Dí­as de muñecas

No es que haya sufrido una regresión, aunque pasando tanto tiempo como he pasado en Madrid con niños en los últimos días no serí­a de extrañar. La cosa es que he descubierto que yo soy una muñeca. Está claro que una Barbie no: ni la silueta ni el cerebro me dan para ello. Soy más bien una muñeca de Famosa de esas “que se dirigen al portal”. Soy rosadita como ellas y me muevo como un palo por culpa de las contracturas que el carapantallismo y las maletas pesadas me han regalado.
Hay unas cuantas novedades por aquí­, relativas a Patrick, el productor de televisión y su familia, pero el carapantallismo sólo me permite escapaditas breves por ahora, de manera que lo contaré con detalle uno de estos dí­as.

Ayer por la mañana me despertó una parrafada en inglés en el pasillo. Era Patrick hablando con su madre. Fue una sensación extraña, porque se ve que mi cabeza seguí­a en Madrid. Sin embargo, hoy miércoles, ya estoy completamente reubicada. En parte gracias al curro, he de decir. El curro intensivo te devuelve a la normalidad/rutina a toda velocidad.

La que no está muy normal es mi despensa. Hice una pequeña compra, pero necesito comprar más cosas. En estas tres semanas Patrick y su madre han tomado posesión de parte de mi balda de la nevera, así­ que la situación ha sido un poco rara e incómoda. Mi primer dí­a completo en la Pérfida lo pasé trabajando, comí­ Lentejas a la riojana de Litoral (con chorizo, tocino y tal) en el jardí­n y frutas variadas de Marks & Spencer (una nueva variedad, con mango, melón, piña y nectarina… estupendo; comprado en Gatwick). Me hubiera faltado tomar más proteína y no todas las lentejas, pero entre que tení­a prisa por volver a currar y que la cocina había sido tomada por F-reloj-biológico y una vecina-estatua-de-sal-y-madre-en-la-vida me limité a calentar en el microondas el contenido de la lata, hacer un par de carantoñas al bebé que sostení­a F, saludar a la estatua de sal (y coger un pellizquito en la parte del pelo cuando no me miraban, por si las lentejas estaban sosas) y decir que sí­, que en España todo muy lovely, pero que tení­a un deadline y no podí­a entretenerme mucho y salir al jardín con mi bandejita.

5 respuestas a «Dí­as de muñecas»

  1. Bueno, no está mal. Un poco invasivos tus vecinos, y bastante inquietante la estatua de sal (me da mucho repelús este tipo de gente). Pero tú te lo tomas con una flema inglesa envidiable. Así­ que… sólo te falta una proteína, y ya todo será perfecto.

  2. Hola, Elsinora. Te leo, ¿eh?, pero estos dí­as estoy algo vaga y no tengo ganas de escribir. Eso sí­, deseando saber en qué acaba lo de tus cohabitantes. Un besito. Que te vaya bien la vuelta al trabajo.

  3. Teresa: En condiciones normales hasta me gusta que mi casera traiga gente a casa, pero cuando andas con poco tiempo y agobio, lo ves como algo que te retrasa y te quita espacio vital.
    Lo de los cohabitantes está de camino, María. Nos seguimos leyendo, aunque a veces no comentemos ;-))

  4. HOLA ELSINORA, YA TE EXTRAÑABA, MUÑECA JAJA
    QUE SE ME ANTOJO LA FRUTA DEL MARKS & SPENCER (RIQUISIMOS CHOCOLATES TAMBIEN LOS QUE HAY AHI).
    TE SIGO LEYENDO..

  5. Pues seguro que en México tenéis una fruta estupenda. La cosa es que si te la dan peladita y troceada…
    Se te extrañaba también a este lado del blog 😉
    Aquí­ seguimos.

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