“Introspectémonos” II

2. Cuatro lugares donde he vivido.
Pondré cinco ya que en realidad corresponden a dos ciudades.

• Cuando era pequeña, yo, Elsinora, viví muy brevemente en un pueblo al norte de Madrid. Era una zona rural/obrera con casas bajas, pastores de cabras, pequeñas colinas y olor a leña quemada. La zona es ahora un distrito de Madrid, muy bien comunicado, lleno de torres y con pisos que valen un pastón. Teníamos un pequeño jardín que a mi me gustaba regar con una manguera desde la terraza.

• Madrid, barrio céntrico cerca de la Castellana, a la sombra de los impersonales y apabullantes Nuevos Ministerios. Era una zona nueva, muy años sesenta o setenta, piso de protección oficial, de esos de paredes finas. El nuestro daba al norte y era poco luminoso. Teníamos una terraza cubierta, grande y con muchas plantas y juguetes (recuerdo el tanque del Madel Man de mis hermanos que yo utilizaba como coche o monopatín o mi cocinita de Brekar). La ventana interior de la terraza daba a mi cuarto (lo de tener ventanas a jardines en el cuarto se ve que me ha marcado). Era un barrio lleno de gente joven y además era la época del babyboom, así que había niños por todas partes deseosos de jugar contigo.

• Madrid, Chamberí, barrio castizo, céntrico, muy agradable con sus tiendas de todo tipo, su vida de barrio, sus parques. Los vecinos originarios son de sesenta años para arriba, pero hay también matrimonios de profesionales liberales con hijos porque se ha puesto de moda el barrio (casas antiguas bonitas, de techos altos) y treintañeros “trendy” con pasta y también numerosos latinoamericanos (sobre todo dominicanos) que lamentablemente viven hacinados o semihacinados en pisos antiguos sin acondicionar. Un barrio estupendo si te puedes permitir un alquiler alto (pinchar aquí para leer sobre una noche al raso contra el elevado precio de la vivienda en Madrid).

• Noroeste de Londres (West Hampstead). Una zona que me encantó, bien comunicada (metro, varias líneas de tren, buses variados; todo esto es fundamental porque en Londres los transportes fallan mucho) con tiendas pequeñas y grandes, restaurantes, cafés, gente joven, mezcla racial. Pelín ruidoso el entorno, eso sí, con tanto tren y demás. Estuve allí recién aterrizada en Londres, viviendo en casa de una amiga. Tardaba un montón en llegar al college y además los alquileres eran caros, así que cambié de zona.

• Sureste de Londres, principio de zona 3, sin metro pero con un cercanías apañado y cinco buses muy cerca de casa. Está bien comunicada con la facultad y tiene un par de cafés chulos, un par de pubs interesantes y es segura por la noche. Vivo en una una zona tranquila de clase media dentro de un distrito complicado y con un cierto grado de inseguridad ciudadana. Tenemos un parque muy grande cerca de casa con vistas a los Docklands y zorros que se dan carreras en cuanto se pone el sol. A pesar de la fama, y de que muchas partes están asquerosas y cierto nivel de delincuencia, Lewisham es un distrito dinámico, con uno de los mejores indicadores de rendimiento escolar de Londres, pionera en reciclaje, y puntera en música, arte y teatro cómico (aquí se iniciaron artistas de “stand-up shows”, monológos cómicos; información en inglés pero muy fácil de entenderaquí) y en los ochenta fue muy activa en el terreno de movimientos de derechos civiles. Muy cerca de casa además hay una colonia sostenible de una especie de ermitaño que quiere que vivamos de acuerdo con la naturaleza y enseña a la gente a hacer hornos naturales y organiza trueques y demás, según leí en el Time Out hace un par de semanas (yo había visto el “allotment”, el terreno cedido por el “council” en que el tipo hace sus experimentos, pero me había parecido una cosa cutre e improvisada, tipo chabola; después de leer el artículo sigo sospechando que mi primera impresión fue atinada).

Próxima entrega:
Cuatro programas de TV que me gusta ver (increíbles revelaciones en camino ;-), además de sesudos análisis sobre la tele de La Pérfida).

