Una vez en Senate House, una biblioteca gigante de la University of London situada en pleno barrio de Bloomsbury a la que está asociado mi college, no sabía muy bien por dónde entrar.
El ascensor no llegaba más allá de la cuarta planta, aunque yo tenía muy claro -lo único quizá- que mis libros estaban en la quinta planta o eso decía la web. Pensando que quizá había cogido el ascensor de los pares (even numbers) bajé resignada para comprobar que un torniquete me impedía entrar en el garito y que por supuesto no había ninguna escalera a la vista.
Fui hasta el mostrador y, decidida a no dejarme achantar por las circunstancias adversas, le conté mi vida al primero que vi, que resultó ser un vigilante. Me dijo, it’s OK, tu facultad tiene un acuerdo con la nuestra. “You know what I mean? (el tipo tenía pinta de rapper: dígase la frase you know what I mean subiendo y bajando los brazos). Vete a hablar con el otro, que te hará un carnet y podrás entrar”. Así sea, dijo para cerrar su profecía. Consciente de que las profecías suelen contener pruebas para el sujeto que está en medio de ellas, me acerqué con miedo al otro extremo del mostrador, pensando en si me pedirían alguna factura del gas como prueba de residencia (como no tienen DNI, en Inglaterra te piden la factura del gas o de la electricidad para hacerte socio de un video-club o de la biblioteca de tu barrio) y probablemente una foto carnet. Factura que por supuesto no tenía porque comparto piso y las facturas no están a mi nombre.
La profecía del rapero se cumplió sin efectos secundarios: él había dicho “así sea” y así fue. Ya tenía mi tarjeta, eso sí con un nombre que vagamente se parecía al mío. Ahora tenía que franquear el torniquete y no había ranura por la que pasar mi tarjeta, pero incluso a la prima de Míster Bean le resultó fácil deducir que había que posar la parte con el código de barras sobre el cristal. Funcionó.
El interior era una especie de Ateneo de Madrid polvoriento, plagado de libros y muebles antiguos y con pocas mesas. La estructura era laberíntica, con escaleras que sólo te permitían subir a un piso, con lo que luego tenías que recorrer el otro para encontrar las escaleras que te llevaran al siguiente.
Lo “mejor”, sin embargo, era la signatura de los libros. Acostumbrada a la típica clasificación decimal (¿Dewey?) de los “802” tal y tal, aquella sucesión de todas las letras del alfabeto XPUY3321BE777Cos (exagero, pero no mucho) sin aparente patrón (a veces los últimos signos eran tres letras, a veces no; ¡con lo que facilita buscar sólo el final de la signatura una vez localizado el estante correcto!) aquello parecía un jeroglífico, sobre todo porque la disposición de los estantes tampoco era muy clara. Eso sí, refrescaba mucho tu conocimiento alfabético. ¿La W va antes o después de la T? Otra cosa peculiar eran las mesas incrustadas entre ventanas.
Me pareció un lugar curioso, como kafkiano. Buscando un libro de Rushdie estuve a punto de perderme en la parte de los Periodicals, con esas escaleras de Escher, y sin un alma, porque faltaba poco para cerrar. Mi ¿libro? (figuraba como libro pero tenía signatura de publicación periódica) era un PR, pero tras recorrer la sala vi que toda ella estaba destinada a los PS y no a los PR. Aquello más que un PR parecía un E(xpediente) X. Y las pantallas de ordenador para las búsquedas, sin luz, con la pantalla pringosa. Todo de lo más Ministerio de la Verdad de “1984” (aunque no vi los tubos por ninguna parte)…
Tras numerosas pesquisas y descartes, localicé unos tres libros, con tan mala suerte que dos eran de referencia, o sea que no se podían sacar. Lo que nos lleva derechitos al asunto fotocopiadora, asunto del que hablaremos en el próximo post: Houston tenemos un problema, en el que os cuento cómo estuve fotocopiando en el laberinto.
[Para saber más sobre Senate House haz clic aquí; web de la Senate House Library aquí]
Ha ha! Leyendo a tu descripción, me acuerdo de mis propias buscas en este laberinto.. Hay mucho tiempo que decidà no perder más tiempo en este lugar. Viva Goldsmiths library;))
SÃ, somos muchos los que hemos habitado el laberinto por un tiempo. Carne fresca para Minotauro (pero sin “chips”). Últimamente debe de estar a dieta, porque yo también llevo bastante sin ir. En la library de G. están cambiando el sistema de fotocopias, la mayor parte están desconectadas, el suelo lleno de cosas, no se puede cargar la tarjeta abajo para imprimir, luego nadie tiene cambio… no hay servicio de encuadernación. Laberintos por todas partes. ¿O seré yo?
No te preocupes,no eres tú, soy yo. El problema con mà es que cada vez que termino una escuela o universidad, se deciDe que le van a mejorarla;)