La vida secreta de las palabras

Una de las oportunidades que te da vivir un cierto tiempo fuera de tu paí­s es descubrir o reconocer la relación privilegiada que tienes con tu lengua materna. No me refiero únicamente a que te des cuenta de que tu relación con el mundo -sobre todo si eres una persona de lenguaje, como es mi caso- pasa por el filtro de la lengua con la que has crecido y en la que te has acostumbrado a pensar, expresarte y aproximarte al mundo (vale, esto de “aproximarte al mundo” es un calco del inglés: borrémoslo).

Hablo más bien de que cuando vives fuera de tu paí­s, de vez en cuando tienes como ráfagas de felicidad al oír una determinada canción en tu idioma natal. Curiosamente a mí­ me pasó por primera vez a las pocas semanas de llegar a Londres, hace dos años, oyendo una canción de Los Manolos (?!) en una fiesta muy internacional (creo que sólo habí­a un inglés: predominaban los indios) y me pasaba también de vez en cuando escuchando música en español en el Mp3: igual valí­a De Juanes que Miguel Bosé cantando por Garcilaso. No hace falta decir que a veces la ráfaga de felicidad se mezclaba con una intensa nostalgia.

Volver a España de forma definitiva (for good, que dicen en La Pérfida) le quita al español lógicamente esa vibración de bien escaso y añorado. De hecho, de repente te parece que el español se ha convertido en el idioma de lo irrelevante: te resulta tan fácil seguir todas las conversaciones que hay a tu alrededor y las claves culturales y sociales de los que te rodean te resultan tan conocidas/previsibles que se pierde completamente el misterio y el interés: la gente parece abejas zumbando, el small talk va gritando que es small talk con la boca pequeña- pero a cambio has ganado dos cosas. En primer lugar, todo es mucho más fácil, la comunicación funciona con el piloto automático, sin necesidad de recursos extra. Y por otra, tras una larga estancia en un paí­s anglosajón has adquirido una relación privilegiada con el inglés. Poner la radio -incluso la radio fórmula- te supone abrir una vía con un idioma que conoces y que es muy poderoso. Enloqueces con determinadas canciones que antes te daban bastante igual, porque ahora te sabes perfectamente la letra (o no, pero la entiendes sin ningún esfuerzo).

Viernes magnificus

Tendréis que perdonar que últimamente no pueda postear tan a menudo como las circunstancias requieren y como a mí­ me gustarí­a, pero los preparativos del regreso y el carapantallismo coleante no me lo permiten. Aprovecho las buenas noticias de hoy para robarle un rato al curro y los arrangements para contaros un par de cosas. Hoy es un viernes magní­ficus para mí­ (que es lo contrario de un “viernes horrí­bilis” si mi latí­n macarrónico no me engaña) porque he conseguido una prórroga de trabajo, que supone que puedo tomarme de aquí­ al jueves de vacaciones y disfrutar de Londres y de su sorprendente buen tiempo de estos dí­as (el fin de semana va a seguir igual, al parecer) y porque está tomando forma un proyecto apetecible para los próximos meses.

Mañana me reuniré con unos amigos en el South Bank para hacer una especie de despedida. Será poco ortodoxa, porque no va a ser en una casa como suelen ser estas cosas, y porque seremos un grupo bastante misceláneo. Al final, a muchos de mis amigos los veré individualmente porque no pueden venir mañana. También me desconcierta mi propio nomadismo: con un pie en mi antigua casa y otro en la casa de mi amiga, estoy un poco en plan tú a Boston y tú a California, pero siendo yo los dos tú. Me costó mucho decidir si quedaba cerca de la antigua casa, donde viven la mayor parte de mis amigos, o cerca de la nueva, opción más práctica para mi propio regreso ya que durante el fin de semana casi no hay trenes y regresar puede ser una odisea. Finalmente elegí­ algo cerca de mi casa antigua y un lugar que me gusta especialmente. Sea como fuere, seguro que lo pasamos bien y que es un buen recuerdo.

Ayer aproveché que tení­a que visitar a mi osteópata en Dulwich, cerca de mi antigua casa, para acercarme a casa de F. a parlamentar y gestionar la fianza. Ella habí­a regresado de Sudáfrica esa mañana muy temprano y por supuesto habí­a puesto su cuarto y el pasillo patas arriba. Ahora le ha salido un competidor difí­cil de batir, porque el nuevo flatmate que me sustituye, un compañero suyo de la facultad de su curso de guión, tiene dotes naturales para convertir los espacios en campos de batalla.

