La lagartija se lesiona

Piscina de pitufos 1, Elsinora 0.
Ya sabía yo que esta pileta de menos de un metro de profundidad y yo no estábamos hechos la una para la otra. Anoche tuvimos nuestro primer asalto y sí­, por ahora voy perdiendo. Concretamente he perdido el esmalte de cuatro dedos del pie y la dimensión y color habitual de dos dedos. Ahora están morados e hinchados y recuerdan vagamente a percebes.

Lagarto sobre fondo azul
Elsinora incrustada en el fondo de la piscina; Tu Jardín Desde Cero – Pixabay

Mi conversión al sector del marisco de lujo fue una consecuencia de un par de carreritas que teníamos que dar por la piscina, con salto sobre colchoneta en medio. Lo de correr estuvo Ok, pero en el momento de levantarse tras hacer la plancha a una velocidad supersónica sobre la colchoneta que habí­a en el medio no recordé que estaba en una piscina de pitufos y los dedos del pie derecho aterrizaron sobre el suelo. Ya puestos, para garantizar un servicio completo de pedicura, el limado de uñas y golpeteo de dedos tuvo lugar a la ida y a la vuelta. Aunque la cosa podrí­a haber sido peor si me hubiera dado con la rodilla, una posibilidad ya explorada en el pasado (Madame Betadine en Pekí­n).

Así que nada, me paso el tiempo poniéndome hielo en el pie (para que los percebes se mantengan fresquitos), voy al trabajo en taxi y de momento estoy anulando todas mis actividades extraescolares. El hielo resulta muy eficaz, pero con el frí­o que hace, apetecer no apetece nada.

Y otra cosa, no sé si tuvo que ver, pero justo ayer Massiel nos obsequió con su presencia en la piscina. Fue una visita muy breve, porque la tipa se presentó completamente vestida y con zapatos de tacón (y un acompañante). Venía como quien viene a comprobar lo bonito que le han dejado a uno el seto de su chalet, con una sonrisa autocomplaciente y de persona que cree tener derecho a hacer lo que hace. Enseguida se acercaron a Massiel las fuerzas vivas de la piscina, léase un socorrista bajito y bastante intransigente con el que tuve unas palabras el otro día, pero eso ya es otra historia.
En fin, mis percebes y yo nos retiramos para entregarnos a los chupitos de Ibuprofeno on the rocks

Sean felices y tengan cuidado con los suelos engañosos.