Paisaje con figura

He contado alguna vez que por aquí hay zorros. Ayer por la mañana vi uno a escasos metros de mí­. Probablemente a un metro, incluso. No habí­a nevado pero el suelo estaba escarchado y la noche había sido muy fría. El animalillo husmeaba en el jardí­n de mis vecinos, que es justo lo que veo desde mi mesa donde ejerzo de Carapantalla. Cogí la cámara para inmortalizar al animalejo, pero entre la poca luz que habí­a fuera y el tendedero y la barbacoa y las “fences” (las vallas de madera) en lugar de obtener un reportaje de “wild life in the city”, el resultado casaba mejor con el tí­tulo “estrecheces en la city”.

zorroestresado

La cosa es que el animal parecí­a nervioso. Aplicando mi (escasa) psicologí­a animal (véase El gato y La visita de Satán) imaginé que era porque al haber sido una noche tan fría no habría podido cenar en condiciones y tení­a hambre acumulada. El caso es que husmeaba por aquí­ y por allí, escapaba constantemente y con gran imaginación del encuadre de mi cámara y hací­a cosas extrañas como girar sobre sí mismo con una pata trasera levantada.

zorrolado

Deduje que iba a orinar y me pareció bastante absurdo que un zorro viniera a un jardí­n a mear cuando tiene un parque enorme y frondoso a su disposición, pero por supuesto me equivocaba de lleno. La cosa es que siguió recorriendo la franja de jardí­n de mis vecinos (bastante parecida a la nuestra, por lo demás) con aire de desconcierto. En un momento dado vino de frente hacia mí (hacia la ventana, no preocuparse) y se me quedó mirando con fijeza.

zorro

Mi psicología animal barata, labrada a base de telefilmes y documentales y poca convivencia con animales de carne y hueso, interpretó la mirada como una mirada herida y al mismo tiempo, asustada. Algo en plan grito de auxilio entre dos seres que comparten un rudimentario código expresivo. Al poco tiempo me di cuenta de lo que ocurría en realidad. El zorro estaba herido (la pata seguí­a ligeramente levantada) y lo que intentaba era salir de allí sin tener que saltar la valla que rodeaba el jardín. La única parte sin valla era la puerta que está a escaso medio metro de mi ventana, de ahí la mirada. Lo cierto es que me produjo mucha compasión pensar en ese zorro cojeando por ahí­. Al rato, al segundo intento, saltó una de las vallas y desapareció. A pesar de la pena por la pata herida, toda la escena me produjo un cierto bienestar, supongo que simplemente por la sensación de estar presenciando la vida en directo. Esa intensidad. El paisaje deja de ser paisaje para convertirse fugazmente en el mundo y tú dejas de ser observador para ser un agente.
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6 respuestas a «Paisaje con figura»

  1. Elsinora, que bonita experiencia. Te has comincado con un zorr@ y ell@ contigo. Formas parte de la naturaleza, de la vida, y todavía no has olvidado como funcina: FUNCIONA!!!. El gran poder de la VIDA. Gracias por compartir tu vida, esto lo necesitamos mucho, en concreto, especies como el Homo sapiens sapiens, los perros, los periquitos, los delfines, …como ves se me ha olvidado la taxonomía, o alguna vez lo aprendí? En fin, mientras nos comuniquemos…feliz como una perdiz.

  2. Si a pesar de nuestros comienzos un poco dificiles, al final va a resultar que los zorros y yo tenemos futuro. Esto parece el principio de una larga amistad (¿es así la cita de Casablanca? me suena raro).
    Besos y bienvenida al blog.

    Elsinora.

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