Pasar del anonimato y el multiculturalismo a la anglosajona de las calles de Londres a un mundo pequeño, masculino y con las claves culturales de Oriente Medio implica cambios en varios aspectos. Tu figura, que resultaba más bien invisible y tirando a asexuada en las calles londinenses se lee aquí como la de una mujer muy rara y muy interesante en todos los sentidos. Rara pero al mismo tiempo familiar: tú también eres mediterránea de pelo negro y también extranjera en La Pérfida.
Esa familiaridad te vuelve más rara: qué hace una mediterránea soltera en una pizzería llena de afganos solteros. Y además y por más que trates de moverte con soltura en este medio, algo en tus movimientos denota una cierta diferencia no sé si llamarlo de extracción social o de nivel económico: en tu estampa hay algo de pulpo en un garaje, pero quizá ellos lo interpreten como timidez, cosa que te volverá más femenina y apetecible a sus ojos, supongo.
Eres rara y además no dominas el código que reina aquí, pero quizá por algún mecanismo de compensación natural tu inglés ha mejorado al atravesar la puerta: El idioma que pronunciado cuatro metros más allá (al otro lado del escaparate de la pizzería) pasaría por aceptable o correcto, aquí recibe honore de bilingüismo. No es sólo que ellos te lo digan, sino que tú lo sientes al comparar tu fluidez y tu acento con los suyos. Aunque en el año que llevas aquí hayas mejorado mucho desde los tiempos en que creías hablar como Chiquito de la Calzada (cosa que tu examen de inglés desmentía, por otra parte; pero los exámenes y la vida tienen baremos distintos), tu inglés no se ha afinado ni estirado lo suficiente para convertirte en una intérprete de la ONU que es como ellos parecen verte, con tu aire vagamente internacional y vagamente estudioso. Contribuyen al malentendido las largas parrafadas que te echas con Ashkom: tus frases resultan perfectamente opacas para el oído de Shalim, el afgano de uno cincuenta empeñado en que es tu media naranja (en parte el malentendido es responsabilidad tuya, te dices recordando lo del “Are you married?”) y como esa opacidad va envuelta en algo que recuerda bastante al acento inglés, queda convencido de que hablas como la Reina Isabel.
Parece que las tornas lingüísticas han cambiado y que ahora el viento sopla a tu favor. (Continuará)
A mà me recuerdas a Blancanieves rodeada de los 7 enanitos, esta vez muy morenitos y bastante saliditos.
Un beso y suerte en el ruedo maestra!
Precisamente te has ido a buscar un cuento controvertido, jajaja. Ya sabes que se han hecho muchas interpretaciones en plan freudiano.
Gracias por la suerte: me hará falta para capear lo que venga. Quizá vuelva a los “leaflets” brevemente.
Saludos,
E.