Filosofía del inglés para principiantes

El inglés es un idioma muy curioso. Casi siempre económico y muy gráfico. En otras ocasiones, por el contrario, el equivalente español es más directo y más corto, pero en general la lengua de Shakespeare va más al grano.

Algunas expresiones tienen una gracia especial, por ejemplo: “peace of mind“, que significa “tranquilidad” o “seguridad” pero cuya traducción literal sería “paz mental”. No sé si lo que me gusta es el sonido (como de canción de los Pet Shop Boys) o el punto místico del concepto de paz mental. La expresión aparece en lugares insospechados, por ejemplo en un mensajito de la biblioteca virtual de la facultad: acabas de devolver un libro y te dice que por tu “paz mental” vayas a tu archivo personal a comprobar que el libro se haya descontado de tus deudas: “for your peace of mind check if…”.

Otro término curioso es el adjetivo “misrepresented” una forma fina de decir que algo ha sido tergiversado, que los datos se han manipulado. Y claro, la “misrepresentation” y la “peace of mind” no se llevan bien. Las que sí­ son aliadas naturales son la “misrepresentation” y la “misleading information“o información engañosa. Lo que me gusta de la expresión “misleading information” es que es muy visual: te imaginas a la información metiéndose por una calle prohibida o a un guardia de tráfico dirigiendo a los conductores hacia un atasco monumental (acordaos de canciones como “follow the leader, leader“: el lí­der es el que marca el camino, el que dirige, tanto en sentido literal como metafórico).

En la Pérfida, por lo que se ve, está muy mal visto ir “maldirigiendo” al público. Hace unos meses hubo un gran problema en Inglaterra porque algunas cadenas de televisión daban “misleading information” sobre el coste de las llamadas de los espectadores (y cargaban más de lo anunciado) e incluso seguía admitiendo llamadas aunque la participación del concurso estuviera cerrada.

Que salga a la luz esa “misleading information” es muy malo para la “peace of mind” de los espectadores, los responsables de las cadenas y las empresas telefónicas. Ver la enorme repercusión que tuvo la noticia (recuerdo que en un telediario de la BBC un presentador destrozaba un televisor para ilustrar la enorme pérdida sufrida) me hizo darme cuenta de la enorme credibilidad de la caja tonta en Inglaterra, seguramente mayor que el de la prensa escrita: según una exposición sobre la prensa británica que vi en la British Library, Gran Bretaña es el paí­s que más periódicos lee y el que menor credibilidad les da; hay que tener en cuenta las enormes cifras de tirada de la prensa amarilla allí­.

Y también ocurre que la BBC ha actuado como un estándar de lo que una buena televisión podí­a hacer, de manera que el medio tiene más prestigio y credibilidad allí­ que en países como España. La cosa es que los recortes económicos de la BBC de los últimos años, algunos escándalos de gestión interna y la “misleading information” de otras cadenas tienen a los espectadores ingleses un poco “puzzled“, perplejos como a la autora de este blog, y con poca o ninguna “peace of mind”.

Otra expresión que me gusta mucho por su punto eufemístico es “disinclined to listen to” y después la cosa que se va a ignorar olímpicamente y sin cargo de conciencia. En los últimos meses del gobierno de Blair era frecuente leer o escuchar que se mostraba “disinclined to listen to the petitions” de la oposición, del pueblo y de su propio partido, vamos que pasaba de informar de lo que ocurrí­a en Irak, del escándalo de los tí­tulos a cambio de financiación y de otras cuantas fruslerí­as.

En un plano más reciente y más español, diremos que Rajoy se mostró “disinclined to listen to Gallardon’s petition” y entonces Gallardón a su vez se mostró “disinclined” a seguir siendo alcalde de Madrid. Dejo aquí­ la clase de inglés antes de que os sintáis “disinclined” a seguir leyendo. Para vuestra “peace of mind”, huid de las “misrepresentations” y de la “misleading information” y sobre todo, no olviden vitaminarse, y mineralisarse, como decía Superratón con su acento mexicano.

¿Se te ocurre algún caso curioso de alguien “disinclined” o de algo “misrepresented”? Deja tus sugerencias en la sección de comentarios (pinchando en “leave a passing comment”).

