Eclipse de luna y liberación de Elsinora

Los del monolito negro me han soltado. Justo a tiempo, porque yo acabé mi “essay” para el máster sobre la Odisea de Homero y 2001: Una odisea en el espacio el viernes, así que además de haber terminado mi trabajo de campo en la Luna, ya empezaba a hartarme de su telekinesia y de su inteligencia superior, que vale que son muy listos, energía pura y demás pero feos son un rato (quizá un día os cuente cómo son… rompiendo el acuerdo de confidencialidad que me han hecho firmar por telepatía) y bastante pesados con tanto eterno retorno (menudo dolor de cabeza, con tanto pasado-futuro y yo sin mi Gelocatil, que allí todo lo curan por ondas alfa). Llamadme superficial, pero tanta energía pura y tanta inteligencia superior deberían entrar un poco por los ojos, ¿no? A estas alturas deberían conocer a los humanos y saber cómo funcionan nuestras cabezas. Se ve que estoy en una fase poco evolucionada del ser, o que he visto mucha tele, pero seguro que ligo más que ellos.
En fin, andaban inquietos porque con esto del eclipse de luna iba a haber mucho humano mirando y no querí­an ser localizados (sólo les dan la plasta en efemérides, como el año 2001, los aniversarios redondos de la peli de Kubrick y cuando hay eventos astronómicos como el de anoche), así que me devolvieron a mi habitación londinense, junto a mi ventana que da al jardín de los zorros y las ardillas, la barbacoa de los vecinos y el pub Chanteclair, pero con el trasiego interestelar he cogido frí­o y mis planes de celebración de entrega de “essay” se han ido al garete: estoy griposa total. Pero eso sí, vi el eclipse de Luna desde la Tierra, que parece lo lógico para una terrícola (incluso para una que es medio marciana, como es mi caso).
Explorando mi entorno habitual comprobé que al sureste de Londres llovía y hacía bastante viento, pero la luna se veía potente y casi llena y luego poco a poco tapada por una lengua por la parte inferior. Vi a un terrícola, quiero decir, a un inglés, con un trí­pode haciendo fotos. Y justo antes de entrar en casa, como todas las noches, eché un vistazo al cielo estrellado: todo en orden. Se le coge cariño al universo y a sus seres, ésa es la verdad.