Para ver la relación de las preguntas pendientes pinchar aquí .

“Introspectémonos” I o la reinvención del “meme” en clave narrativa

Me pasa Sirventés un “meme”, que para quien no lo sepa es una cadena con preguntas que debes responder en tu web y luego pasar el relevo, y no sé si darle las gracias o salir corriendo. El carapantallismo y el temporal me impiden lo segundo, así que ahí vamos (reclamaciones a Sirventés ;-)). Eso sí, las contestaciones son de Elsinora que es quien ha recibido y aceptado el “meme”, así que no se corresponden necesariamente con las del personaje de carne y hueso.

1. Cuatro películas que puedo ver una y otra vez.

Esto está difícil. No soy de ver las pelis muchas veces. Ni tampoco de releer mucho los libros. Para la música sí me gusta repetir. Y además soy consciente de la trampa autodefinitoria que encierra esta pregunta (no en vano he hecho preguntas parecidas en entrevistas).

• A mi lado ñoño le gusta “Cuando Harry encontró a Sally” (When Harry Met Sally) y mi lado minimalista le apoya, ya que la peli tiene muchos hallazgos narrativos y usa muy bien las elipsis. Pero la tengo que ver cada bastante tiempo, porque es un poco demasiado… no sé como decirlo ¿ñoña? ¿ochentera? (la ropa especialmente, oh my goodness). La canción de “potaito/ potato, tomaito/tomato” sigue siendo estupenda.

• “Amanece que no es poco” de Jose Luis Cuerda me parece un punto. Funciona mejor si se ve por trozos.

• “El príncipe de las mareas” de Barbra Streisand (estoy quedando muy poco intelectual, pero en fin, me gustan las pelis con catarsis y Nick Nolte me mola).

• “El señor está servido” una peli española de la época del destape, mala malísima, pero con mucha gracia de puro tópica. En casa nos sabíamos parte del diálogo de memoria y decíamos las frases en el momento más inesperado, ante el estupor de los que estuvieran presentes.
Alternativamente, alguna peli de los hermanos Marx (por ejemplo la del tren, con sus “en lugar de dos pon tres” “uno de ellos de oca” y cosas semejantes).

• Me gusta ver de vez en cuando “La jungla de cristal 1”, con ese Bruce Willis que lo aguanta todo, aunque no puedo evitar la grima al ver cómo camina descalzo sobre cristales rotos. Una de las mejores bazas de la peli es la empatía entre el poli negro zampa donuts y Bruce Willis.

En prevención de accesos de somnolencia súbita frente a la pantalla por parte de los lectores, he decidido trocear la respuesta.

Próxima entrega: “Cuatro lugares donde he vivido”.

En sucesivos artículos (coming soon) :

1. Cuatro programas de TV que me gusta ver.
2. Cuatro lugares donde he estado de vacaciones.
3. Cuatro “sitios” que visito a diario.
4. Cuatro lugares donde preferiría estar ahora.
5. Las cuatro personas o personajes que quiero que contesten a este bonito cuestionario.

Oh balancé balancé -Balance de un año de blog y año y medio de Londres

o El que no se ríe (de sí mismo y de la vida en general) es porque no quiere

El aniversario de un blog, como el aniversario de una persona o el fin de año, se puede enfocar de muchas maneras. La más habitual es el balance, que como todo resumen lleva implícita una valoración (estética, moral o ideológica, o un canon, que dirían en mi Máster). Algunos también se ponen nostálgicos cuando cumplen años y a otros muchos les da por contar batallitas. Finalmente, otros prefieren el enfoque “confesiones” (el momento más tal, el momento más cual).

Mi enfoque esta vez va a ser misceláneo, pero va a tener poco de batallita (eso creo que tocará a la vuelta a Madrid… amigos míos y familia: podéis iros preparando, ¡voy a ser una abuela cebolleta total, me temo! porque ya he empezado a darme la brasa a mí misma) y no mucho de confesiones, al menos no en plan amarillo, porque no me parece el formato ni la vía.

