El fiasco de la librería Shakespeare & Company

Quienes hayáis visto la peli Antes del atardecer (Before Sunset) o leído el libro Time Was Soft There del canadiense Jeremy Mercer, o conocido los avatares de Joyce para publicar su Ulises sabréis de la existencia de una librerí­a emblemática en la rive gauche del Sena, bañada por un cierto halo romántico y seductor.

La librerí­a parisina Shakespeare & Company tiene una historia compleja, en la que con frecuencia las cosas no son lo que parecen.

Situada desde los años 50 en la rue de la Bûcherie, frente a Notre Dame, es heredera de la que fundara la mí­tica Sylvia Beach (nacida en Baltimore), primero en la calle rue Dupuytren y luego en la rue de L’Odéon, muy cerca de la librerí­a francesa Maison des amis des livres de su pareja Adrienne Monnier.

Librería Shakespeare & Company

La época de Beach fue la de Ernest Hemingway, Ezra Pound, T.S. Eliot, Scott Fitzgerald, Gertrude Stein y James Joyce, mientras que la de Georges Whitman está asociada a la generación beat de Allen Ginsberg, Gregory Corso y William Burroughs pero también a Henry Miller, Anaïs Nin, Lawrence Durrell y Nabokov.

También  frecuentaron la librería figuras como Sartre, Beauvoir y Breton y hasta el mismo Tony Blair tocó la guitarra delante de su puerta en sus años bohemios según cuenta en su interesante y completo artículo Lourdes Ventura, que nos ha sido muy útil para este post.

La cosa es que los últimos tiempos han tratado mal a esta bookshop y se ha convertido en una especie de casposo café cantante alicatado de libros y de notas de quinceañeras chorras que forran las paredes y los pequeños espacios o habitáculos habilitados con versos inefables y delicados como “el amor me trajo a esta maravillosa ciudad y el amor me mantiene aqu픝 y revelaciones tan impactantes para la humanidad como “se me ha gastado la batería del IPhone, así que no puedo sacar una foto”.

Zona del Sena en París

En fin, que por muchas camas para “sin techo” que tenga esta librería en su programa Tumbleweeds y por más que a cada paso te salte una foto de una celebrity cultural posando en algún rincón del local, al final lo único que resulta interesante de este lugar son los libros de sus estanterí­as (en su mayorí­a en inglés), el papel que desempeñó este lugar en su momento como fermento cultural y la buena noticia que supone que siga abierto (al menos para los amantes de los libros en inglés).

Nos olvidamos de las notas manuscritas en grafí­as de todas las culturas, los adolescentes pedorros que tocan el piano en el rincón con aire poco acogedor y las cabinitas extrañas y de la cajera gruñona (que probablemente sea Sylvia Beach Whitman, hija de George Whitman).

Otras opiniones, en inglés aquí de personas de distintas partes del mundo.

Este blog ofrece una visión más optimista de la librería. Por cierto su autora y yo debimos cruzarnos por allí o poco nos faltó. Pero en fin, nuestras impresiones fueron bastante distintas y por supuesto yo no me fotografié en la librerí­a de marras como hizo ella.

3 respuestas a «El fiasco de la librería Shakespeare & Company»

  1. La librerí­a se ha convertido en un lugar más de la ruta turística de París, ya que aparece en todas las guías y es visita “culta” obligada para muchos turistas que así­ cumplen con la tasa cultural del viaje. Eso sí, todavía quedamos quienes intentamos ignorar todo eso y pretendemos ver los fantasmas y espíritus de los escritores que todavía habitan el lugar.
    Saludos

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