La noche en blanco del sábado, incluso con su agujero negro y todo, tuvo su domingo de “resaca”: al encender mi portátil a eso de las dos de la tarde vi con perplejidad que el icono de la red inalámbrica había reaparecido misteriosamente, por más que el día anterior fuera imposible detectar ningún elemento Wifi. El milagro no se limitaba a que de repente detectara el router de casa sino que también era capaz de conectarse. Eso sí, no puedo actualizar el antivirus, so pena de que todo vuelva a empezar. Y tampoco me atrevo a actualizar Windows, por lo que pueda pasar. Al menos he tenido la precaución de crear un punto de restauración, así que si vuelve la máquina del tiempo me garantizo que uno de los momentos tendrá conexión a internet.