Egorías para un mundo en crisis

Como sabrán los lectores habituales del blog, Mi no entender no es una bitácora polí­tica. La cosa es que volver a España ha supuesto meterme debajo de una lluvia estéril y cansina: qué malos son los nacionalistas/qué malos son los de Madrid, dimes y diretes entre PP y PSOE, la letra del himno (que al final se ha retirado), la corrupción a lo folclórico del “novio” de la Pantoja, la importantí­sima ruptura de Kiko con su novia streaper… Qué fatiga, por Dios. Lo único nuevo es el análisis público de la vida privada del rey, pero hasta eso al tercer día cansa.

Por si fuera poco, aparece en la palestra la pareja Gallardón-Espe. Más allá de las simpatí­as personales por uno y por otro y del hecho de que las formas de Espe hayan sido nada claras, y más allá de lo literario o cinematográfico de la escena en Génova, la cuestión es que ambos han dejado muy claro que su cargo en Madrid les da bastante igual.

Me viene a la cabeza la imagen de dos mantis religiosas ávidas de sangre. Rajoy sabe poco de invertebrados, así­ que se ha limitado a coger el matamoscas y aplastar a Gallardón contra el suelo. Gallardón se ha levantado con las cejas despeinadas, tumefacto y dolorido y con ese tic de contraer la nariz que se le desató cuando le sacaron a relucir su adulterio en la campaña de las municipales. Ha querido mantener una cierta elegancia respecto a su partido (“prometo que no diré que me retiro hasta después de las generales para no perjudicarte”, dijo. También ha pedido el voto para Rajoy), pero en realidad ninguna elegancia ni respeto respecto a sus votantes, que es a quien realmente se debe.

Esto perjudicará al PP (no sólo porque Gallardón atraiga voto centrista, sino por la imagen tabernaria que proyectan estas luchas), pero también a los madrileños y a la motivación de los votantes a nivel nacional: a estos polí­ticos no hay quien se los crea.

De conspiraciones varias: el sabotaje madrileño y La Pérfida convertida en Lepe. Parte II

En la Pérfida tampoco se quedan atrás con esto de las conspiraciones y los complots. Las filtraciones de datos personales están llegando ya a un nivel tal, que hay que sospechar que o bien es el paí­s con más inútiles por metro cuadrado o bien hay una mano negra detrás: primero se filtran los datos fiscales de 25 millones de británicos, luego los de nosecuantos alumnos de autoescuela, después el Post Office (el servicio de correos) se confunde y manda los comprobantes de los ingresos a los pensionistas equivocados, después el NHS (servicio público de salud) se equivoca también y filtra los datos de no sé cuantas personas.

En fin, yo no sé si se quieren cargar a Brown o si el ataque va contra la implantación de un carnet de identidad (ID card; si sin carnet se filtra todo esto, imagina lo que pasarí­a si hubiera archivos que centralizaran toda la información en un país en el que los registros personales informáticos parecen gritar “¡piérdeme!”), pero la cosa es que están convirtiendo La Pérfida en un inmenso Lepe angloparlante.

Habrá quien piense que en realidad lo que sucede es que el británico es un sistema más transparente, en el que ni las instituciones ni los periódicos tienen miedo a publicar las meteduras de pata del sistema público, mientras que en otros paí­ses han sucedido cosas semejantes sin que trascienda. Es posible que sea así -no tengo forma de averiguar lo que pasa en otros paí­ses-, pero en todo caso, transparentes o no, ya van unas cuantas meteduras de gamba muy sonadas.

Dime qué pierdes y te diré quién eres

Las pérdidas van por barrios. En algunos lugares la gente se contenta con perder de vez en cuando las llaves de casa (a S.­, mi ex flatmate semisueca le solía ocurrir), del coche, o el móvil.

Pero en algunos barrios, pongamos en Downing Street, Westminster y alrededores han inventado una nueva modalidad en plan “think big”. Ambiciosos como son, en La Pérfida se han propuesto actuar a lo grande y lo han conseguido a la primera: perder los datos fiscales de 25 millones de británicos de repente, con información del tipo cuentas corrientes, número de hijos, estado civil, información sobre discapacidades, deudas. Qué ojo tiene El Topo Brown.

ordenadores conectados

Yo, por mi parte, envidiosa como soy, he optado por otro tipo de pérdida. Como si dejar Londres no fuera en sí­ mismo una pérdida considerable, ahora resulta que he perdido el do de mi clarinete. Como lo oí­s. La cosa no es tan surrealista como suena. De momento no parece que haya que encerrarme por estas cosas que me pasan. En realidad lo que ocurre es que de pequeña en mi colegio francés cantábamos una canción que decí­a, muy filosóficamente: “J’ai perdu le do de ma clarinette; j’ai perdu le do de ma clarinette. Ah si papa savait cela, tralala…”. Y últimamente esta canción me viene mucho a la mente y me siento muy identificada con la cantante/narradora.

