¿Importa el tamaño?

Os contaba hace unos días que mi vida gastronómica fuera de casa desde el test de intolerancias alimentarias se parece bastante al encaje de bolillos o a un Brain Training de la Nintendo DS con recetas de cocina y cuarto y mitad de combinatoria estadística. Por suerte, la cosa mejora bastante cuando como en casa, porque puedo elegir mucho mejor los ingredientes y la forma de cocinarlos. Puedo elegir y prepararme cosas como esta:

¿Es un plato gigante para que quepan en él tres huevos y sobre tanto espacio o es que los huevos son muy pequeños? ¿Importa el tamaño? ¿Es real la realidad?
Para prevenir que surjan nuevas intolerancias tengo que cambiar de alimento cada día (lo que como hoy no lo puedo repetir hasta pasados 3 dí­as), así­ que se me ha ocurrido aplicar la lógica del “Un, dos, tres” y me he preguntado a mí­ misma: “por veinticinco pesetas cada respuesta, ¿cuántos tipos de huevos comestibles hay?” y me he contestado “de gallina, de codorniz y de avestruz”. Eso me ha hecho ganar un capitalito de 75 pesetas (que en euros no me da ni para un café, salvo quizá alguno de máquina) pero sobre todo me ha permitido ampliar mi menú.
Así­ que, en fin, he decidido incorporar a mi dieta los huevos de codorniz para poder tomar huevos de algún tipo más a menudo. Y la verdad es que están muy ricos, especialmente fritos y puestos sobre una torta de maíz. ¡Buení­simos! Y los de gallina pasados por agua y colocados sobre la torta de maí­z son espectaculares (la yema reblandece el maíz y se queda muy tierno… umm). Cuando no puedes comer nada que tenga harina de trigo ni levadura hay que buscarse los trucos para mojar…, hasta ahí­ puedo leer.

2 respuestas a «¿Importa el tamaño?»

  1. pues con queso de cabra (o brie) y sobrasada no veas cómo están los susodichos huevos. No sé si puedes zampártelos así, pero te lo recomiendo.

  2. Qué buena idea. Y sí, puedo mezclar proteí­nas entre sí. Así que tomo notaaa. A mi silueta le gustará menos que a mi paladar, eso sí 😉

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