Cerrazón y vasos comunicantes

La derecha y la izquierda llevaban un tiempo dándome la lata. Así que se me ocurrió recurrir a la tecnologí­a para aliviar ese malestar crónico que sentí­a a ambos flancos políticos, a la altura de los oí­dos. Y me tiré a la piscina aferrada a aquel artilugio tan puntero de fabricación francesa.

Al principio iba bien, me moví­a como pez en el agua y tení­a la sensación de flotar sobre las circunstancias y de avanzar con poco esfuerzo. Pero al terminar aquello empecé a notar que la derecha no iba bien en absoluto, que algo se habí­a colado en ella y me dije, “es lógico, a la derecha no le gustan las innovaciones”.

Vasos comunicantes

Según avanzaba el dí­a la molestia se agudizaba, así que empecé a probar distintos subterfugios que el instinto aconsejaba pero las recomendaciones de los expertos desaconsejaban. Al final, de tanto hurgar en la herida derecha, tuve un breve lapso de alivio en la derecha, que desapareció al querer intervenir por el mismo procedimiento en la molestia sorda que habí­a empezado a sentir en la izquierda.

Parecí­a que ambos lados fueran en realidad vasos comunicantes o algo parecido. Así­ que la manipulación de aquello me dejó con un zumbido simétrico y simétricamente descentrada.

Y así­ sigo, medio sorda, oyendo lo que pasa a mi alrededor como si viniera de muy lejos y con un peso considerable en cada oreja/oído, como si alguien me hubiera puesto unos pendientes de plomo. Creo que lo mejor que puedo hacer por el momento es sumarme al No sabe/no contesta y tratar de hablar y oír poco hasta las ví­as de comunicación se despejen… porque en fin, es tan molesto apenas oí­r lo que te dicen y oír cómo retumba tu propia voz.

Rosalía, esa gran polí­tica española

”Hoy toca estiramientos y relajación, dice el monitor mientras enciende una barra de incienso y pulsa el “play” en el aparato de música.

Nos tumbamos boca arriba sobre las colchonetas y seguimos las indicaciones del profe.

En un momento determinado, decide que se aburre y que no es importante mantener un cierto silencio para centrarnos en el estiramiento y la respiración y sobre todo que la cosa de la propiocepción que tanto le interesaba el otro día y a la que le dedicamos una clase entera (“A ver: moved la punta del pie muy despacio a un lado y a otro; ¿qué sentí­s?; y nosotros: pues sentimos que movemos la punta del pie hacia un lado y hacia otro muy despacio”) es una cuestión baladí y trasnochada y que lo que mola es introducir ruido y disfunción en el sistema hablando de lo primero que se le pase a uno por la cabeza, por ejemplo de ese tema tan relajante que es la política.

Mujer joven haciendo un estiramiento
Estiramiento; StockSnap – Pixabay

Sé poco o nada sobre las tendencias políticas de mis compañeros, salvo que dos de ellas trabajan en el Ayuntamiento.

”Ya os he dicho que, visto lo visto, os tenéis que volver todos zen, porque con la que están montando… Es que es increíble, lo están haciendo tan mal los polí­ticos que al final va a terminar gobernando Rosa Díaz (sic).

A estas alturas hemos terminado con las torsiones de tronco y estamos estirando los brazos de forma bastante salvaje. Sentad@ en el suelo con las piernas flexionadas y el trasero hacia delante apoyas las palmas de las manos en el suelo detrás de ti y estiras todo lo que puedas los brazos, echando el peso del tronco sobre ellos. Salvo que seas muy flexible y no estés nada contracturado lo normal es que te duelan a morir o bien los brazos, las dorsales o la zona de las escápulas. A í­ me tiran mucho los bí­ceps, pero es una tensión soportable, por ahora, gracias a que suelo estirar.

¿Qué, os duele? Si estirarais todos los días como os he mandado no os dolería nada. Pues ánimo, porque vamos a estar así­ quince minutos.

La noticia provoca algunos resoplidos en algunos alumnos doloridos. A mí, sin embargo, me ha pillado la vena tranquila y estoy concentrada en el ahora, estirando bien los brazos y respirando hondo para relajarme y haciendo oí­dos sordos al sadismo de mi profesor, a su dislexia y a su falta de oportunidad sacando la política en una clase de estiramientos. De propiocepción no sé cómo iré, pero de autocontrol, soy un crack.

