El siglo XXI llega a Eurovisión

Por fin Eurovisión ha acusado recibo del siglo en el que estamos y los organizadores han montado un escenario contemporáneo, los grupos participantes se han currado sus actuaciones como si se tratara de conciertos contemporáneos vistos por millones de personas y la gala en sí­ se ha concebido y realizado teniendo en cuenta a un espectador euroasiático con bastante cultura audiovisual y musical a las espaldas y cierta sensibilidad. Cierto que se trata de un público de lo más heterogéneo, pero hay ciertas claves universales que tienden a funcionar, como la mezcla de recursos del Cirque du soleil, por ejemplo, o la versatilidad de un escenario que permite recrear espacios y ambientes tan distintos. Y también está bien mandar al concurso a buenos cantantes y músicos de cada “casa”, tu Noa (Israel), tu Andrew Loyd Webber al piano para acompañar a tu Jade Ewen de preciosa voz (Reino Unido), tu Patricia Kaas (Francia) etc etc.

Que el concurso de este año lo haya ganado un dibujo animado de nombre Alexander Rybak no deberí­a extrañar dado el contexto de contemporaneidad y nuevas tecnologías en el que se ha producido esta última edición. Rybak, de origen bielorruso pero representando a Noruega, es compositor, cantante y autor y dibujo animado japonés por los cuatro costados, nariz respingona pero lo bastante ancha para que le dé un toque de bondad.

La canción contaba que este muñeco tipo Marco estaba enamorado de una chica que es un cuento de hadas: se peleaban todo el dí­a, pero por las noches se volví­an a enamorar; estar con ella era como la montaña rusa, le subí­a a lo más alto a veces y otras le ponía muy triste. (Aquí­ video con la letra). Cantó algo desafinado en algún momento y su inglés era tirando a flojo, pero miraba mucho a la cámara, y gesticulaba con la convicción del dibujo animado-compositor que sabe lo que se trae entre manos. Y en algún momento de la canción también decí­a que esa chica se parecía a ti, a mí a Candy Candy, a Heidi y a quien se tercie. Por otra parte hay que señalar que Alexander es hijo de una pianista y un violinista y que ambos le han educado en la música clásica y el folclore. Y por otra parte, al parecer, la canción de marras tiene un punto autobiográfico.

Si Vladimir Propp levantara la cabeza no sé que pensarí­a de esta reivención de los cuentos de hadas.

La sirena “panorámica” de Islandia, Yohanna, con su piel blanquí­sima y sus rasgos enormes también estuvo bien posicionada en las votaciones gracias a su parecido a otros dibujos animados y leyendas más o menos universales, aparte de que los méritos de la canción y de la propia interpretación.

Otro de los rasgos destacados de anoche, además de la tecnología y la iconografía de dibujos fue el toque local/folclórico: más leve en el caso del ganador (la ropa era vagamente de campo, más en plan tirolés que otra cosa; pero bastante parecido a otras ropas de otros países), muy evidente en el caso de las turcas, los portugueses, las armenias, los moldavos, etc.

La otra tendencia evidente fue el lado operístico: presente en la concursante de Islandia, el rubio tenor de Croacia o la intérprete sueca.

En mi opinión, Soraya lo hizo bien, pero tuvo la poca fortuna de presentar un producto eurovisivo impecable justo cuando las tornas de Eurovisión habí­an cambiado hacia una mayor exigencia musical en general y hacia un afán de marcar diferencias o personalizarse (vía folclórica, vía puesta en escena) y en la línea de una mayor heterodoxia (este año había muchas canciones que escapaban al género Eurovisión y que al mismo tiempo estaban muy bien). Además, Soraya ocupó un puesto poco lucido, porque efectivamente uno tiende a acordarse del último participante salvo que esté tratando de mandar su voto por SMS y salvo que el nivel haya sido bueno y haya elegido a un par de favoritos bastante pronto.

Mi canción favorita fue “Believe again” de Dinamarca, porque me pareció bien hecha, pegadiza y profesional; en su momento pensé que esta canción podrí­a ser cualquiera de las canciones que uno oye en la radio, cantada por un anglosajón; ahora me doy cuenta de que eso en realidad es un hándicap, especialmente si quien la canta no es el representante de Reino Unido. Juzgad vosotros, en cualquier caso.

Y también me hizo mucha gracia la propuesta alemana Miss Kiss Kiss Bangâ de Alex Swings Oscar Sings, musicalmente fresca y con un puntito rompedor y gamberro (Dita Von Teese incluida). Me pareció menos redonda o menos vendible que la danesa, pero visto ahora, me parece que tenía mucha más personalidad y que al fin y al cabo también tení­a su punto alemán (pese a su mucha influencia norteamericana) por aquello del cabaret germano y su intérprete con aspecto de dibujo animado.

Y bueno, la canción portuguesa también me pareció una buena opción para oí­rla, tení­a un punto agradable, punto que la parte visual estropeaba.

Para terminar el post, comentar que la cantante de Albania era talmente la hermana pequeña de Mónica Naranjo. La “Anti-crisis girl” de Ukrania (la de la parafernalia extraña de los aros metálicos y demás) me pareció la única que no daba el nivel, con su rollo de prostituta chillona de parque de atracciones.

Pero en general me gustó mucho todo, la gala en sí­, las actuaciones hasta los presentadores tení­an su punto (más él que ella, pero…).

Eso sí­, muchos de los portavoces de los jurados siguen con problemas de gramática en inglés. Señores míos, se dice “8 points go to” y no “8 points goes to”. La “s” es para la tercera persona del singular y que yo sepa 8, 10 o 12 puntos son más bien plurales… Otra cosa es si la frase se hubiera construido en plan “mi voto de 8 puntos va para…”, pero no ha sido el caso.

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El despliegue tecnológico ruso al parecer costó 40 millones de dólares.
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4 respuestas a «El siglo XXI llega a Eurovisión»

  1. Lo del dibujo animado me ha hecho gracia. Sí­ es cierto, y eso lo han comentado también otros, que su cara era expresiva, jovial y quizás con la misma inocencia de la que hablaba la canción. La escuché cuando acabaron las puntuaciones, lo de antes no lo vi y me gustó, tengo ganas de oírla de nuevo.
    Y no fue la única, es cierto que hubo otras canciones que estaban bien, (por lo poco que escuché, me llamó la atención la de Estonia)
    A mí­ me ha llamado la atención, cómo de una forma tan unánime ha gustado, cómo esto tan pocas veces se produce. Con independencia de los votos amigos, la canción de Noruega es, salvando las distancias, algo así­ como un “Corazón partío” eurovisivo.

  2. Los del “corazón partí­o” eurovisivo son sin duda los seguidores de Soraya… algunos foros de Internet echan humo. ¡Qué difícil resulta saber encajar la derrota a veces!

  3. Totalmente de acuerdo con tus comentarios Elsinora. Me he llevado una agradable sorpresa este año con Eurovisión, en general, por la calidad de muchas de sus canciones y ha entretenido el espectáculo. Con respecto a Soraya, pues no tanto… demasiado autobombo y una pobre puesta en escena (la “sorpresa” de desaparacer cantó un poco cuando se veí­a cómo se agachaba la cantante antes de que sus bailarines subiesen la cortinilla del todo). Una pena, con la voz que tiene, podría haber hecho algo distinto también.

  4. Amo Ribak, Gran Ganador!!! “Fairytale” Mejor Cancion sin dudas!!! Las demas merecian quedar leeeejos, leeeeeeeeeejosss… (dibujito animado?????:P)

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