Más propuestas de palabras

A juzgar por el entusiasmo con el que habéis mandado comentarios con palabras favoritas o con propuesta de nuevos términos cabe pensar que uno de vuestros vocablos preferidos es “silencio” o “espera” 🙂 pero en fin, como ando de dentistas se me ha ocurrido que otra categorí­a interesante de palabras sería la de palabras más odiadas o más temidas.

Abro la lista de palabras temidas con:

-dentista
-declaración (de impuestos; ¿de amor?)
-fecha de entrega
-acreditación
-presupuesto
-retraso
-ginecólogo

¿Cuáles son las tuyas?

Palabras, palabras, palabras

Ando enfrascada en mi Javier de Mier (JdM) , como alumna aplicada (aunque tardía) que soy, pero no querí­a dejar pasar la oportunidad de dejaros el link a la web en la que se votan palabras como favoritas o se proponen nuevos vocablos para la sección de Ficcionario. Es ésta.

(“Malevo” es una palabra chula, ciertamente, pero ¿qué tal “alevoso“? ¿Tienes alguna favorita de entre las existentes? ¿Y alguna palabra de nueva creación que proponer?)

La iniciativa esta de las palabras, gestionada por el Instituto Cervantes, se va a hacer coincidir con el Dí­a del Español, que se celebrará este sábado día 20, simultáneamente en 73 centros de todo el mundo para conmemorar la mayorí­a de edad de los Cervantes como institución. Más datos aquí.

El dí­a 20 también es la fecha de entrega del cuento del JdM de este año, así que de nuevo me quieren dejar con el corazón partí­o (por cierto, ayer en la recapitulación para el último episodio de “La chica de ayer” volvieron a poner esa escena en la que el marido le recita a su enfadada mujer parte de la canción de Sanz como si fuera un poema). Pero en fin, que todo sea que uno tiene dificultades para acudir a cosas apetecibles que coinciden en el tiempo…

What You See Is What You Get (Or Is It?)

Lo que ves es lo que hay… o quizá no.

Últimamente ando inmersa en mis lecturas y experiencias relacionadas con la anatomía y la percepción, porque esos temas me interesan y porque por fin estoy yendo a clases de Técnica Alexander. Ayer, tras tener la segunda sesión práctica, que consistió básicamente en observar durante 30 minutos cómo estoy de pie y cómo me siento sin juzgar ni intervenir, bajo la supervisión de la profesora y bajo las ligerísimas modificaciones de la postura que ésta me iba haciendo aplicar simplemente con las yemas de los dedos, al pisar la calle y volver a moverme, correcta o incorrectamente, pero sola, como una escultura exenta a merced de los vientos en medio de Plaza Castilla con sus Torres KIO y su extraño obelisco de Calatrava in progress (ahora es como una cosa horrible con escaleras) y las diversas torres de reciente construcción de esa zona (más info y fotos aquí), decidí comprar el último número de Esquire (Man At His Best) versión española, que he descubierto hace poco.

La cosa es que como todo está conectado, al abrirla me topé con unas fotos-radiografía de un esqueletillo sentado en una silla con su portátil en el regazo en plan “no escondas tus bones” que tenía un aire muy familiar a las fotos de seres humanos vestidos y con carne de los libros de Técnica Alexander que había estado leyendo.

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(Nick Veasey; reproducida en Esquire, Junio 2009, p. 16)

La revista incluía otra foto que mostraba un edificio en plan 13 Rue del Percebe, en versión algo más civilizada, con una pareja de esqueletillos desayunando mientras leen la prensa del día, dos individuos de puro hueso que chocan las manos descarnadas para cerrar un trato en el tercero, otro huesitos agachado poniéndole papel a la fotocopiadora en el bajo, un ascensor que funciona y todo y nadie ha querido alquilar como habitación o al que nadie le ha cortado las cuerdas como hubiera ocurrido en el tebeo español.

13 Rue del Percebe con esqueletos

(Nick Veasey; Esquire, Junio 2009; p. 93; reproducido aquí en virtud del derecho de cita)

Como ves, faltaban el moroso de la azotea, la loca de los animales, y el habitante de la alcantarilla, pero supongo que el autor de las fotografías, un tal Veasey, tampoco quería que le acusaran de plagio 🙂

Nick Veasey es un artista gráfico y publicista inglés, con premios y exposiciones a sus espaldas, al que no conocía (a lo mejor debería ver menos la tele… léase carapantalla) y al que a partir de ahora pienso seguir de cerca. En su página web se puede ver parte de sus trabajos pinchando en la parte de Work. Enjoy!

