In London, again (I)

Los Reyes, tras dejar regalos a los niños buenos y carbón a los acreedores de combustibles (vistos los tiempos que corren no sé quiénes fueron más afortunados), tuvieron a bien desviarse un poco y acercarme a Londinum el día 6 por la tarde. El envío de Sus Majestades llevaba retraso porque subcontrataron a Easyjet (donde vamos a ir a parar!!), pero a cambio me proporcionaron un vuelo lleno de niños hiperactivos que curiosamente no me terminó de sacar de quicio a pesar de las cuatro horas que había dormido y de lo mucho que tenía pendiente. Con un ojo iba leyendo “La Tempete”, versión postcolonial y en francés escrita por Cesaire Aime sobre la obra de Shakespeare “The Tempest”, textos sobre los que -Dios y sus milagros mediantes- escribiré una tesina en una semana (ejem ejem) y con otro 0jo, hiperactivo también él, controlando las idas y venidas por el pasillo del enano rubio y de mejillas sonrosadas que le tenía querencia a nuestra zona y a cuantas espinillas se interpusieran en su camino, los saltos de Hugo, hijo de española (bióloga) y de alemán (llamado Olaf), que era un enano elástico empeñado en saltar y saltar, los jugueteos de Alejandra (cinco años, hija de española y francés) con sus mensajitos que acababan casi siempre en el suelo, junto a mis pies, y sus incoherentes pero estimulantes comentarios a diestro y siniestro, mi tierna compañera de asiento, adulta, catalana, y juraría que embarazada de pocos meses, amorosamente dormida con un dedo de su enorme novio inglés entre los suyos, o el caso misterioso de Clara, hija de una chica rubia con el cartel de soy Anglosajona y autista, además de estar embarazada y un hombre joven alto que me pareció que hablaba inglés y español con fluidez pero ambos con acento extranjero, a pesar de que por su físico podría ser español, Clara o Clarita (tendría un año) era una especie de bulldog…
Continuará