Me puse a redactar el emilio llorica-formal dirigido a la empresa de alquiler de togas, exprimiendo mis conocimientos de inglés formal y mis dotes de persuasión, pero no quise enviarlo antes de tener confirmación de la facultad de que tenía plaza, porque vi que las anulaciones de alquiler de togas tenían un plazo que yo no podía permitirme. Y me pareció muy fuerte plantarme en Londres para mi graduación, no poder graduarme y encima ir cargando una bonita toga y un bonito birrete bajo la lluvia londinense.
En vista de que no contestaban de la facultad, terminé mandando el mail a la empresa de las togas y contándoles mis penas a varios conocidos de confianza que viven en Londres, por ver si se les ocurría algo.
Al poco contestó la más reciente de mis amistades londinenses, una profesora de niños discapacitados a la que conocí en el viaje a China; una tipa estupenda, y deduzco que, a causa de su trabajo, muy acostumbrada a desfacer los entuertos de otros y de ahí la naturalidad de su oferta. En efecto, esta amiga se ofrecía a llamar a la secretaría para contarles el caso a la vista de la falta de respuesta y también me ofrecía alojarme en su casa. Le agradecí su amabilidad, pero decliné el ofrecimiento de la llamada, porque me pareció que me correspondía a mí pasar el mal trago de llamar y exponer el caso y porque a estas alturas de la vida, las dificultades con el inglés no son (o no deberían ser) una excusa convincente: una podrá ser una procrastinadora con pintas, pero tiene su orgullo profesional, ¿no?
En medio de estas disquisiciones se coló en escena una antigua compañera del master que se gradúa al mismo tiempo que yo y a la que pensaba escribir en breve. Me escribía con su jerga juvenil habitual, llena de admiraciones, emoticones y onomatopeyas, despliegue que al principio te produce un cierto rechazo, pero que en cuanto te acostumbras simplemente te hace admirar la capacidad de su prosa y su grafismo de reflejar con total fidelidad su forma de hablar en persona.
Te preguntas fugazmente si su habilidad para lo lingüístico-audiovisual tendrá que ver con el hecho de que trabaja en un periódico editando fotos (ay oy uf 😉 en un periódico de lo más decadente (arrf, yiha) y tomas una nota mental para usar este tipo de recursos en tu novela, cuando tengas que escribir sobre un determinado personaje que habla de determinada forma. La cosa es que esta compañera de promoción me preguntaba cómo estaba por mi fabuloso Madrid (la jerga también se caracteriza por el uso de determinados adjetivos) y si pensaba acudir a la ceremonia.
A ella también se le había olvidado contestar en su momento a lo de la reserva de plaza, y había escrito hacía un par de semanas llorándole a la mujer (así decía, “to the woman”; más concretamente I sent a frantic email to the woman; siendo “frantic” en este contexto sinónimo de “desperate”; “frantic search” significa búsqueda frenética y “frantic person” equivale a “persona desquiciada”; según el Collins Pocket plus; yo conocía sobre todo la acepción “frenético”). La mujer era lovely, pero había tardado en contestar, así que esta amiga estaba segura de que nos veríamos el día de la graduación ya que sin duda yo iba a conseguir mi ticket, aunque fuera en el tiempo de descuento.
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