Cuando Esperanza Aguirre leyó en aquel periódico el titular “Aguirre destituido” se sobresaltó sobremanera, momentáneamente incapaz de recordar dos hechos importantes.
El primero, que en español, contrariamente a lo que ocurre en el inglés que aprendiera de pequeña, los adjetivos tienen género. Y el segundo, que a una presidenta de Comunidad no se la puede destituir. Puede perder unas elecciones, o en una asamblea interna y no ser presentada, ser inhabilitada como consecuencia de una sentencia o toparse en la Casa de Campo con una trampa en el suelo realizada por espías del ayuntamiento asesorados por técnicos de efectos especiales de películas de Tarzán y aparecer en un submarino de una vieja película de 007, de esas que tiene en sus archivos Telemadrid, o en medio de un saloon de una película del oeste de esas con las que nos obsequia a diario al mediodía la cadena regional.
Un descuido llamativo el de no recordar tales hechos y sobresaltarse pensando que la destitución de un entrenador mexicano es en realidad la suya, pero en fin en este tiempo de escuchas secretas, declaraciones contradictorias y puñaladas traperas es fácil ponerse a la defensiva y ver peligros donde no los hay.
Éste es muy bueno. Breve, preciso y divertido.
Voy a tener que ponerme acceder al blog como tarea (mira que soy disperso)…
Me alegro de que te haya gustado (yo, sin embargo, tenía la sensación de que a este post le faltaba o sobraba algo; que no estaba redondo).
Siempre puedes meter este blog en un agregador y consultarlo periódicamente a la vez que los diarios y demás. (La opción de que te mande aviso al móvil o al correo electrónico cada vez que se publique algo nuevo supongo que es posible con el WordPress, pero no lo sé hacer).