La cuestión es que me hizo mucha ilusión ver a mi ex-casera y compañera de piso y despedirme in style de la casa y de los dos años allí­. La despedida en sí­ consistió en tomarnos un té mientras me enseñaba sus compras (una escultura de madera tallada, unos dibujos de arte étnico y muy coloristas que pretende poner en el pasillo), ir a comprar un par de cosas que nos hací­an falta para hacer la cena, tomarnos una caña en el pub de la esquina -que F. solí­a odiar, pero a cuya puerta nos encontramos a dos vecinas suecas a las que ha conocido hace poco; dos simpáticas cabezas de chorlito-, un pub en el que yo he dado una clase de español y visto el partido Chelsea-Valencia bajo el ala de los ladridos del perro del pub (que apareció un dí­a y ahora vive allí­: no tiene dueño), tomado unas cuantas medias pintas en distintos dí­as, rescatado a mi antiguo compañero de piso de Zimbabwe cuando se dejó las llaves olvidadas y para después del pub regresar a casa y descubrir que as usual a F. se le habí­a olvidado algo y tení­a que volver a la tienda a por ello.

La cosa es que al final cenamos unos langostinos fritos con ajo y perejil, con arroz Basmati y ensalada de aguacate (con queso, frutos secos, pimientos, lechuga, tomate, spring onion de todo, vamos) como postre chocolate de Cadbury’s con frutos secos y pasas. Además, charlamos de lo divino y lo humano, de sus planes, de los mí­os, del sentido de la vida, de los ligues, de la gente a la que ha conocido en Sudáfrica (al parecer entre ellos a un prí­ncipe zulú que es el más rico del paí­s y que le tiraba los tejos), y del puente de 300 metros de altura y vistas espectaculares desde el que se tiró en puenting. También estuvimos echando cuentas sobre la fianza de mi habitación. Me costó un poco hacerle entender la cosa -además de que discutir estas cosas no es precisamente muy agradable-, pero al final creo que quedó claro.

Por supuesto, regresar a eso de las nueve y media de la noche desde esa punta de Londres a esta otra fue una odisea, sobre todo porque por la noche hace mucho frí­o ya y esperar al bus en el rural viejo sur (en Dulwich, para mayor exactitud) no es apto para frioleros ni reumáticos.

Por otra parte, el martes por la noche llegaron a Madrid mis 13 cajas, sanas y salvas, al parecer, así­ que se van cerrando capí­tulos, cosa que contribuirá al bienestar de mi espalda, que por cierto va mejor pero no acaba de recuperarse (preparar las 13 cajas y moverlas no parece que le hiciera mucha ilusión a la susodicha, pero, eso sí­, se comportó como una campeona). El osteópata me ha comentado que ahora que los músculos se han empezado a relajar y que el espasmo ha disminuido, ocurre que los músculos se han quedado débiles y que necesito ejercicio. Así­ que me estoy escapando a la piscina para sesiones cortas de natación, porque no puedo excederme, a riesgo de volverme a contracturar. En fin, a algunos parece que la garantí­a nos ha caducado en el peor momento. Pero prometo vengarme apuntándome a yoga y técnica Alexander en Madrid, o cosas semejantes.

Volver a España “for good”: “tocando” el inglés de oído

El uso adecuado de modismos y frases hechas es uno de los capí­tulos más tricky (resbaladizo, escurridizo, poco seguro, tramposo, complicado, según el contexto; traducir la palabra tricky es tricky) del aprendizaje de un idioma y de la traducción. Quién más quién menos ha oído hablar de los false friends (falsos amigos) y sabe que no es lo mismo resume que resumir (resume significa reiniciar algo que se interrumpió) y que molest no significa molestar, sino acosar o violar.

La cuestión es que en estos dos años he aprendido mucho inglés pero aún, lógicamente, me quedan muchas cosas por aprender. Entre esas cuestiones pendientes, algunas se pueden deducir del contexto sobre la marcha y otras no.
Últimamente se repite bastante una situación: le comento a alguien que vuelvo a España en breve, ese alguien esboza un leve gesto de contrariedad que en seguida cambia para en seguida preguntar: Is it for good?. Y yo contesto que sí­, que he terminado ya mi máster y tal y pascual.

Lo curioso es que seguimos hablando tranquilamente, como si yo hubiera interpretado correctamente su pregunta y por tanto hubiera dado una contestación adecuada. Sucede que for good significa para siempre, definitivamente (¡gracias, Sirventés!) y no para bien como yo habí­a imaginado. Podí­a haber caído en que “para bien o para mal” se dice for better or worst; y o en el hecho de que good no se utiliza en los mismos casos que el “bueno” español; muchas veces actúa como adverbio en lugar de como adjetivo, como cuando dices I’m good, que no significa que estés bueno ni que seas bueno, sino que estás bieeen, tirando).

Pero la casualidad quiso que mi contestación respondiera tanto a la interpretación correcta como a la incorrecta: les digo que sí me voy for good/para siempre/para bien y les doy la razón.

Serí­a interesante que algún filólogo investigara a qué puede obedecer que los ingleses digan “para siempre” usando la palabra “bueno”, pero entre tanto, creo que en parte mi mala interpretación tuvo que ver con mis propias expectativas e inquietudes y no sólo con el distinto uso del good.

