Palabras mágicas para sobrevivir en Parí­s

Aunque a mí­ me han tratado muy bien las cuatro veces que he estado en Parí­s y aunque guardo buen recuerdo de cuando trabajaba con franceses, sé que hay muchos españoles (y extranjeros no franceses, supongo) que han tenido malas experiencias con el sector servicios parisino.

Así­ que anotaré algunas palabras mágicas que nos facilitarán la vida en nuestros próximos viajes a la Ciudad de la Luz (yo estoy deseando volver): une carafe d’eau (pronunciado “caraf dó”) es el abracadabra para que los camareros te traigan agua del grifo (de l’eau du robinet) sin que les tengas que apuntar con una pistola y sin arriesgarte a que te fulminen con la mirada.

Hay otro abracadabra o contraseña salvadora para pedir cerveza: si en lugar de pedir simplemente “une bière” pides un “demi pression” que viene siendo una caña (“demi” es la medida unos 25 cl y “pression” quiere decir que es de barril; este salvoconducto lo he sacado del libro “Français je vous haime” escrito por un británico, una vez de vuelta en Madrid y supongo que será eficaz), el camarero inmediatamente te asciende de guiri maltratador de mi maravillosa lengua y candidato a encasquetarle la cerveza más cara importada de 2 litros a “extranjero ilustrado conocedor de las costumbres locales” y por tanto ser humano con derechos reconocidos.

Al parecer otras palabras mágicas son “café crème“: aunque casi todos tendemos a esgrimir el socorrido “café au lait” (que es el equivalente en complejidad lingüí­stica al “my taylor is rich”), suele ser mejor opción decantarse por un “café crème”, porque te da un cierto aire de “connaisseur”.

La relación “café crème”/”café au lait” tiene algo de expediente X. Según las pesquisas de mi amiga “parisina”, que lleva tres meses viviendo en la capital de Francia pero que toma té; a juzgar por lo que ve pedir a sus compañeros de clase de francés, ambas denominaciones se refieren a la misma cosa pero se utilizan a horas distintas: por la mañana uno pide “café au lait” y por la tarde “un café crème” o simplemente “un crème”.

Cuando me lo contó me acordé de que en Madrid (y supongo que en otras ciudades españolas) existe el concepto de mediana, que es un café con leche en taza grande para desayunar. Mi sensación durante mi estancia en Parí­s fue que en general los “café au lait” vení­an en tazas mayores que los “café crème”, pero también podí­a ser casualidad o depender del bar o café en cuestión.

Sin embargo, para Stephen Clarke, británico y por tanto interesado sólo parcialmente en el mundo del café, un “crème” es exactamente lo mismo que un “café au lait”, a cualquier hora del dí­a, pero en el argot de los camareros, cosa que de nuevo te convierte en un conocedor de las costumbres locales y reduce la tentación de tomarte el pelo.

Por si os sirve de consuelo (sé que la incertidumbre de no saber exactamente qué es cada cosa no os va a dejar dormir esta noche 😉 ), yo pedí­a lo primero que se me ocurrí­a y en general me traí­an cafés con leche bastante ricos (no tan buenos como los italianos), a diversos precios: desde los 2,30 euros de sitios cercanos a la zona del Louvre hasta los 3,80 que me costó una taza tipo tanque y demasiado amargo en un café/restaurante de aire griego en Montmartre (en todo caso hací­a un frí­o tan glacial ahí­ arriba que di por bien gastados los casi 4 euros con tal de dejar de temblar un rato, aunque me dejé sin tomar la mitad de aquel mejunje oscuro).

Y ya que estamos con los cafés os diré que hay un postre que se llama Café gourmand (café goloso) y que consiste en que te traen en una bandejita un café solo en vasito pequeño, una mini crème brulée (parecida a la crema catalana, pero más sosa en mi opinión), un mini fondant de chocolate y una galletita. Está muy rico y la presentación en plan bandeja de Pin y Pon con un poquito de todo reduce la sensación de ser un pedazo de gordinflas adicto al dulce (hay que cuidar el factor psicológico también).

Otras palabras mágicas son bonjour/bonsoir (se escriben juntas, por cierto) y Monsieur/Madame (evitar a toda costa gritar “garçon” en un restaurante).

Por si alguien tiene ganas de seguir leyendo sobre las peculiaridades de los franceses vistas por un británico los datos del libro del periodista inglés Stephen Clarke son: tí­tulo original Talk to the Snail Parí­s 2005, ed. Pocket. Yo aún no me lo he terminado, pero me está gustando.

Apéndice cafetero:

Mientras trataba de resolver el misterio de café crème/café au lait he ido elaborando una lista de equivalentes franceses de los tipos de café más frecuentes:

  • Solo: un café/ un expreso.
  • Con leche: un crème, un grand crème, un café au lait. Según cuenta la forera Senior Gévy en el foro de Wordreference originalmente el café crème tení­a un poco de nata mientras que el café-noisette tení­a un poco de leche. Ahora, la lucha contra el colesterol hace que el auténtico café-crème sea casi una reliquia.
  • Carajillo: “café arrosée + el licor que quieras añadirle” (normalmente coñac).
  • Detalles exhaustivos de todo lo cafetero que en el mundo es en la Larousse de los cafés en francés (web de Quebec).

4 respuestas a «Palabras mágicas para sobrevivir en Parí­s»

  1. Seguro que sí­. A ver si alguno de nuestros lectores que viaje a menudo a Roma nos puede iluminar 🙂

  2. Muy útil, Elsie.
    Me viene de fábula para sentarme en una de esas terrazas que adoro en Parí­s…

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