“¿Qué nos quiere decir el autor con esto de que ha perdido la nota ‘do’?” os preguntareis. De momento no voy a contestar, porque descubrimientos así no le dejan a un@ especialmente bien situad@ para aclarar nada a nadie. Se aceptan interpretaciones. Una pista, la pérdida de una nota, en un sistema musical…

Discriminación de género en La Pérfida: Menos bromas y más veras

La discriminación en cuestión de género es un asunto complejo que me gustarí­a tratar siquiera brevemente en una clave menos frí­vola de la empleada en post anteriores. En mi conversación con mi amiga V., además del asunto del fenómeno “caza y captura de marido rico” para acceder a una high life como apunta Mistress, salió también a relucir el asunto de si mujeres y hombres cobran igual en Reino Unido. Las estadí­sticas que publican los medios de comunicación dicen que no. Tanto en Reino Unido como en España hay menos mujeres en cargos directivos.

Más allá de la presión social más o menos soterrada de suegras y compañeras de trabajo para que las madres dejen su trabajo o tengan una jornada reducida, hay un signo muy visible de que la sociedad inglesa trata con un cierto paternalismo a las mujeres trabajadoras: la edad de jubilación es distinta para hombres y mujeres.

Ellas, que han llegado al mercado de trabajo de rebote, por circunstancias de la producción (como en los contratos basura), porque tras la Primera Guerra Mundial habí­a muy pocos hombres sanos que pudieran trabajar en las fábricas, están autorizadas a dejar de trabajar cinco años antes. Dicho de otro modo, al cumplir los sesenta años, ya no hace falta seguir fingiendo que somos iguales a los hombres, y por fin podemos dedicarnos a lo que realmente nos corresponde, cuidar a nuestros nietos o a nuestros maridos, cocinar, limpiar o echar una mano en la charity local. Esta discriminación en la edad de jubilación tiene los dí­as contados porque Estrasburgo se puso firme a raí­z de casos como el del señor Barber, como se explica a continuación.

No es mi intención analizar aquí­ el complejo sistema de pensiones británico, que no conozco apenas y que además ha sido recientemente reformado como se refleja en el Pension Act 2007. Sin embargo sí­ me gustarí­a llamar la atención sobre dos casos concretos de la regulación de los esquemas de pensiones porque me parece que reflejan mucho mejor la ideologí­a de la sociedad inglesa que muchas encuestas y desiderata de distinta especie.

La cuestión es que, hasta hace poco, las mujeres accedí­an cinco años antes que los hombres tanto a la jubilación de régimen general (Basic State Pension, BSP) como a la anticipada (Early Age Retirement). Mister Barber , que se habí­a jubilado anticipadamente de la Guardian Royal Exchange (GRE) a los 52 años como consecuencia de una reducción de plantilla, consideró que tení­a derecho a que su antigua empresa le diera además de la indemnización y de las ayudas estipuladas genéricamente para casos de reducción de plantilla, la misma pensión compensatoria (retirement benefits) que recibí­an mujeres de su misma edad en situación semejante, a pesar de que la legislación dice que para los hombres la edad mí­nima es de 55 años. Los jueces ingleses dijeron que no basándose en el Pension Act 1995 y él recurrió a la Corte Europea de Justicia y ésta fue tajante: el trato debí­a ser igual para hombres y mujeres, según lo establecido en el Tratado de Roma. Como consecuencia de este fallo, desde 1996 la edad mí­nima para la jubilación anticipada de pensiones contributivas es la misma para hombres y mujeres y además se está trabajando en la equiparación de la edad de jubilación ordinaria.

Tiene su gracia que al final sea la denostada Europa (el continente, como lo llaman en La Pérfida frunciendo la nariz) quien tenga que poner orden en un paí­s que para tantas cosas está o ha estado en la vanguardia de los derechos y libertades.

Más información en inglés aquí­.
Información sobre la nueva legislación en esta materia, en inglés, aquí­.

Información sobre el feminismo en Reino Unido aquí­ .