Para mí las experiencias más importantes de este tiempo en Londres se articulan en torno a los siguientes ejes:

• El (re) descubrimiento mundo de los sentidos: colores, texturas, sabores de la ciudad y de mi día a día aquí. La naturaleza y la cocina. La importancia de lo material-doméstico.

• Qué se cuece en el mundo de la cultura contemporánea: estudios culturales, postcolonialismo, feminismo, el canon occidental, el multiculturalismo. Entro en este mundo en gran medida gracias al Máster pero también gracias a Londres y su múltiple oferta cultural y humana. Este nuevo marco te (re) coloca como persona y como escritora. Básicamente descubres que hay muchas maneras de hacer las cosas y cuál es el peso de tu background personal, histórico y cultural, para bien y para mal.

• De Chamberí a las afueras de Londres o mi nuevo hogar: una casa en el Sureste de Londres que es un microcosmos con sus características y reglas de funcionamiento “in progress”. Unido a esto, también, ¿qué es Londres? Elsinora y la gran ciudad. ¿Qué requisitos mínimos debe tener tu casa, tu barrio, tus “flatmates”? Para ser una novata en el tema, me he apañado bien. Me aconsejaron bien, por una parte (gracias, Vero, alias la paloma instructora del primer post), por otro lado fui sensata (gracias papis: supongo que esto son cosas que se aprenden en casa) y para rematar seguí una intuición que resultó cierta (las fotos de la que ahora es mi casa me gustaron mucho cuando las vi en Gumtree, y tuve buen feeling con mi compañera de piso desde el principio).

• La independencia o quién narices es Elsinora, qué necesita, qué cosas le parecen prescindibles, qué sabe hacer, qué ignora, qué es capaz de aprender, dónde tropieza sistemáticamente, cómo empezar de cero en un sitio nuevo. Conseguir y gestionar el dinero que necesitas.

• Caracterización de en qué consiste mi relación con el lenguaje, tanto el español como el inglés. Qué me aportan, cuáles son las limitaciones de cada uno para mí. ¿Qué pasa con el francés que en teoría era mi segundo idioma? (Me sigue encantando, la verdad, el francés y los franceses, pero ha pasado necesariamente a un segundo plano). Derivado de esto y relacionado con el asunto cultural, mi relación con los libros, con la literatura. Leer en inglés supone desarrollar estrategias muy distintas a las que yo -lectora y autora más de lenguaje que de trama- solía emplear al leer en castellano.

• Otra forma de percibir las cosas en general, que deja lo verbal en un segundo plano: otra forma de ver los programas de la televisión, de interactuar con la gente: por ejemplo, te fijas en otras cosas, buscas el pragmatismo más que la expresión correcta o el matiz. Parece que el equilibrio verbal/visual se hubiera roto claramente a favor de lo visual, pero ocurre que no empecé a hacer fotos hasta muy tarde (tanto en España como en mis viajes solía hacerlas y con un estilo bastante definido). Creo que lo que me ocurre con las fotos es que o bien las hago en plan primera impresión de un sitio o en plan impresión de un sitio que conozco mucho, mientras que empezar a vivir en Londres era una situación intermedia. Sin embargo, el lenguaje para mí es un elemento todoterreno e incluso omnipresente. De hecho creo que esa naturaleza lingüística me ha complicado las cosas aquí pero al mismo tiempo me ha permitido conservar mi marco -soy como la tortuga que arrastra su concha lingüística. Y a medio plazo está dando como resultado un inglés bastante bueno. El cambiar de idioma, a un escritor le rompe por un tiempo y luego le reconstruye. Espero con impaciencia esa reconstrucción sintética (al modo de la dialéctica marxista; tesis– antítesis– síntesis), porque de momento me siento un poco desmembrada, estado que te da ligereza pero te da una apariencia extraña y escasa movilidad, si a eso vamos ;-0 (Exagero, claro: hoy por hoy me siento bastante cómoda leyendo y escribiendo inglés; lo entiendo bastante bien, lo hablo regular, aunque con claridad según me han dicho; y a la pregunta que algunos me hacéis a veces sobre en qué idioma sueño, las pocas veces que me acuerdo de lo que sueño había partes en inglés y partes en español; pero en este mismo post he tenido que corregir un par de estructuras inglesas que se me habían colado, básicamente lo de escribir frases en plan sujeto, verbo, predicado, el castellano es más flexible para eso y por otra parte cuando voy a Madrid se ríen de mí cuando llamo librería a la biblioteca y cosas así y aquí en Londres a veces cuando hablo español “canto”, quiero decir que doy al final de las frases una entonación ascendente en lugar de la descendente propia del castellano -hablo como si preguntara en lugar de afirmar algo-; yo es que siempre he sido un poco vacilona, por otra parte, vacilón, qué rico vacilón).

