Expendiente X

Esta mañana he ido muy puntualmente a mi cita con la enfermera para que me extrajeran la extraña central de emisiones de mi oído izquierdo (que emite desde muy lejos y en un idioma que no se entiende; desde Albania o así) camuflada en una bola de cerumen de tamaño considerable que tapaba el tímpano.
Después de hacerme esperar bastante y de pedir a otros pacientes que esperaran un poco, “que voy a quitarle algo a esta señora” refiriéndose a mí (pedazo de choriza y persona desagradable que me llama señora así sin provocación ni anestesia, a mí que soy una chiquilina perfectamente conservada :-), la enfermera me ha dicho que no veía nada en ese oído. ¿Que no hay nada?, pero si la médico dijo que era muy grande y además yo apenas oigo por ese lado y por la noche oigo mis propios latidos como si fueran campanas (porque sí, esas campanadas nocturnas son el retumbar del pulso en el interior de las orejas, según mis últimas pesquisas; aunque lo de las campanas tenía más gracia, reconoceréis conmigo).
Ni la enfermera ni yo entender rien de rien.
Se ve que la bola de chocolate blanco que se me había formado se ha derretido “overnight” que dirían los ingleses, por efecto de las gotas mágicas de agua oxigenada al 50%. Aunque también es posible que estemos viviendo un verdadero expediente X con chips ocultos que se autodestruyen y disuelven sus carcasas esféricas de camuflaje.
Después de mucho mirar con el otoscopio finalmente me ha echado unos buenos chorretones de un líquido frío y ha dicho que sólo veía una bola muy pequeñita pegada al tímpano y que no se atrevía a sacarla por miedo a irritar el tímpano. Después ha tratado de hablar con mi médico sin resultado, ha llamado a un compañero para confirmar su diagnóstico, el compañero lo ha confirmado y finalmente me ha dicho que pida cita con ella (la enfermera) para dentro de una semana y que hasta entonces siga echándome las gotas mágicas cada ocho horas y no sólo en el oído izquierdo sino también en el derecho, porque según ella la bola del orificio derecho era más grande que la otra (justo al revés que ayer; ¡mi no entender nada!).
He asentido, porque el tímpano es muy delicado, pero la cara de idiota se me ha quedado lo mismo. ¿Conseguirá nuestra amiguita librarse de esta sensación retumbante alguna vez? ¿Cesarán las campanadas nocturnas? ¿Podré volver a hacer Pilates sin riesgo de parecer y actuar como una beoda?