorías, que vendrían a ser una magnitud que mide el estado de la autoestima del bloguero (hinchada o deshinchada, creciente o decreciente, 40 KJ y subiendo) en función de distintos parámetros “termodinámicos”, que consisten básicamente en la cantidad y calidad de sus comentarios y el número de visitas. El ingenioso y certero concepto “egoría” lo he conocido vía Enrique Dans . Al parecer, el término egoría en sí (con su resonancia a “caloría” y “agonía”, incluso a “aporía”: ¿es un halago o un insulto lo que me ha escrito este menda? ¿es un troll o tiene problemas de expresión? ¿es real la realidad?) fue acuñado por Javi Cantero y ha sido aplicado extensamente por Fernando Tricas .
Yo abrí el blog hace un año y no tengo más de dos comentarios a la semana, por lo cual, acabo dejándolo un poco de lado. Yo siempre digo que a quien le importa lo que digas o dejes de decir en tu blog. Lo que está claro es que escribir un blog es como en la vida real, según vistas la gente te mirará de una forma o otra. Por otro lado, mis historias blogueras son banales y superficiales, no tienen mucho que decir o identificar.. y por lo tanto no suelen firmarte..
Entonces menos dos personas JUSTAS que me hablan.. nadie más lo hace, con lo cual, acabo pensando en cerrarlo. No sé.
Un saludo!
Mientras te siga resultando divertido y estimulante “postear” merecerá la pena tener el blog en marcha.