Donde dije digo

Digo Diego… o no sé. La cosa es que dedicarle unos minutillos a contar mis andanzas me motiva más que el tiempo que me quita, así­ que en fin, mientras sea así­, actualizaré según me surja.

El martes, después de la tutorí­a a dos bandas, me encontré con unos cuantos amigos/conocidos en la facultad. Había novedades en las que no me puedo detener ahora. Estuve tomando una infusión con una conocida que escribe una tesis sobre “The years” de Virginia Woolf. Es una chavala encantadora, de Taiwan, a la que he tratado poco porque la conocí en pleno agobio carapantallil. Estuvimos hablando de la relación Woolf-Joyce (ella puso a caldo el Ulises: dijo que era el texto de un adolescente revientagranos; pero según esta amiga le influyó mucho en la escritura de “La señora Dalloway”). Hablamos también de “Una habitación propia”, el ensayo de la Woolf sobre las necesidades de las escritoras que tradujo Borges y que analicé en su momento (fue mi primer essay; el ciclo se cierra). Al decirle que le iba a mandar ese essay porque pensaba que le podí­a interesar ya que trataba tal cosa y tal otra me dijo que yo era muy clever (no sé qué tengo yo con los asiáticos que enseguida les da por llamarme “clever”; será que tengo algo de oriental yo misma, con mis haikus a cuestas). Después decidí­ que estaba muy cansada después de una tutorí­a de hora y media a dos bandas y que me iba a tomar la tarde libre por salud mental.

El contenido de esa tarde, en otra entrega (espero).