Lo contrario de disléxico

Si alguien es lo contrario de disléxico, ¿qué es, hiperléxico, ortoléxico, ultraléxico? ¿o simplemente un pedorro de las palabras?

Acabo de descubrir que soy hiperléxica, ultraléxica o pedorra de las palabras y como tal me inquieta no saber qué palabra me define.

Curiosamente, he descubierto esta cualidad (o defecto, según autores), en el gimnasio, o para mayor precisión, en el estudio de Pilates, en lugar de en una biblioteca o museo, como parecería lógico. Ser una pedorra de las palabras no impide “promiscuar” un poco a la hora de hacer hallazgos. Llámalo asignatura transversal, “cross training”, o materia de libre configuración.

Abdominales
Trabajando los músculos transversos; 5132824 – Pixabay

Ya os habí­a hablado de las diferencias entre la Bruja y yo en las clases de Pilates. Hemos tenido algún acercamiento, piropea mis camisetas y últimamente ya casi no me amenaza con matarme y ha bajado los decibelios cuando me llama lagartija, pero tampoco es lo que los ingleses llaman “my cup of tea”, aunque reconozco que sabe un montón y que se toma su trabajo muy en serio.

Cierto que no soy la reina de la coordinación y cierto también que ella no es la reina de las palabras. De hecho, con frecuencia llama pies a las piernas o viceversa. Habla con acento italiano y usa mal el subjuntivo y el imperativo, así­ que supongo que lo que ocurre es que el castellano no es su lengua materna y eso explica ciertos errores no graves. Lo curioso es que cuando llama pies a las piernas o genera confusión con su mal uso del indicativo-subjuntivo te riñe como si la culpa fuera tuya. Me pasa a mí­ y nos pasa a todos (el resto encuentra ambiguas algunas de sus explicaciones, pero no sabe por qué).
La cosa es que hoy se me ha ocurrido preguntarle en un ejercicio qué músculo tenía que mover y a partir de ese momento me ha bombardeado todo el rato con los músculos que debí­a activar en cada ejercicio, enumerándolos a toda velocidad, en voz alta y con cierta sorna.

Como lagartija corajuda que soy he aguantado el tirón como he podido y según la propia Bruja, el sistema ha funcionado. Supongo que tras vivir en Inglaterra me he acostumbrado a que entender las instrucciones grosso modo sea suficiente. Quiero decir -y guardadme el secreto- que en esa retahí­la de músculos que me pedí­a mover habí­a muchos que no sabía dónde estaban y mucho menos cómo moverlos.

Pero desde luego esto de llamar a las cosas por su nombre y no por vecindad o aproximación me parece mucho más operativa. No entiendo por qué si hay una palabra que describe exactamente lo que tienes que hacer no recurrir a esa palabra. Para mí­ es como si alguien te dijera suma el número que está a la derecha del 1 y a la izquierda del 3 en la calculadora en lugar de decir directamente el número 2. Es introducir ruido en el sistema, entorpecer la comunicación.

Al terminar la clase me ha preguntado que por qué sabí­a tanto de los músculos. Le he dado una explicación vaga, ya que la precisa hubiera sido muy larga y tirando a inverosímil. Pero, en fin, lo importante es que hemos abierto un nuevo canal de comunicación que parece que funciona mejor que sus indicaciones a salto de mata previas. Para seguirlo usando, necesitaré afilar un poco más mis conocimientos sobre músculos, porque como vuelva a mencionar el gastronemio como hoy me va a tocar sacarme del bolso la apli del cuerpo humano en 3D que tengo en el móvil y ponerme a investigar…

En fin, menudo estrés… Cada clase va a ser un examen de anatomía, como si no tuviera bastante con recordar cómo se mantiene la pelvis neutra o cuál es el brazo izquierdo y el derecho…