El abismo entre las cifras y las letras

Disección de una novela incompleta desde fuera hacia adentro. La primera capa, llamada “menú contextual”, dice: Tamaño: 1, 67 MB; y el documento Word tiene 448 páginas (so far); el recuento de huesos y vísceras arroja diez mil líneas y ciento diez mil palabras. El tiempo de edición, si hemos de creer al dispositivo, señala 10.287 minutos.

En realidad, el documento existe desde hace cinco meses, pero lógicamente durante ese tiempo no me he limitado a editar ese documento, por no mencionar las veces que el documento ha estado abierto sin que yo trabajase en él.

Revisando un manuscrito
Lorenzo Cafaro – Pixabay

El documento en cuestión es una novela traducida al español, a la que sólo le faltan 32 páginas para estar concluida. La distancia entre esa cifra fría de 1,67 megas y todo lo que esconde de trabajo, aprendizaje y experiencias resulta abismal. También lo es el salto entre esas 1,67 megas y el resultado final: una novela completa (cuando lo esté), traducida del inglés, con sus logros y sus errores.

Aún más extraño resulta pensar en las propias cifras de la autora del texto original, su número de líneas y de palabras y su estadística de horas, contrastadas o comparadas con el resultado final.

Pelota de cuero
Free-Photos – Pixabay

Consultar esos datos en busca de la esencia del proceso es como jugar al frontón contra una pared que te devuelve la pelota siempre, pero de forma sorda y opaca, sin darte la oportunidad de averiguar en qué lugar preciso golpeó tu disparo, de qué estaba hecha la superficie golpeada y de qué forma exactamente le afectó el impacto (y probablemente lo más importante: cuál es el secreto para que las pelotas sigan alcanzando el objetivo).

Sin embargo, la relación entre el original y el texto traducido me resulta menos extraña. Ambos textos tienen un claro parentesco, un cierto aire de familia. Son novelas primas, de las que comparten el maquillaje o la crema hidratante. O quizá una es la madre y otra la hija.

Supongo que si yo fuera la autora del original y entrase en contacto con la traducción seguramente la relación no me resultara tan natural. Sería un poco como descubrir una hija postiza, o una prima extranjera que no sabías que existiera. La recién llegada podría convertirse en alguien querido o bien en un intruso molesto.

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Nota. Para los que sean de letras-letras y no controlen mucho de Word he aquí la siguiente chuleta de ayuda.
Para contar palabras, caracteres o líneas: elegir Menú Herramientas-Contar palabras.
Para ver datos y estadísticas sobre un documento concreto: seleccionar Menú Archivo-Propiedades.