“Ya digo, lo de la política en este país es una vergüenza, así que como no nos espabilemos terminará ganando Rosa Díaz“ insiste el profesor con un tono apocalíptico, como si la tal “Rosa Díaz” fuera el mismí­simo anticristo.

-¿Quién es Rosalía?

La pregunta me la ha hecho una compañera bastante despistada que lleva sin venir desde navidades y que debe de leer poco los periódicos. En ese momento mi tranquilidad zen se sobresalta con lo que podría ser un amago de carcajada, pero tiro de autocontrol y consigo que mi sonrisa interior no aflore al exterior.

”Rosa Díez, que antes estaba en el PSOE. Es que el profesor lo dice mal”. Aquí he bajado el tono, por miedo a que me oiga el susodicho, que una cosa es tener autocontrol y templanza y otra muy distinta tener ganas de morir en el intento.

Aguirre destituido

Cuando Esperanza Aguirre leyó en aquel periódico el titular “Aguirre destituido” se sobresaltó sobremanera, momentáneamente incapaz de recordar dos hechos importantes.

El primero, que en español, contrariamente a lo que ocurre en el inglés que aprendiera de pequeña, los adjetivos tienen género. Y el segundo, que a una presidenta de Comunidad no se la puede destituir. Puede perder unas elecciones, o en una asamblea interna y no ser presentada, ser inhabilitada como consecuencia de una sentencia o toparse en la Casa de Campo con una trampa en el suelo realizada por espías del ayuntamiento asesorados por técnicos de efectos especiales de pelí­culas de Tarzán y aparecer en un submarino de una vieja película de 007, de esas que tiene en sus archivos Telemadrid, o en medio de un saloon de una película del oeste de esas con las que nos obsequia a diario al mediodí­a la cadena regional.

Un descuido llamativo el de no recordar tales hechos y sobresaltarse pensando que la destitución de un entrenador mexicano es en realidad la suya, pero en fin en este tiempo de escuchas secretas, declaraciones contradictorias y puñaladas traperas es fácil ponerse a la defensiva y ver peligros donde no los hay.

¿Espí­as o trabajas?

-¿Qué le pregunta un funcionario madrileño a otro?
-¿Espí­as o trabajas?

(Si tuviera un lápiz óptico y mis habilidades de dibujo más al dí­a habría puesto una viñeta)
Todo esto es a raí­z del escándalo por supuestos espionajes realizados entre los organismos públicos de la capital y su comunidad.

Exotiza, que algo queda

Ver para creer. Una pensaba que el listón estaba muy alto tras un año de despropósitos y cosas impensables y que sería difícil que 2009 nos sorprendiera, pero ahora llega Aznar y dice que la victoria de Obama, Obama mismo, es un “exotismo histórico“. No quisiera ser yo del gabinete de prensa o del cuerpo de asesores de Aznar, como tampoco le envidio a Urdaci el puesto de director de prensa de Paco “El pocero” (o pocero malo, no confundir con “el pocero bueno“; menudo lío), porque a ver, según la lógica empleada por ese cerebro preclaro, el voto de la mujer o la igualdad racial fueron también exotismos históricos, ¿no? exotismos que -afortunadamente- vencieron su naturaleza efí­mera, en plan anécdota que da colorido (rosa en un caso, negro en el otro) antes de disolverse en el aire, pero que por alguna extraña conjunción de astros en lugar de evaporarse se instauraron para siempre en Occidente.

No puedo permanecer con los brazos cruzados. Se impone tomar medidas. La próxima vez que tenga cita en la pelu favorita de Esperanza Aguirre, Ana Botella y Ana Aznar, y me encuentre a alguna de las dos Anas tendré que echarles algo en el champán -o en el líquido de las mechas si se trata de la hija-, para inyectar un poco de actividad mental en sus depauperadas meninges y restaurar un nivel saludable de sinapsis neuronal que permita distinguir el exotismo del progreso y las peras y las manzanas de los homosexuales. Quizá haga mis pinitos con la acupuntura, hasta incluso…

Hasta entonces, he decidido abrigarme bien por si estos estos fenómenos de obstrucción mental son contagiosos, y me dedico a oxigenarme bien, hacer estiramientos y tomar mucho fósforo, ya que con la epidemia de alucinaciones que nos rodea, nunca se sabe qué exotismo histórico tiene en la cabeza el vecino y qué derecho va a querer quitarte, por no ser un hombre, blanco y “bienpensante”.

Lo dicho, ver para creer.