La cocina de fusión según Elsinora (II)

La parte de fusión consiste en que preparé los mejillones gigantes de Nueva Zelanda mezclando las instrucciones de la dependienta de la deli tailandesa (que no entendí muy bien, la verdad, entre sus chapurreos y demás) con mi mundialmente famosa vinagreta a la española (y si no preguntad en mi casa, en Madrid, quién hace la mejor vinagreta).
La dependienta carismática me había insistido mucho en que si cocía el basílico con ramitas me lo comiera, o justo lo contrario, que no se me ocurriera comerlo. Algo pasaba con las ramas del basílico, en fin. Así que cocí dos puñados de mejillones durante unos quince minutos con el basílico –la dependienta había dicho diez minutos, pero aquello tenía una pinta muy cruda- y el lemon grass y mientras hice una vinagreta en plan cocina de campaña. Porque vale, yo en Madrid me apaño bien, pero ¿cómo hacer una vinagreta sin mortero? Pues en un bol lo más estrecho posible, con el mango redondeado de un pincho de carne y procurando separar tus ojos de los pinchos que quedan para arriba. Fundamental esta pequeña precaución. Se trocea el ajo, se añade un poco de aceite de oliva y se aplasta concienzudamente el ajo, tiene que formarse una emulsión (que se note que mi madre es boticaria, traducido: el aceite se pone turbio). Añades pimiento troceado, cebolla, vinagre y sal. Lo mezclas bien y si ves que te has pasado de ajo como fue mi caso (o si el ajo está seco y pica más de lo normal), añades trocitos de tomate natural, que como mi madre señala siempre alarmada agua la vinagreta pero también le quita mordiente. A todo esto el tiempo iba pasando, yo le iba explicando los pasos y dando charleta general a Yoko en inglés, muy metida en mis dos papeles de anfitriona latina y profesora concienzuda, aquí es donde tal, esto vale para cual, las sartenes las compartimos, en España es costumbre tomar y ella muy interesada en todos los detalles de mi día a día, este es el mug donde tú tomas el té y a la vez me comentaba que en Japón en invierno es costumbre tomar cosas que salen de la tierra, como el ajo o las patatas, porque se consideran muy curativas pero mientras tanto me iba entrando un cierto sopor porque me había levantado temprano y no había parado de currar en todo el día, así que mi discurso empezó a parecerse al de HAL, el ordenador de 2001: Una odisea en el espacio cuando lo desenchufan y también yo como HAL iba comentando “se me va la cabeza, no puedorrrrllll”. Traté de concentrarme e hice la ensalada con variedad de hojas verdes, queso rallado, almendras y nueces del brasil ralladitas también además de aceite de oliva (por aquello de que Yoko lo tomara, craso error: demasiado elemento graso; no intentes hacer esto capítulo III). A todo esto empecé a pensar que…

Continuará