Y en fin, creo que la revista Esquire ha elegido bien su lema, al menos para este número que incluye el trabajo de Veasy, que reza “Man at His Best”, algo así como “el hombre en su mejor faceta”, “la mejor vertiente del hombre” o algo parecido.

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El rincón del inglés de Elsie

La expresión What you see is what you get (o wysiwyg en versión abreviada) se refiere esencialmente a que la diferencia entre la imagen de algo y ese algo es mínima (o, para los amantes de la precisión y la ontología, que las apariencias de algo presentan pocas diferencias apreciables). Se popularizó en los ochenta aplicado a los ordenadores con el significado de que lo que aparecía en pantalla era lo mismo que se vería en la página impresa, pero previamente se había utilizado en la prensa estadounidense de los 60 para referirse a un tipo de publicidad directa y honesta que no prometía imposibles. También se utiliza para decirle a tu pareja que no piensas cambiar, que “esto es lo que hay”, “me tomas o me dejas”. La explicación detallada, en inglés, aquí.
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Nota sobre ergonomía o fisiología del movimiento. Si F. M. Alexander (un hombre muy radiofónico 🙂 levantara la cabeza y mirara la imagen del hombre sentado con el laptop sobre el lap diría que el cuerpo tiene una cierta gracia en general pero que comete dos errores imperdonables: cruza las piernas (la izquierda sobre la derecha) y pone el portátil demasiado abajo, forzando la cabeza y el cuello a adoptar una postura incómoda. Es posible que señalara otras cosas imperdonables que ahora mismo, a la altura de mi segunda clase práctica, no soy capaz de detectar.

Y bueno, respecto a los personajes de la 13 Rue del Percebe en versión inglesa, cualquiera que lleve una madre dentro se apresuraría a recomendarles que se pongan algo encima, que van a coger frío y que vale que el nudismo esté bien visto en la esfera íntima, eso de sentirse más libre y que la piel respire bien y tal (¿aunque dónde está la piel, por cierto?) pero anda que ir por la oficina en bolas y cerrando acuerdos con clientes también en bolas

A Londres sin razón aparente (II)

Primera parte del texto aquí.

Frente al Big Ben está el monumento a Boudica, una enorme noria a la que llaman el ojo de algo, no está claro porque no termino de entender el inglés, por no decir que no entiendo nada en absoluto, salvo palabras sueltas como yes y no, y frases hechas, útiles para momentos de emergencia, como “Kiss my ash”. He de mencionar que los ingleses hablan inglés de un modo tan radical que resulta ininteligible, aunque eso no supone problema, siempre y cuando lleves libras en el bolsillo. Si no llevas libras, el inglés es sólo uno de tus problemas, así­ que tampoco hay que preocuparse.

Y en este recorrido por la ciudad constaté una serie de hechos:

1 las pelirrojas existen;
2 las inglesas no son ni mucho menos gordas y rubias como vacas, tal como nos han hecho creer, probablemente para quedárselas todas;
3 en Londres hay una cantidad de ingleses muy inferior a lo que se sospecha, dado que la mayoría de los que veí­amos por la calle eran o bien españoles, o bien de cualquier otro sitio, desde hindúes a negros. (De hecho, si alguien quiere ver ingleses, es mejor ir a Benidorm, lugar en el que también he estado, aunque ese es un viaje fascinante que tendré que narrar en algún blog dedicado a Benidorm).

Llegamos a Trafalgar Square, donde hay un monumento a Nelson. No lo pueden poner a caballo porque era hombre de mar, pero luce mucho. En esta plaza está la librería más grande de Europa (según mi guí­a de viajes) donde entré sobrecogido como si entrara a un templo, imaginando las maravillas que contendrí­a, todas a precios asequibles.

Tuve que salir corriendo antes de que me diera una apoplejí­a, dado que todas esas maravillas, que si las habí­a, estaban en un idioma completamente ininteligible y probablemente bárbaro. Allí tuve que dejar un ejemplar de Finnegans Wake, que nunca se ha traducido al español, por increí­ble que parezca, o una recopilación casi completa de los poemas de Seamus Heaney, hechos ambos que me partieron el alma, pero era como el gallego que se encuentra una sirena y la vuelve a tirar al mar, preguntándose, ¿y por dónde?