All in all, con todo, me quedo con mi propia traducción del término, que me gusta más. Ya sé que no es ortodoxa, pero a mí­ me es útil.

Boletí­n académico: verbaliza, que algo queda

Atención: No es que me esté dejando llevar por mi adicción bitacoril: lo siguiente es una nota académica, y para eso estoy autorizada (véase post anterior, párrafo dos, parte contratante de la segunda parte).

Ayer tuve tutorí­a -a dos bandas, de hecho: supervisora de tesis + tutora del máster- y me han dicho que voy bien, pero que no me agobie y que me ponga a escribir en lugar de comparar tanto los textos. Que deje de actuar como traductora y saque la crítica que llevo dentro (no lo saben bien; ¡como me ponga! Luego me vendrán con que soy demasiado idiosincrática). Que use la teorí­a de la traducción como marco, como instrumento para tocar/juzgar las distintas estrategias de traducción y no tanto a los propios traductores.

Cuando mencioné mis dudas sobre la exactitud de mis propios juicios (con tanta apreciación que depende de la variedad de inglés o de español que se tenga en cuenta y demás) y les pregunté que si les parecía suficiente una página para caracterizar a cada traductor contestaron que tenía mucho material ahí­ y que están seguras de que sé más de los textos de lo que creo (en ese momento me parecía que hablaban de sí mismas respecto a sus antiguas dissertations; la situación tuvo gracia; si puedo la contaré con más detalle un dí­a de estos). Y también dijeron que quedaba poco tiempo y que me centrara en lo que ya tengo. La consigna es “ahora, verbaliza, pero antes despliega una teoría a modo de paraguas” (esto es La Pérfida, qué esperabas, los paraguas se cuelan en las metáforas hasta en agosto).

Así­ que ¿algún experto en deconstrucción en la sala? Porque una de las sugerencias era abordar al Borges traductor y su lúdica forma de reescribir los textos como un seguidor de las teorí­as deconstructivas. La teoría en cuestión tiene tela.

Pues eso, verbaliza que algo queda (que no diga Teresa que desatiendo la sección proverbios/refranes).

Hold your horses o Pedro y el lobo

Me encanta la expresión inglesa “hold your horses“, que quiere decir “¡para el carro!”, porque me parece muy visual (veo al tipo sujetando las bridas) y porque conecta con mi lado castizo, supongo.

La cuestión es que llevo unos dí­as tratando de hacer más habitable mi cuarto/oficina y de paso previendo qué cosas voy a dejar en Londres y cuáles me llevaré a Madrid y de qué forma. En los casi dos años que llevo aquí­ a pesar de mis intentos anticonsumo he acumulado bastantes cosas, un montón de libros, un par de muebles, ropa etc. La cosa es que con el rollo de la mesa y las discusiones los problemas que me supuso conseguirla y la estanterí­a que saqué al pasillo, el asunto de la gestión de los libros y demás se ha vuelto una preocupación recurrente, agravada por la contractura de cuello y hombro.

La otra tarde, mientras estaba tranquilamente sentada al ordenador F. vino a decirme que en la puerta había una señora que vendía enciclopedias y que querí­a verme. Que al saber que era estudiante querí­a hablar conmigo. Dadas las circunstancias de superpoblación de libros en mi cuarto y que me voy de Londres en unas semanas (Dios mí­o, qué poco me queda y que poco lo estoy saboreando, entre tesis y contracturas) todo era completamente absurdo, así­ que podí­a haber desconfiado y pensado que habí­a algo más, pero con el episodio de los testigos de Jehová tan cercano, pensé que era otra ida de olla de F. Así que primero le dije a F. sin levantarme que no tenía ningún interés en ninguna enciclopedia y luego, como insistí­a, me levanté de mala gana a atender a esa inoportuna señora.

En la puerta me esperaba sonriente una amiga que vive cerca, que había venido a verme de sorpresa. La idea de la vendedora de enciclopedias había sido suya. Estuvimos charlando un rato y luego salimos a tomar algo en una terracita del barrio. Me encantó la sorpresa, por cierto.

Al dí­a siguiente me disculpé con F. porque la cara de “tú te has vuelto loca” que le debí­ poner tuvo que ser de antologí­a. No le dije nada borde, pero estoy segura de que mi expresión no dejaba lugar a dudas. Comentó que en aquel momento pensó que le iba a tirar un libro. Lo cierto es que no se me ocurrió -estaba simplemente flipada con el mensaje de la vendedora de enciclopedias y me preguntaba ¿cómo habrá sabido que soy estudiante?, si hasta se lo ha soltado esta, me contestaba-, pero puestos a buscar formas de deshacerse de ellos… nada mejor que tirar uno para evitar que te inciten a comprar unos cuantos más ;-))). Qué cosas más prácticas se le ocurren a F. cuando se pone.