Erika Ortiz o la distancia de las preguntas

El otro día supe por mi madre lo de Erika Ortiz. La noticia de su suicidio me ha afectado por tres razones. La primera es que la conocía, aunque indirectamente, ya que era compañera de facultad de mi hermano y se trataron bastante (mi hermano ya advertía que la chavala andaba bastante perdida, por cierto). El segundo motivo es que su hermana es de mi edad y estudió en mi promoción y que antes de eso había estado matriculada en mi instituto. La tercera razón es que llevo una temporada en la que este tipo de cosas son relativamente frecuentes en mi entorno. No me refiero al suicidio, sino a la muerte. Supongo que un tema así a algunos no les parecerá apropiado para un blog (“mal rollo”, “quita, quita” etc). La vida es compleja y creo que una bitácora debería intentar reflejar todos sus matices, no sólo los festivos. En lo que de mí dependa, no quiero colaborar a crear representaciones de la vida de cartón piedra, como se empeñan en hacer los medios.

Acelerador de partículas
Por otra parte, cuando uno decide irse a vivir fuera y especialmente a mi edad lo hace en parte como una forma de madurar: salir de tu entorno supone introducirte en un acelerador de partículas o de procesos. Vivir en La Pérfida me ha comprado un billete exprés de ida hacia la edad adulta. La cosa es que no venden billetes de vuelta, por más que a uno le gustara contar con una red para su vértigo. No es posible y probablemente sea mejor así. ¿Pero qué es ser adulto? ¿A qué se parece ese lugar mental en el que me estoy instalando? Contrariamente a lo que uno intuye de pequeño o de joven, ser adulto no es tener las respuestas, sino más bien tener la responsabilidad de responder.
Supongo que se trata de eso: la distancia entre las preguntas y el adulto es mínima, mientras que los adolescentes suelen contar con un intermediario (escuela, figuras a las que admiran, padres, amigos, los medios de comunicación) o bien les parece que no les corresponde a ellos responder, no de forma urgente. El vector entre ellos y las preguntas se difumina. Las distancias se agrandan.

Madurez y electricidad
Como adulta, me parece que la felicidad o infelicidad de los que me rodea me apela a mí directa o indirectamente. No se trata de que yo tenga que hacerles felices –¡aunque ya me gustaría que estuviera en mi mano!- sino más bien de que siento que desentrañar la naturaleza y trazado de esas fibras misteriosas, de esas conexiones intrincadas y complejas que terminarán encendiendo o apagando el circuito, es mi responsabilidad. Y es un conocimiento encaminado a la acción, además.

Constelaciones
Otra razón por la que me ha afectado esta noticia sobre Erika son los casos de depresión o desánimo de mi entorno inmediato. La psicología y las motivaciones de cada quien siempre han sido un misterio para mí. Cada persona encierra una constelación de elementos dentro de sí y la interacción entre esos elementos es compleja y con frecuencia imprevisible. La literatura (de ficción y la clínica), el cine y la biografía de cada uno está llena de ejemplos. Me molesta mucho la actitud de quienes creen que su experiencia es la norma universal y que como a él o a ella les va bien en general, la única razón de los problemas de los demás radica en su propia debilidad. (De igual manera que quienes dan lecciones sobre cómo dejaron de fumar considerando que todos funcionamos igual, pero en fin).

Tengan cuidado ahí fuera
Vivir fuera te vuelve más pragmático y más lleno de iniciativa (self starter, dicen por aquí) pero también más respetuoso con los bajones y debilidades de los demás, porque descubres que el mundo exterior, el mundo desprovisto de la “corteza” de familia, amigos y contexto conocido puede ser muy hostil. Somos un conglomerado tal de química y entorno social, de educación y actos repetidos que a veces un@ tiene la sensación de que un simple desequilibrio hormonal sumado a una mala racha te puede dejar sumid@ en un entontecimiento obsesivo o en una apatía plegada sobre sí misma de los que te puede resultar muy difícil salir. Los planetas de la constelación que somos a veces entran en un bucle.

Circuitos multideterminados
Un profesor de mi facultad –que probablemente diera clase también a Letizia Ortiz-, algo cargante pero bastante culto (creía poseer las respuestas de todas las preguntas: amén de cargante, un iluminado), y que curiosamente estudió en Inglaterra como yo, decía que lo psicológico está multideterminado, es decir que ningún acto extremo obedece a un solo factor. De manera que la cuestión es trabajar en los factores que dependan de uno para que los que parecen escapar a nuestro control no sean suficientes. A por ellos, que son pocos y cobardes.

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Dedico este post a Vicenzo Andolini, mi hermano menor -que no pequeño ;-)-, y a Pilar. Al primero, porque conoció a Erika y a la segunda porque este artículo le tocó una fibra.

6 respuestas a «Erika Ortiz o la distancia de las preguntas»

  1. Un post muy completo.
    Yo siempre pensé que la gente mayor era distinta de los niños, y que siempre sabían que hacer. Ahora veo que sólo son niños a los que les ha pasado el tiempo. Y con un montón de inseguridades.

    Y si esas inseguridades y dudas ocurren cuando estás lejos de tu entorno (léase en el extranjero) la falta de referentes te puede dejar en caida libre.
    Así que estar en el extranjero te hace conocerte mejor para identificar lo que es un problema, o una tonteria pasajera.

    Muy buen post.

  2. Sirvientés:
    Claro, la cosa es exactamente así: oficialmente te corresponde responder pero eso no significa que conozcas las respuestas (muchas preguntas no tienen respuesta, o tienen varias posibles).
    Y sí, vivir fuera es como meterte en la máquina de la verdad, lo que ocurre es que toda medicion tiene su margen de error, de manera que aun asi muchas veces te empeñas en que lo grande es pequeño y lo pequeño es grande (en materia de problemas).

    Parianea:
    Me alegro de que te haya gustado.

  3. La teoría, ya veo, muy bien; pero si pillas un billete de vuelta, no lo uses, pásamelo, que yo sí quiero volver con mi mamá.
    Muy chulas, la fotos.

    Hala! Mucho ánimo.
    Pilar

  4. Si pillo billetes, repartiré con generosidad, pero me temo que hay un montón de cosas en contra. Imagina que cuando intentas volver con tu mamá (qué dulces son las madres, a veces)resulta que ella ha decidido volver con la suya y ésta con la suya y así hasta Eva. Se nos olvida que los padres no nacen adultos…
    Beeeeesooos y buen “finde”.

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