Lágrimas y cerebros reptilianos en el Open de Australia

Del fin de semana me quedo con la final del Open de tenis de Australia: el reñido partido entre los dos gigantes y la curiosa reacción de Rafa Nadal ante las lágrimas de Federer al verse relegado al segundo lugar.

Entiendo que perder tras una lucha larga e intensa resulta algo muy difícil de encajar tanto a nivel fí­sico, como emocional y mental, pero semejantes manifestaciones en deportistas de nivel tan alto me parecen poco profesionales y lamentables. Tiendo a considerar que la gente que se dedica a competir deberí­a ser capaz de mantener el núcleo de su autoestima a salvo de la derrota. En las olimpiadas de Pekí­n hubo algún caso parecido, en atletismo creo recordar, y me pareció bastante penoso el espectáculo del deportista con lágrimas en los ojos y el puño cerrado. También fue penoso ver perder los papeles emocionales a Gallardón cuando le relegaron frente a Esperanza Aguirre o, en medio de un debate televisivo, cuando Miguel Sebastián (penosa actuación la suya también) le sacudió la portada de una revista en la que aparecí­a su supuesta amante a la que supuestamente había beneficiado de forma ilegítima. Todo profesional de la competición o del debate polí­tico deberí­a haber aprendido a mantener su cerebro reptiliano (ése que procesa las emociones primarias de cada uno) menos a flor de piel.

Suelo de pista de tenis
Tenis en el atlántico – Pixabay

Sea como fuere, ahí­ estaba Federer llorando en medio de la media noche de Melbourne y debajo de los focos y el calor pegajoso del verano de las antípodas. Nadal acercó su boca a la cabeza del otro para susurrarle palabras de consuelo al oído. Un poco más tarde, mientras alzaba la copa y escuchaba los aplausos, el manacorí con su torpe inglés decía: “Roger, siento lo de hoy…” (“Roger, sorry for today. I really know how you feel right now. It’s really tough (but) remember you are a great champion, one of the best in history and you have proved that”). La escena era propia de un chiste de Gila: el campeón pidiendo perdón por haber ganado delante de miles de espectadores. Pero está claro que lo decí­a de corazón.

Este Rafa Nadal nunca deja de sorprenderme y no por el sentimiento de empatía en sí­ sino por el gesto de enunciarlo con tanta claridad.

Y otra cosa que me llama la atención es lo fácil que es predecir la derrota de un deportista o un equipo en una final a toro pasado. Es un curioso experimento el de comparar los comentarios en directo de los locutores deportivos con los análisis que se publican al dí­a siguiente. En el partido de ayer Federer estuvo a punto de ganar y además firmó algunas jugadas muy buenas pero ahora resulta que todos tenían clarí­simo que estaba herido de muerte y que vencerí­a el manacorí. Lo más curioso de este mecanismo psicológico de negar las dudas a posteriori es que en el fondo tiene como consecuencia negarle a la contienda deportiva uno de los resortes de su sustrato épico: cuanto más igualadas las opciones, más interesante la competición. Cuanto mayor es el nivel de ambos contendientes mayor altura tiene el choque y más apasionante resulta ver cómo evoluciona. Pero en fin, se ve que a la mayor parte de los comentaristas les (nos) tira más tener razón que ser veraces a nivel expresivo o perceptivo.

4 respuestas a «Lágrimas y cerebros reptilianos en el Open de Australia»

  1. Eres dura, muy dura. Ver llorar a alguien nunca es agradable, estaba sufriendo realmente. Intentaba contenerse pero no podía. En absoluto le descalifica como deportista. Simplemente federer demuestra con sus lágrimas que no es un androide sin entrañas. Y no es por nada, pero las palabras de consuelo de Nadal, que por supuesto eran de corazón porque parece un buen chaval, acabaron por hundir del todo a Roger, seguro. Ah, y yo no sé nada de tenis, pero lanzo audazmente una teorí­a: ¿Puede ser que Roger llorara de frustración porque sabe que tiene mucho más talento que Nadal pero menos fuerza muscular y mental? Ahí­ queda eso. espero que esta suposición peregrina no frustre el proceso de beatificación que, como gane algo más, se va a iniciar este año. Ya lo estoy viendo en el calendario zaragozano: San Rafael de Todas las Pistas, o algo así (guiño cutre a tu santa elsinora). Por otra parte el inglés de nadal me encanta porque entiendo todo lo que dice. Además, va traduciendo sobre la marcha, casi calcando palabra española con palabra inglesa. En lo que respecta a los comentaristas de deportes en general, es saní­simo bajar el volumen y contemplar el partido de lo que sea en completo silencio (a menos que esté presente el Mono Burgos, un genio de las metáforas).

  2. Las lágrimas conmueven, es cierto, pero un@ tendería a creer que la gente que está siempre expuesta a perder bajo los focos (deportistas de élite, políticos) ha desarrollado una piel más gruesa o un mayor autocontrol. Es comprensible que tras un esfuerzo fí­sico y emocional intenso y continuado los nervios se puedan romper, pero me sigue pareciendo curioso que les ocurra a deportistas tan experimentados.
    En fin, a lo mejor es que estoy leyendo demasiados libros de meditación 🙂 (por aquello de que soy una santa nerviosa, jua, jua).
    Y sí­, lo de tu San Rafael de Todas las Pistas suena muy probable. Esperemos que traiga menos lluvias y nada de nieve…

  3. Creo yo que lo de Federer es una excepción,porque en varias competiciones ha demostrado un saber ganar y perder excelente. Me dio pena el otro día…

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