(Aquí­ el lector se preguntará si soy tan cándido como para no comprender que las librerías inglesas contienen libros en inglés, a lo que debo decir que sí, lo sabí­a, pero tengo tal talento para la esperanza y el autoengaño que no acababa de creérmelo, y me obligué a constatarlo).

En cuanto a la arquitectura de la ciudad, es sorprendente. No hay una zona histórica que recorrer, ya que Londres se quemó de parte a parte allá por 1700, según mi guí­a de viajes. Pero da igual. Es grande, variada, cosmopolita. Todos los edificios son singulares, todos son distintos, y sin embargo, situados unos junto a otros dan sensación de armonía. Londres da sensación de Metrópoli global, de ser el sitio donde PASAN las cosas. No quiero ni imaginarme cómo será Nueva York.

Bien, allí sobre las ocho hora local me empecé a sentir fatal, en el sentido que de que ya no podí­a dar un paso, porque creo que habí­amos caminado la misma distancia que separa en lí­nea recta París de Detroit, por lo menos a nivel subjetivo. Aunque me callé, para evitar que mi encantadora esposa pensara que se habí­a casado con un hombre débil, hipocondrí­aco y permanentemente agotado. Diez minutos estuve callado, pero ya no pude más, y le dije, por dios te lo pido, esposa de mis amores, llévame a comer algo caliente antes de que me dé un desmayo.

En este punto debo decir que Caléndula es una persona contradictoria, en el sentido de que le gusta viajar a lugares exóticos y lo más lejanos posible, y sólo admite alojarse en hoteles buenos o muy buenos (lo que va en consonancia con su belleza) PERO luego protesta porque gastamos en ello mucho dinero. Así­ que poco menos que pretendí­a mantener este cuerpo serrano que descubrí­ en los espejos a base de sándwiches baratos, y este cuerpo, cueste o no cueste, precisa para mantenerse de buenos alimentos, y a ser posible calientes.

Así­ que logré convencerla de que fuéramos a un japonés, donde pedí­ una especie de sopa nutritiva, y luego, fortalecido, fuimos a tomar una cerveza local en un pub local, que resultó ser una cerveza que sabí­a exactamente igual que la Mahou y el pub era igual que los de aquí, salvo por el hecho de que no dejaban fumar.

Tras esto caí­ tronchado en la cama, y a la mañana siguiente corrimos al British antes incluso de que abrieran y tras un rápido vistazo volvimos volando para Madrid junto a una familia del Opus completamente consternada (o trastornada) porque el avión no aterrizarí­a antes de la misa de las nueve. Hubo un momento de estupor cuando descubrimos al comandante de la nave sentado entre la familia del Opus contando chistes, pero se ve que eran todos de La Obra, y el avión estaba en manos de Dios, ¿en qué manos mejor?

He de decir que allí­ con mi pelo rubio estaba completamente camuflado y nos paraban a menudo para preguntarnos por calles, momento en que les decía, hablen con mi joven esposa. Sólo un inglés se esforzó por hacerse entender cuando se dirigió a mí­, y fue el tipo que me vendió dos botellas de whisky de quince años cada una en el aeropuerto. En un momento en que me solté de la mano de mi mujer, cosa que evitaba hacer por si me pasaba precisamente esto, el tipo corrió a acosarme cuando estaba con las botellas entre los brazos, y tras quince minutos de diálogo en que él me hablaba en perfecto inglés y yo le contestaba en perfecto español alcancé a entenderle que lo que pretendí­a decirme es que podí­a llevarme hasta diez botellas de ese tipo a España. Ten bottles, ten bottles.

Ah, cómo derriban barreras lingüí­sticas el interés y los porcentajes de comisión, cómo allana el dinero todas las diferencias culturales, se llame libras o euros.

Qué hermoso es el capitalismo y la globalización.

Y qué cara de doloroso estupor se le quedó a Caléndula cuando consultó el saldo de la cuenta, momento en que la amé desmedidamente, precisamente por ser contradictoria, y también por apaciguar su dolor.

Javier Arriero Retamar

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Notas de la editora:

El monumento a Boudica, reina guerrera de la tribu celta de los icenos, se encuentra en Westminster Bridge, cerca de la noria London Eye, pero no son la misma cosa como se puede inferir del texto. Aquí se pueden ver distintas imágenes del monumento en cuestión. Para los freakies de la historia he encontrado este foro/chat/juego de rol, para (imagino) entretenerse y quizá hacer amigos (o todo lo contrario, hacerse mala sangre y labrarse enemigos).

