Todo está conectado

Como dicen los autores zen, es cierto que todo está conectado. El día siguiente a la emisión de Life en España (ya sabes, la serie norteamericana cuyo protagonista es Charlie Crews, un poli que pasó 12 años en la cárcel etc etc ) me tropiezo en el metro con dos personas que van leyendo libros sobre zen (Zen básico dice la portada de uno de ellos), a uno de ellos creo que incluso le conocí­a: si no me equivoco, era el novio inglés de una amiga de una amiga, de nombre James como tantos ingleses, de piel rosada, alto y tí­mido sobre sus zapatos Clarks, pero como no estaba muy segura, ya que le he visto sólo un par de veces y hace años no me acerqué a saludarle y revelar nuestra (probable) conexión.

Item más, a los pocos días de haberme reunido con Ignacio en vísperas de su vuelta al mundo y haber estado hablando de su experiencia en la capital de Japón, veo en Cuatro el reportaje de Callejeros por el mundo que transcurre precisamente en Tokio. Gran parte de lo que vi me recordó a mi propio viaje a Japón hace unos años y a las observaciones de Don Igna y a las de mi antigua alumna de Español, Yoko (de la que por cierto hace mucho que no sé nada). No pude ver el programa completo, porque era domingo por la noche y los domingos por la noche si estoy en casa veo La chica de ayer , una serie basada en otra realizada por la BBC inglesa (de tí­tulo Life on Mars, aquí­ y aquí­ y aquí ­ información en inglés sobre la versión americana) y que en La Pérfida no me enganchó, porque la pillé ya muy avanzada y el look general no me atraí­a (para lo estático soy poco nostálgica, se ve; aunque también puede ser que la nostalgia British no sea la mía). Pues bueno, la cosa es que el lugar que hace de comisarí­a en la serie es el edificio de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense, lugar en el que estudiaba la amiga de la amiga del novio inglés que leí­a un libro sobre zen. Además, como sabréis, el tí­tulo de la serie, La chica de ayer también es el nombre de una de las canciones más conocidas de Antonio Vega, recientemente fallecido (llevaba años muriéndose).

Vídeo del tema La chica de ayer interpretado por Nacha Pop en el programa 300 millones, ahí­ es nada.

Hay otra línea de conexiones recurrente, la línea rusa: primero la Eurovisión el sábado, el domingo representación en el Pequeño teatro estudio de Chejov de la obra La Gaviota (sobre escritores que dudan de su talento y tienen crisis creativas, como algunos que yo conozco todas las vísperas del concurso de cuentos Javier de Mier :-), una versión muy peculiar porque en lugar de que la adaptación parta de una traducción previa, lo que se ha puesto en escena es la traducción directa del texto por parte del director, un antiguo niño de la guerra; y la semana siguiente el reportaje en la CNN sobre el famoso director de orquesta Valery Gergiev (director artí­stico del teatro Mariinski desde hace décadas; más aquí en inglés) un tipo talentoso y malhumorado, y finalmente el principio de la vuelta al mundo de Ignacio precisamente en Rusia.

Y ya para terminar de cuadrar la cosa, anoche veo en El hormiguero un experimento cientí­fico que explica la teorí­a del caos, según el cual cuando aplicamos energía al caos, éste se ordena. Había dos ejemplos, uno de energía cinética manual con un montón de tapas de plástico y otro con energí­a electromagnética (imanes muy potentes en este caso). Y, claro, no pude dejar de acordarme de lo que nos contaba la profesora de Técnica Alexander el sábado sobre que la técnica lo que hace es introducir orden en los hábitos desordenados, organizarlos. Así­ que me fui a dormir con un libro que se titula El cuerpo recobrado, de Michael Gelb, comprado tras esta clase, y que cuenta que una vez uno desaprende para desenseñar cómo se deshacen las cosas; qué frase más caótica ésta de la ochentera Bola de cristal, empecemos de nuevo: que una vez que uno aprende a inhibir sus propios hábitos desordenados y a darse las instrucciones correctas todo fluye mejor, llega el orden y el movimiento armónico y uno precisa mucha menos energía para moverse, para tocar un instrumento, dirigir una orquesta en el teatro Mariinski o desplazarse hasta Rusia o Japón o hasta la boca de metro de la esquina, para encontrarse con alguien leyendo un libro sobre zen, el día siguiente a la emisión de Life en España.

(Y bueno, suena pelí­n increíble, pero mientras terminaba de editar el artí­culo, en la emisora que tení­a puesta (Kiss FM) ha empezado a sonar La chica de ayer, no es raro teniendo en cuenta su reciente muerte).

2 respuestas a «Todo está conectado»

  1. Dessssconcertaaaanteee… es cierto, a lo largo del dí­a nos ocurren cosas que podríamos relacionar directa o indirectamente para acabar cerrando un círculo casi enigmático. Y a más imaginación y poder de abstracción, más sorprendente el resultado.

  2. Así­ es, Japogo. Hay otras cosas además de la imaginación y la capacidad de abstracción que ayudan a encontrar paralelismos… algunas suspendidas en el aire madrileño 🙂

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