Aceptamos Elsinora como pincho moruno (final)

La doctora me había comentado que la parte más tensa era el hombro izquierdo, cosa que me extrañó, porque al ser diestra siempre tengo más contractura en el lado derecho, por el ratón y demás. Me dijo que me iba a poner no sé qué artilugio para relajarme la zona y a continuación me colocó una cosa que parecí­a como una pinza suave enroscada. Me puso varias, en el centro y en la paletilla izquierda y los artilugios parecían ser redondos a juzgar por la sensación que producían. Lo que notabas era como si te estuvieran estirando en distintas zonas, una tensión bastante llevadera. Al poco rato regresó y me quitó los artefactos que sonaban como ventosas al quitarlas, y como rulos al caer sobre el recipiente donde los fue depositando (como hija de boticaria que soy no pude dejar de pensar en las sangrí­as que se hacían antiguamente, pero sabía que no me habían cortado y además me imaginé que ese tipo de cosas están contraindicadas en una pobrecita “low energy” como yo por más que la lógica oriental sea distinta a la occidental).

La cosa es ahora que ya estaba tostadita decidí dar forma a la carne picada en que me habí­a convertido e inició el masaje. No sé qué tipo de puntos clave o yin y yans buscan, pero la sensación fue de un masaje occidental. Al llegarle el turno al lado derecho, comprobó que estaba bastante tensa la zona del tendón y me preguntó si podí­a venir al dí­a siguiente para la siguiente sesión porque aquello estaba muy duro y había que ablandarlo. Emití­ un “I told you” en infrarrojo para que no lo oyera (a los chinos no les gusta la confrontación, y a mí­ cuando estoy en rol de pincho moruno no me gusta discutir con el cocinero) y le dije que el día siguiente a la misma hora era perfecto (como sé que esto va para largo, cuanto antes, mejor). Me dijo que por hoy habí­amos terminado y se marchó. Mientras me vestí­a descubrí un pequeño armarito pegado a la pared, y al acercarme vi que tení­a apósitos para detener hemorragias además de tiritas con indicaciones en todos los idiomas. La verdad es que algo así te echa para atrás, pero afortunadamente lo descubrí­ después de la sesión, que habí­a sido molesta, pero no cruenta.

Salí de allí­ con el cuello más relajado, menos libras en el bolsillo, un bote de ginseng rojo coreano en sirope, y otro de unas pastillas a base de plantas para disminuir el estrés (contenía cosas como menta, regaliz¦; la etiqueta incluí­a por un lado la composición con los nombres latinos y reconocí unos cuantos; ni rastro de cicuta) además de las marcas de las ventosas en la espalda, pero eso sólo lo descubrirí­a por la noche al inspeccionar la espalda en el espejo antes de acostarme. Me alegró comprobar que las varitas de pachulí­ no habí­an dejado rastro.

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*La serie “Aceptamos Elsinora como pincho moruno” va dedicada a Metrolando, como guiño a sus investigaciones borgiles. Espero que le guste.

-Información sobre historia y el fundamento de la acupuntura aquí­ .
-Más información sobre cómo se realiza la moxibustión aquí­ .
-La información del siguiente link no es apta para personas impresionables.

6 respuestas a «Aceptamos Elsinora como pincho moruno (final)»

  1. Hombre mujer, final final no es. Que la “told you” aún tení­a labor al día siguiente…
    ¿Es que nos vas a dejar así­?

    En cuanto a lo de buscar otros médicos más profesionales, usté dirá dónde, que nuestro sistema sanitario es el que es, y a una le toca el centro de salud que le toca… (con varios médicos, eso sí­, pero no la dejan a una examinarlos antes de adscribirse a alguno, así que no queda otra que ir pidiendo cambio, y probando suerte; y yo ya llevo varios, a cada cual mejor como protagonistas de sainetes).

  2. Si es que todo lo queremos saber… jajaja. Te cuento. Llevo ya cuatro sesiones, a falta de dos para completar la terapia. Estoy mejor, pero aún no del todo bien.
    He observado que el patrón se repite: el día del masaje sales estupenda de la clí­nica, pero al día siguiente tienes molestias, que desaparecen al día siguiente.

    Desistieron de repetir lo de las ventosas a partir del segundo día porque me quejé de la marca que me había dejado una de ellas y decidieron que mejor no repetir (aunque yo les dije que lo que a ellos les pareciera mejor). Ahora el esquema es agujas + lámpara o lámpara + agujas y luego un masaje como de diez minutos (tirando a vigoroso). Creo que la cosa acabará funcionando. El problema es que si estoy relajada y me cuido no avanzo con la tesis y viceversa. (Hoy por ejemplo me he traído unos cuantos libros desde la biblio de la facultad y tengo la espalda fatal, aunque he venido en bus y llevaba mochila).
    Las pastillas antiestrés efectivamente me relajan pero al no tener estrés me cuesta más meterme en la tesis.
    En fin, a ver si encuentro el equilibrio.
    Y no sé qué decirte con lo de tus médicos, la verdad…

  3. ¿Has oído hablar de la rueda, bonita? Ese invento milenario que tanto bien ha hecho a la humanidad…
    ¡Qué mochila ni qué carajos para llevar libros! Una maletita con ruedas. Te lo dice la reina de la rueda. Hazlo, antes de que tu espalda está tan escarallada que ya no puedas hacer otra cosa. ¡Es una orden!

  4. No pensaba haber sacado libros, pero resulta que topé con algunos muy interesantes… Y tienes mucha razón con la rueda: tengo una mochila con ruedas, por cierto, pelí­n aparatosa pero buena para casos así­ (aunque te fastidia las lumbares de andar tirando…). En fin, Pilarí­n: cualquiera te lleva la contraria, Teresiña. ¡Menudo genio gastas los sábados por la noche! (yo pensaba que la fiebre de los sábados noche era otra cosa :-))

  5. Genio del domingo por la mañana: es que tampoco hay que ir tirando, que es “malismo” para los hombros y otras zonas del cuerpo. Es que se puede ir empujando, que hay unos sistemas estupendos…
    ¡Ay, que hay que estar en todo!

  6. Que es mejor empujar lo leí­ en un libro sobre cómo cuidar la espalda. La cosa es que la maleta con ruedas debe tener el asa de una altura correcta, porque si no incluso para empujar tienes que agacharte. ¡Viva el libro electrónico! Ah, no, que ése sólo se puede leer en pantalla y te obliga a machacarte las cervicales. Viva el audiolibro, pues. O vivan las vacaciones, que es lo que me hace falta a mí­.
    En fin, un abrazo y que te mejores.

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