Ansia viva para Dummies

“Ansia viva para Dummies”, o, mucho mejor, “Ansia viva para lagartijas bilingües”.
El libro no existe pero conozco unas cuantas personas a las que les serí­a útil, empezando por mí­ misma.


Y ya que no existe y dado que soy una lagartija con inventiva (y ansiosa) me he aprestado a consultar los libros de temática similar que he encontrado y he elaborado un mix. Eso sí­, mientras consultaba con avidez esos libros en distintos formatos e idiomas me he esforzado en respirar profunda y ansiosamente.

Hay teorí­as de todo tipo en torno a la ansiedad. Que si es adaptativa (ya que ese estado de alerta es el que históricamente ha hecho que sobreviva el hombre), que si es una maestra que te indica qué áreas de tu vida no van bien o necesitan cambios, que si hay que aplacarla, que si hay que escucharla…

Básicamente parece que lo esencial es el grado: el estrés o la ansiedad empieza a ser patológica o disfuncional cuando cobra gran intensidad, te paraliza o te hace infeliz.

Lagartija entre hojas
Las formas de aproximarse a la ansiedad varí­an en gran medida, pero parece que las que tienen más aceptación son las cognitivas-conductuales (pensamientos, sentimientos y conductas) y aquellas relacionadas con la meditación y el mindfulness o atención plena.

Las primeras, las cognitivas-conductuales, consideran que en algún momento de la vida del paciente se ha generado un hábito de creencia errónea-sentimiento negativo-ansiedad que hay que romper mediante herramientas como la disputa sistemática de las creencias erróneas y la exposición controlada a los factores de estrés. En general, salvo que se combinen con un enfoque de psicoanálisis, estos enfoques se detienen poco en el origen de esa creencia errónea y se centran más bien en disputar su lógica y en mostrar lo poco eficaz que es como planteamiento (preguntándote si el sitio al que te va a llevar esa creencia es un sitio al que realmente quieres ir).

Por su parte, el enfoque basado en el mindfulness y la meditación considera menos hostil la ansiedad, recomienda escucharla y aceptarla y centrarte en el presente y desarrollar un hábito de meditación continuada . La meditación se ha comprobado que activa zonas del cerebro relacionadas con la serenidad, la compasión y el control de las emociones. De hecho, un estudio de la Universidad de Winconsin realizado en 2004 con 8 monjes tibetanos descubrió que generaban ondas cerebrales un 800% más potentes y sincronizadas que las de las personas del grupo de comparación; entre los monjes estaba el famoso Mathieu Ricard. Según otro estudio, la meditación de los monjes tibetanos da lugar a cambios plásticos en el cerebro y fortalece la habilidad de inhibir procesos mentales como la preocupación continua (Aprender de la ansiedad, Pedro Moreno, p. 200).

Para que los beneficios de la meditación y el mindfulness se produzcan es necesario ser constante. Según Pedro Moreno (2013: 194-196), con practicar unos 15 minutos al dí­a la meditación formal durante seis u ocho semanas se empiezan a ver resultados.

Pues nada, respiren hondo, disputen sus creencias erróneas y a disfrutar del fin de semana 😉