Desayunos surrealistas

Ya dije que estoy bastante aliviada desde que puedo tomar aceite de oliva y tomate, y que la vida me sonríe a nivel gastronómico (o casi).
Pero en esto como en muchas cosas conviene no confiarse ni bajar la guardia. Hoy por ejemplo a punto he estado de terminar desayunando corn flakes con trinaranjus de naranja. La cosa es que si te despistas y no compras las jugosas tostadas de pan de centeno y se te acaban las tortas de maíz y por algún motivo no quieres desayunar fruta, la alternativa son los corn flakes (que llevan maíz, que me sienta bien), pero como no puedes mezclar los hidratos de carbono (maíz) con las proteínas (leche de vaca) ni tampoco puedes tomar zumo (porque tiende a fermentar y tú no puedes tomar levaduras, ni fermentos) ni tampoco yogur (por la leche de vaca y el fermento) y como aunque por una vez te fueras a saltar lo de mezcla de proteínas con hidratos resulta que ayer te dio el capricho y te tomaste un cafécon leche de vaca no puedes volver a tomar leche de vaca hasta dentro de tres días…
Lo dicho, que esta dieta es como estar suscrita al Brain Training: hay que ver lo mucho que hace por tu memoria y tus habilidades combinatorias y lo poco que hace por tu paladar. No es de extrañar que uno adelgace con ella: te lo piensas tanto antes de comer, hay tanta distancia entre el impulso de comer y el momento en que comes, que se te pasa toda glotonería… Pero eso sí, lo de digerir bien y no sentirte eternamente pesado es algo merece todas las pequeñas molestias del mundo.
(Al final he desayunado un huevo pasado por agua y una manzanilla… y bien rico que me ha sabido; eso sí, no puedo tomar huevo de gallina en tres días).