¿Me quiere o no me quiere? Deshojando la (pizza) margarita

Durante el lapso entre el primer contacto con la pizzería y la cita de las seis al día siguiente su pequeño mundo se había revuelto bastante. No sólo por lo cutre del lugar y de las condiciones de contratación, sino porque llevaba casi un año sin trabajar propiamente, salvo breves intervalos en Madrid. En todo caso, acudir aquella tarde de viernes al Pizza Pianeta no era sólo vencer su resistencia a un mundo extraño y no especialmente “friendly”, sino trabajar por primera vez en un país extranjero. Y además estaba el asunto del teléfono. Para todo no nativo, el teléfono en un país de otra lengua es un elemento especialmente cargado de retos, en términos anglosajones. Porque es una puerta a cualquiera sabe qué tipo de llamada hecha por quién sabe quién y porque exige una respuesta en directo. Porque a veces uno no oye bien, o no entiende bien o no se hace entender. Pero en realidad su inglés era mejor que el del supuesto jefe y de quienes había visto pululando por allí y además si podía seguir bien un seminario de dos horas sobre Ficción Postmoderna también podía seguir bien llamadas de tres minutos encargando pizzas. Así que a lo mejor no era tanto un problema de inseguridad sino de pereza. Y dada la caída libre de sus ahorros no se podía permitir ser perezosa.
Estas y semejantes reflexiones se había estado haciendo en esas veinticuatro horas. Al final, había vencido…
Continuará