El incendio de Londres que se menciona es el Great Fire de 1666, originado por el fuego en una panaderí­a/tahona situada en Pudding Lane. La columna de Monument situada a unos 60 metros del lugar que ocupaba la tahona conmemora el lugar donde se iniciaron las llamas. Más info aquí­. El incendio fue dos años después del inicio de la llamada Great Plague o peste negra, en cuya época más virulenta llegaron a morir 14.000 personas a la semana.

Del Finnegans Wake de Joyce, que Borges creí­a intraducible por el momento en castellano sólo existen traducciones parciales, entre las que las más conocidas son la de Garcí­a Tortosa (uno de los traductores del Ulises a quien seguí­ en mi tesina) y de Ví­ctor Pozanco. Información que sirve de introducción a la obra aquí, ejemplo de lo titánica que puede ser esta tarea aquí; una aproximación más digerible (dentro de lo que cabe) en este documento.

Más información sobre traducciones de textos de Joyce aquí­.

Y si a Javier le dieron una especie de Mahou es porque pidió una lager y no una riquísima stout Samuel Smith (que por cierto yo descubrí­ en Madrid tras vivir dos años en La Pérfida). La próxima vez será.

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Nota final: como bien señala Simoneta, la grafí­a correcta de “ass” (culo, asno, persona estúpida etc) es ésta y no “ash”. Lo había dejado tal cual porque precisamente lo gracioso del personaje es que no sabe inglés y no conoce aquella cultura. Pero es cierto que hay que marcar de alguna manera la desviación de la norma y por eso ahora lo he puesto en cursiva.

Itchy feet/ Nacidos para viajar (reloaded)

(Por si alguno no lo sabe, os recuerdo que la expresión inglesa “Itchy feet” hace alusión a las personas que no pueden pasar mucho tiempo en el mismo sitio, a los “culos inquietos” en definitiva; aquí un post de la época inglesa sobre este asunto)

Hace unos días mi amigo Metrolando cogía un avión hasta Nueva York para pasar unos tres meses en la Universidad de Siracusa, investigando y mejorando su inglés.

Aterrizó (físicamente) con bien y ahora está aterrizando (metafóricamente) con bien también y con extrañeza y con calma (espero).

Antes de marcharse se me ocurrió proponerle que considerara su estancia en USA como una oportunidad y no como una prueba; como un proceso y no como un punto de llegada. Creo que es una buena filosofía para enfocar los cambios en la vida, los viajes y las estancias en el extranjero.

A veces tendemos a ver ciertas situaciones novedosas como un examen, como un momento en el que los focos y las lupas están sobre nosotros, pero esa sensación, además de ser falsa (la vida es compleja y la gente no suele ir por el mundo con un foco portátil y una lupa para ponérselas al primero con el que se cruza :-), salvo que se trate de un Torquemada vocacional, un inspector o un auditor), no es útil, en la medida en que nos paralice o nos llene de ansiedad.

Ayer, en una terraza de la Castellana, en medio de una nube de malévolo polen que la tomó conmigo, estuve charlando con Ignacio Izquierdo (don Igna), otro “itchy feet” al que conocí en Londres, al que he leído cuando estaba en Japón y que ahora está a punto de emprender una vuelta al mundo con su supercámara de fotos de “gatillo” rápido y sensible. (Por cierto, la foto de Ignacio en Japón levitando y con brazos múltiples refleja muy bien el espíritu de las personas “itchy feet”, amén del del propio retratado. La foto se puede ver pinchando en el link de la entrevista que Kirai le hizo para su web).

Pues eso, bon voyage para ambos. Disfrutad de esta oportunidad y tratad de no verlo como una prueba.

Y una última cosa, si entre los lectores del blog hay algún redactor de alguna una revista de viajes o similar, estoy segura de que no debería dejar escapar a Ignacio Izquierdo sin encargarle fotos o reportajes de alguno de los muchos lugares/países que va a visitar en su periplo mundial. Ocho meses de viaje, su savoir faire fotográfico y su experiencia en la elaboración de contenidos para el blog dan para mucho. Se puede contactar con él escribiendo a ignacio.izquierdoarrobagmail.com .