El rincón de Elsi

El post de hoy va a ser un poco doméstico. Hoy quiero hablar de lo importante que es tener buenos hábitos para la higiene mental. Tener un cierto orden vital, alternar el trabajo con el descanso, las actividades intelectuales con algunas físicas, comer de forma equilibrada y cuidarse en general. No se trata tanto de dar consejos (ni que fuera el barbudo de los Briconsejos de La 2), como de compartir mi experiencia, por si a alguien le sirve.

En este terreno debo decir que mi Pepito Grillo es la para otras cosas muy desestructurada S., mi flatmate y casera locuela. Cuando ve que dedico muchas horas seguidas a estudiar o a trabajar me recuerda lo necesario que es parar, darse una vuelta, descansar, y que llegad@ a determinado punto, tu rendimiento baja mucho y es mejor cortar, dedicarle menos tiempo pero que este tiempo sea de calidad (el concepto “quality time” lo usan mucho en Inglaterra, aplicado al tiempo que los padres dedican a los hijos, por ejemplo, o a tu trabajo creativo o intelectual). Me parece que este tema del trabajo extensivo, de “echar horas y horas” los españoles somos expertos y que probablemente de ahí viene en parte nuestra baja productividad a pesar de que somos de los que tienen una jornada laboral más larga. También sucede que tenemos mucha costumbre de mezclar trabajo y relaciones sociales (el cafelito o la caña en el bar de abajo, la larga comida con sobremesa…) y que en general la tecnología no está muy bien implementada.

A lo que iba, para rendir uno tiene que tener claro qué es ocio y qué es trabajo. Si se trabaja como free lance es difícil establecer esa diferencia y también es dificil cuando uno trabaja en algo que le gusta, o cuando aficiones y curro coinciden, o cuando las aficiones tienden a cero, caso también bastante común en esta sociedad. Así que la primera regla es distinguir, que haya figura y fondo: esto es el trabajo (puede que el trabajo sea 10 horas, por ejemplo, porque estas en pleno pico) y esto es el descanso (currando 10 horas está claro que mucho ocio no puede tener uno). Pero el hecho de tener claros los límites es fundamental: si no ves el final de lo que estás haciendo, si nadas en círculo, no tendrás sensación de avanzar y además perderás el norte.

La segunda regla sería organizarte. Priorizar las tareas y prever cuánto te va a llevar cada una aproximadamente. Los anglosajones lo llaman “time management” y tienen kilos y kilos de libros sobre el tema. Yo no soy muy buena en este terreno, pero lo que tengo claro es que cuando más cunde es cuando más cosas tengo en marcha. ¿Contradice esto la ley de figura y fondo? No. En realidad lo reafirma: si tienes mucho tiempo libre, el trabajo (o las ocupaciones intelectuales o domésticas) acaban confundiéndose con el ocio, estás en una especie de permanente espera, un continuo posponer, que te parece correcto porque como tienes tanto tiempo te puedes permitir perderlo. Al final no haces nada, porque pierdes la noción de que el tiempo es algo valioso que hay que administrar y porque tu motor acaba oxidándose a falta de uso. Esto le ocurre al menos a la gente poco disciplinada, por lo que he observado. Hay gente muy capaz de manejarse perfectamente con mucho tiempo libre.
La tercera regla sería el reconocimiento y la gratificación. Vale, has hecho esto. Date por enterado, ponte una medalla virtual por lo que has hecho bien, toma una nota mental (esto es muy inglés “a mental note”) de aquello que puedes mejorar en sucesivas veces y sigue adelante. Si según tu programa ahora toca descanso, pues descanso desconectando, si toca otra tarea, otra tarea, pero con tu medalla -virtual pero flamante- en la solapa.

