Trabajar cansa: una mirada perpleja a las extrañas leyes del mundo laboral

Trabajar cansa. Ya lo decí­a Cesare Pavese, pero, claro, El oficio de vivir es lo que tiene.

¿Y a qué viene eso? os preguntaréis. Pues a mi peculiar trayectoria profesional reciente. Desde mi regreso de Londres he pasado del carapantallismo absorbente que nos pone tanto a mí­ y a mis cervicales, primero a una tarea más relajada junto a los vendedores de humo que luego decidieron darme boleto como consecuencia de mi recién descubierta incapacidad para leer los posos del café, lo que me llevó a una vida plenamente freelance, con proyecto en perspectiva para una empresa grande de esas que alojan a sus empleados en algo que parece una pequeña ciudad habitada por muñecos de maqueta, pero hete aquí­ que en esta gran empresa por algún mecanismo contradictorio las cuentas de resultados millonarias son plenamente compatibles con el principio de Peter, ese principio que dice que todo trabajador tiende a subir o a cambiar de puesto hasta alcanzar su máximo grado de incompetencia.

Así­, mi nuevo cliente tiene una densidad de inútiles por metro cuadrado bastante alta, con lo cual es imposible que me pasen el material a tiempo, con lo cual yo a mi vez no podré cumplir los plazos. En resumen, que estaba yo en esta situación de agridulce de “falsas vacaciones”: no curras (aún), no cobras (aún), lo comido por lo servido, como se suele decir, centrada en las muy profundas y exigentes tareas de ir a nadar, hacer Pilates, leer, hacer estiramientos, aprenderme los nombres de los músculos y huesos, y cuidarme en sentido amplio, a la espera de que me empezaran a mandar material, cuando ha surgido un encargo para otra empresa. Mi lado kamikaze y mi cartilla han dicho que sí­ y ahora estoy adelantando este encargo nuevo mientras el antiguo empieza a rodar.

Esperemos que los de la empresa grande del complejo tipo ciudad para muñecos de maqueta se contenten con el principio de Peter y no invoquen la Ley de Murphy. En otras palabras, espero que después de tenerme mirando al techo no empiecen a mandarme material urgente ahora que ando metida en otra historia. Así­ que sí­, trabajar cansa. Y trabajar doble cansa el doble. Menos mal que he cargado pilas. Lo dicho, hay que ver qué duro puede ser El oficio de vivir.

Si esto del principio de Peter te resulta familiar y quieres saber más sobre él pincha aquí­ y para una reseña más breve pincha aquí­. El principio de Dilbert es una adaptación reciente del de Peter, que toma su nombre de la famosa tira cómica. Ya que estamos en el territorio laboral, quizá quieras conocer la sabia Ley de Parkinson descrita con pulso firme 🙂 por un funcionario británico en 1957. Finalmente, para los lectores interesados en las tecnologí­as de la información pongo aquí­ un link a la entrada de la Wikipedia sobre la ley de Moore, principio que explica entre otras cosas la evolución de los precios de los ordenadores y de sus prestaciones.

¿Conoces tú algún caso especialmente sangrante de aplicación de estos principios? ¿O alguna excepción de la que puedas dar fe? Me encantarí­a conocerlos. Deja un comentario, please.

© 2008-2005; Elsinora Bonasera.
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2 respuestas a «Trabajar cansa: una mirada perpleja a las extrañas leyes del mundo laboral»

  1. Hola Elsionora,
    muy bueno y divertido este post! Y, por desgracia, taaan cierto… Lo que no sabí­a es que existieran tales principios 😉 Yo creo que una gran parte(quiero pensar que ‘alguien’ trabaja) del funcionariado cumple la Ley de Parkinson. Y los estudiantes (una hora de estudio en octubre no cunde ni la mitad que una en junio). Y las parejas que se casan (¿no es cierto que los preparativos duran y sacan de quicio a los novios tanto tiempo como se esté dispuesto dedicarle?). Y un largo etc.
    Por lo que al principio de Peter se refiere, hay tantas barbaridades consecuencia de la incompetencia humana (ahora mismo estoy pensando en los desastres de trazado en nuestra red viaria, por ejemplo…tan obvios para el conductor ‘raso’ e imperceptibles para el que toma decisiones) que, ahora que sé que este principio existe, empiezo a pensar que el llegar a dicha fase de incompetencia debe ser requisito planteado en las selecciones de personal. Y que me tenga que enterar ahora…

  2. Es cierto, Barracuda, estos principios están presentes por doquier 🙂 ¡Qué vértigo!

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