Mi hábitat y reunión tumultuosa

Estoy bastante metida en la tesis, por fin, aunque tengo que hacer paradas cada poco tiempo para mover el cuello y demás.

Ahora mismo estoy comparando cuatro traducciones distintas de la última página de El Ulises de Joyce. La página que cierra el libro pertenece al famoso monólogo de Molly Bloom, en el epí­grafe Penélope, ocho grandes tramos que ocupan 62 páginas en la edición inglesa. Todo el capí­tulo está escrito sin signos de puntuación (salvo los ocho puntos que separan los párrafos) ya que se reproduce el flujo de conciencia de Molly, mujer de Leopold Bloom, protagonista de Ulises y ellos dos reescrituras respectivas de Penélope y Odiseo/Ulises.

La primera traducción es de Borges (1925), la segunda del también argentino Salas Subirat (1945; reeditada por Planeta en 1996), la tercera del español J.M. Valverde (1976) y la cuarta también hispana, de García Tortosa y María Luisa Venegas Lagüens (1999).

Lo curioso del caso es que Jorge Luis Borges sólo tradujo la última página y dijo que no habí­a desbrozado el libro entero, vamos, que había leído unas páginas aquí­ y otras allá y que esta técnica a salto de mata era perfectamente legí­tima para un libro como el Ulises, libro que al igual que Finnegans Wake, era según él intraducible.

En fin, que aquí­ estoy, reunida con estos cuatro caballeros y doña María Luisa y la lluvia y el viento de fuera y las expresiones más o menos intraducibles (algunas también ininteligibles).

Os dejo con unas imágenes del jardí­n que veo desde mi cuarto, que es el de los vecinos y con unos tomates que nos dieron de su cosecha de ese mismo jardín, para satisfacer la curiosidad de Teresa y del resto de lectores.

En este artículo se muestran fotos de cómo era antes ese jardí­n, con polizón de cuatro patas incluido.

4 respuestas a «Mi hábitat y reunión tumultuosa»

  1. La cosa es… ¿comentarás en el blog cuál es la mejor traducción del Ulises al castellano, no? ahora mismo eres la única española investigando el caso, y no me gustarí­a quedarme sin saber quién es el culpable, o en este caso, la mejor traducción.

  2. Elsinora, me alegra leer que, dentro de lo que puedes hacer por este Ulises que te tiene absorbida, cuidas tus contracturas. Tu también eres valerosa, y tu camino no es estéril, como no lo es el hermoso jardí­n de tus vecinos. Da mucha alegrí­a los colores de las flores y salud los tomates. Tus fotos me ha hecho sentirme ligera por unos segundos. Así­ es que voy a volver a mirar (esto seguro que sube tus egometrías eran?). Ánimo y que vivas tú y la literatura que te parió!

  3. Javier (por cierto, ¿eres el Javier de otras veces o un Javier nuevo?, ya que andamos investigando, investiguemos ;-)), verás tu contestación en el post nuevo. Además de lo anterior, existe un articulo de Eduardo Lago escritor y profesor de literatura comparativa en el que compara las tres traducciones. Se titula “El Íncubo de lo imposible” y se puede localizar en la Red. En su opinión, la partida termina en tablas. Mi sensación por ahora es la misma: unos son mejores en unos tramos y otros en otros. Además de que la importancia que se le den a los hallazgos/errores de cada uno depende mucho de las expectativas de cada lector y de sus prioridades.

    Tras tus halagos mis egorí­as suben como la espuma, querida Maica, y ya se sabe que la espuma es buení­sima para las cervicales (ahora no sólo hago chistes malos, sino que encima están en inglés 🙁 haga usted un master para esto). Me ha encantado lo de la literatura que te parió, muy joyceana esa combinación de registros. Cuí­date mucho tú también.

  4. Bonita vista, sí señor. Gracias por complacer mi curiosidad. Ahora me voy a leer tu siguiente artí­culo, a ver si se satisface la de Javier…

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