Itchy feet o Nacido para viajar

Retrato de los “culos inquietos” que -por ahora- habitan Inglaterra.
En estos ocho meses (¡Dios mío, ocho meses ya!) he ido conociendo a diversas personas asentadas en Inglaterra. En su mayoría, españolas. Hay algunos rasgos comunes a todas ellas. En general el perfil de persona viajera es independiente, activa, con capacidad de trabajo, organizada y bastante tolerante (en el sentido no despectivo del término). A todos les gusta la cocina, pero eso no sé si es casualidad o efecto de que en su mayoría son españoles o de que hay una cierta moda de cuidar la alimentación. En todo caso, lo que más me llama la atención es su iniciativa contra viento y marea. Iniciativa para decidir qué hacer cada día, para optar por algo diferente sobre la marcha si las circunstancias -incluso anímicas- cambian siquiera levemente, para decidir sobre su vida y tirar para adelante con lo que les venga. Se quejan poco, relativizan lo malo y son expertos en sacarle el jugo a lo bueno. En otras palabras, “they make the most of it”. Le sacan el máximo partido a las situaciones, a una ciudad, un barrio, un horario, una programación teatral o de cine, a un empleo o a un par de días libres en el trabajo.
Las personas que conozco en esta situación son sobre todo mujeres. Acostumbradas a ser autosuficientes, pesen cincuenta kilos o setenta, tienen fuerza para acarrear maletas, mover muebles, mudarse. Nerviosas e inquietas, otra de las cualidades comunes es que miran desapasionadamente lo que otros temperamentos verían como su culpa o sus limitaciones: no dar abasto en un momento dado o no ser capaz de hacer frente a algo, en lugar de despertar una cadena de autorreproches suscita un enfoque pragmático, ¿se puede posponer?, ¿se puede delegar en un compañero o en un profesional al que se pague?, o sencillamente ¿puede uno pasar del tema? “No me llevo malos ratos”, es una frase recurrente en los labios de este perfil.
Hay un cierto mirarse desde fuera, también, que le quita dramatismo a lo que les pasa y que va unido a grandes dosis de pragmatismo, de llamar a las cosas por su nombre y no hacerse líos con lo que representa algo sino ir directamente a por lo que implica realmente. Quienes tienen esta mentalidad se pierden algunos matices: precisamente los matices del paseante, del turista vital. Porque tienen prisa, porque tienen que resolver cosas y construir situaciones y posibilidades. Pero ganan mucho más, creo.
Los destinados a ser carne de viaje contemplan la vida -su vida actual pero también su vida posible- como un mundo de posibilidades y se dicen “vamos a sacarle partido” y deciden aprovechar este rato para tal cosa, peregrina o práctica, o movilizan a los amigos para tal o cual actividad. Son la foto que acompaña a la definición de pro-actividad en los diccionarios.
Lo que más valoro de lo que he aprendido -o lo que más me llama la atención de la gente de aquí, que no es de aquí sino española, o medio egipcia medio sueca, o griega, o de Nueva Zelanda- es su capacidad para pensar actividades, elegir el mejor sitio para el café o el lunch atendiendo a varios criterios a la vez (del tipo: camarero guapo, calidad del café, precio, lo saludable de los sándwiches, las vistas), establecer relaciones con gente nueva, hacer sus comparativas de sitios y opciones. Su capacidad para imaginar posibilidades y llevarlas a cabo. Es el mundo del adulto activo, supongo, sólo que en una situación muy concreta: sin el soporte (y la jaula) inmediato del entorno familiar y laboral acostumbrado. Un último rasgo me parece importante: tienen la capacidad de crear y organizar un grupo humano en torno a sí con bastante facilidad y rapidez, en la medida en la que ellas necesitan ese grupo. Quiero decir, cuando por ejemplo una de ellas no demuestra semejante capacidad es en parte también porque considera que no necesita tanto ese grupo humano.
Introducir aquí una consideración sobre el signo astrológico del perfil del viajero podría quitar valor a todo lo anterior en opinión de algunos. Pero, en fin, como la realidad es compleja, lo mejor es alternar lo analítico con lo intuitivo, la actividad del lóbulo cerebral izquierdo con la del derecho, los datos referidos a hechos con el razonamiento analógico. Creo que el viajero tipo está formado mayoritariamente por signos de aire y de agua. De aire (Géminis, Libra, Acuario) por la energía, la afición por el cambio y la inquietud que los define. En el caso de los signos de agua (Cáncer, Piscis, Escorpio), el rasgo característico es la capacidad de adaptación (incluso aunque no les guste mucho el cambio), como elemento líquido tienen facilidad para adaptarse al tamaño y forma del continente en el que están.
En todo caso, signos de agua o aire o “aceptamos pulpo como animal de compañía”, la cuestión es que para alguien como yo, que poseo un perfil más contemplativo/analítico y menos llamado a la acción que el suyo, resulta muy atractiva la compañía de personas tan conscientes de lo que el mundo les ofrece, de personas tan decididas. Y como según dice el refrán todo se pega menos la hermosura, el “itchyfeetismo” se me empieza a contagiar a mí, con permiso de la Real Academia de la Lengua.

3 respuestas a «Itchy feet o Nacido para viajar»

  1. Pues a mi me gustaría viajar más, pero como soy Tauro y es signo de tierra me aguanto. Es como ponerse a dieta y ser A-, que tú quieres comer más y de todo y te vuelves a aguantar. O no te aguantas y engordas, que es lo mío.
    Me parece que voy a dejarme de tantas limitaciones y voy a investigar las delicias de la “no dieta”, que me lo ha recomendado alguien de signo cosmopolita y compañía y escritura aún más recomendable.
    De paso, intentaré meterme en la “zona”, por si acaso allí me dejan comer tomates y porotos tamarindo. Aunque, nunca se sabe…
    Gracias de nuevo, guapa.

  2. En la Zona los tomates están muy bien vistos. ¡Si hasta hay una receta de gazpacho! Lo de los porotos tamarindo no sé no sé. Los malos para Barry Sears son los hidratos de carbono de alta densidad (patatas, arroz, pasta, harinas varias), se pueden tomar pero en pequeñas dosis y mezclados con hidratos de origen vegetal. Lo fundamental para él es el equilibrio entre proteinas e hidratos, una pizquita de grasa monoinsaturada (almendras, pistachos, aceite de oliva), mantener la insulina en sangre constante (comer cada tres o cuatro horas poca cantidad) y darle al aceite de pescado destilado.
    En fin, misterio sin resolver esto de la nutrición idónea.

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