La cuarta ley tiene que ver con el medio físico en el que trabajas. Debería ser el adecuado: la silla, la mesa, la luz, tu postura, la ventilación. Yo paso muchas horas trabajando y estudiando en la misma habitación en la que duermo y si no tuviera cuidado con cosas como el orden y el cambio de espacio acabaría bastante perjudicada (hay quienes sostienen que ya lo estoy :-)) . Intenta cambiar de ambiente, salir a dar una vuelta, ir a la cocina cada cierto tiempo.

La quinta regla es tu cuerpo. Por muchas horas que tengas que echar a una tarea, por muy agobiante que sea tu trabajo, busca la forma de moverte, alimentarte bien (la fruta es sana y no requiere preparación, por ejemplo) y mantener tu cuerpo en buen estado. No sólo vas a rendir más, sino que alejas la posibilidad de que te dé un soponcio frente a la pantalla (cansancio, estrés, sedentarismo y ansiedad son factores de riesgo). Además, el curro pasará, pero tu cuerpo te acompañará el resto del viaje.

La aplicación a su propio caso de las teorías de S, sobre el “quality time”, la importancia del ejercicio y de ciertas medidas de ergonomía (cuando vio el atril que uso para leer se puso a aplaudir, yo no entendía nada) es incierta (aún la estoy procesando; lleva un par de meses en los que apenas trabaja) pero está claro que algo habrá hecho esta mujer bien en lo que se refiere a su gestión para haber podido comprar una casa en Londres con 34 años y por sus propios medios (y “mortgage” mediante, y aún sin pagar del todo).

Esto ha sido todo por hoy en el Rincón de Elsi. Sed buenos. Y si tenéis alguna sugerencia más, o alguna experiencia que queráis compartir a este respecto, adelante.

Eclipse de luna y liberación de Elsinora

Los del monolito negro me han soltado. Justo a tiempo, porque yo acabé mi “essay” para el máster sobre la Odisea de Homero y 2001: Una odisea en el espacio el viernes, así que además de haber terminado mi trabajo de campo en la Luna, ya empezaba a hartarme de su telekinesia y de su inteligencia superior, que vale que son muy listos, energía pura y demás pero feos son un rato (quizá un día os cuente cómo son… rompiendo el acuerdo de confidencialidad que me han hecho firmar por telepatía) y bastante pesados con tanto eterno retorno (menudo dolor de cabeza, con tanto pasado-futuro y yo sin mi Gelocatil, que allí todo lo curan por ondas alfa). Llamadme superficial, pero tanta energía pura y tanta inteligencia superior deberían entrar un poco por los ojos, ¿no? A estas alturas deberían conocer a los humanos y saber cómo funcionan nuestras cabezas. Se ve que estoy en una fase poco evolucionada del ser, o que he visto mucha tele, pero seguro que ligo más que ellos.
En fin, andaban inquietos porque con esto del eclipse de luna iba a haber mucho humano mirando y no querí­an ser localizados (sólo les dan la plasta en efemérides, como el año 2001, los aniversarios redondos de la peli de Kubrick y cuando hay eventos astronómicos como el de anoche), así que me devolvieron a mi habitación londinense, junto a mi ventana que da al jardín de los zorros y las ardillas, la barbacoa de los vecinos y el pub Chanteclair, pero con el trasiego interestelar he cogido frí­o y mis planes de celebración de entrega de “essay” se han ido al garete: estoy griposa total. Pero eso sí, vi el eclipse de Luna desde la Tierra, que parece lo lógico para una terrícola (incluso para una que es medio marciana, como es mi caso).
Explorando mi entorno habitual comprobé que al sureste de Londres llovía y hacía bastante viento, pero la luna se veía potente y casi llena y luego poco a poco tapada por una lengua por la parte inferior. Vi a un terrícola, quiero decir, a un inglés, con un trí­pode haciendo fotos. Y justo antes de entrar en casa, como todas las noches, eché un vistazo al cielo estrellado: todo en orden. Se le coge cariño al universo y a sus seres, ésa es la verdad.